Esta semana se difundieron las cifras de las exportaciones de vinos para los primeros siete meses del año. A primera vista, la industria vitivinícola no se encontraría ajena a los efectos de la crisis global. Mientras en ese mismo período de 2008 se declararon exportaciones por 472,8 millones de dólares, este año se vendieron 433,7 millones, un 8,3 por ciento menos. En volumen la caída es aún mayor: 35,2 por ciento, lo que indica que se vende menos, pero más caro. Estos números son elaborados por la consultora especializada Caucasia Wine Thinking sobre la base de las declaraciones de Aduana de las empresas y son publicados por Wines of Argentina, la asociación de bodegueros que promueve los vinos locales en el exterior.

Como suele suceder, las cifras agregadas esconden lo importante, que es la transformación estructural de la industria desde la segunda mitad de la década de los ‘90, con una reorientación a la producción de calidad. En materia de exportaciones, los resultados de esta transformación comenzaron a expresarse con fuerza a partir de la salida de la convertibilidad. Lo que se observa perdiendo importancia relativa al interior del complejo y en sus ventas externas son los mostos y los vinos a granel. También el fraccionado en tetrabrik. En contrapartida crecen los vinos fraccionados en botellas y los “espumantes”, que ya no puede llamarse champagne por la restricción de la denominación de origen. Así, mientras las exportaciones de vino a granel cayeron en divisas el 54,2 por ciento interanual y las de mostos el 36,3 por ciento, los vinos fraccionados en botella aumentaron sus ventas externas el 12,3 por ciento y los espumantes, el 13,6. Las ventas de vinos embotellados –la crema del negocio– pasaron de 272,6 millones de dólares en enero-julio de 2008 a 307,4 millones este año. El precio promedio declarado en Aduana para estos vinos fue de 3,07 dólares por litro (el vino se exporta generalmente en cajas 9 litros/12 botellas). Se trata mayoritariamente de unidades que en las góndolas de los mercados de destino se venden de 15 a 20 dólares. Los bodegueros suelen decir que por cada dólar que se pone para la producción de uvas, se necesitan 3 para la bodega y 6 para el marketing y la comercialización. Estos promedios también esconden que algunas bodegas –pocas todavía– ya compiten en el segmento de alta gama. La información confidencial por empresa a la que accedió Cash, muestra exportaciones promedio de algunas firmas por más de 400 dólares la caja de 9 litros, lo que habla de una producción top.

Estos números son muy buenos para las 338 bodegas que exportan vino embotellado y las 73 que exportan espumantes (muchas se repiten pues venden ambos productos), sobre un total de 403 bodegas que comercializan 1826 marcas. Si bien los mercados de destino suman 122, la mitad de las exportaciones se concentran en América del Norte. El 36,6 por ciento de las ventas van a Estados Unidos y el 13, a Canadá. En términos interanuales el mercado estadounidense creció el 35 por ciento y el canadiense el 40 por ciento. Todos los demás mercados tradicionales de los vinos locales cayeron. En términos absolutos, el mercado de mayor crecimiento fue el estadounidense, que pasó de ventas por 83,3 millones de dólares en los primeros siete meses de 2008 a 112,5 millones en igual período de este año.

La pregunta sigue siendo la misma que al principio: ¿El mercado que más crece para los vinos argentinos es el del epicentro de la crisis global? Roberto Schroeder, presidente de la bodega Familia Schroeder, situada en el polo vitivinícola de la Norpatagonia, donde este año muchas firmas duplicaron sus exportaciones, acerca a Cash una explicación. “Lo que sucede es que por la crisis muchos estadounidenses que consumían vinos de 40 o 50 dólares la botella ahora toman de 15 o 20, precisamente el segmento en que los vinos argentinos muestran una excelente relación precio-calidad.”

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