Dom 18.10.2009
cash

ENTREVISTA AL INVESTIGADOR DEL CONICET VíCTOR RAMIRO FERNáNDEZ

Repensar el desarrollo regional

› Por Diego Rubinzal

El investigador del Conicet y de la Universidad Nacional del Litoral Víctor Ramiro Fernández acaba de dirigir la publicación del libro Clusters y desarrollo regional en América Latina. Reconsideraciones teóricas y metodológicas a partir de la experiencia argentina. Fernández es un referente nacional e internacional de las temáticas relacionadas con el desarrollo regional y conversó con Cash sobre su visión crítica de los enfoques regionalistas latinoamericanos difundidos por el BID, Banco Mundial y la Cepal.

En las últimas décadas, las corrientes de pensamiento reivindicatorias del rol regional en el desarrollo económico se pudieron de moda. ¿Cuáles fueron las causas de ese renacer regionalista?

–Los esquemas sustentados en Estados-nación como actores centrales en la promoción “desde arriba” de los procesos de desarrollo, imperantes durante la posguerra, fueron puestos bajo cuestionamiento por la profunda reestructuración de las formas de producción y organización económico-social producidas a partir de la década del setenta. Bajo dicho cuestionamiento fueron promovidos profusos desarrollos teóricos que postularon la necesidad de encarar estrategias de desarrollo regional como políticas públicas compensatorias y, en cierta medida, sustitutivas de aquellas pensadas con exclusividad desde el Estado central.

¿Esos desarrollos teóricos estarían enmarcados en lo que se conoce con el nombre de nuevo regionalismo?

–Sí. Fue emergiendo a comienzos de los ‘80, primero en el campo académico y luego en el ámbito de la formulación de las políticas públicas asupiciadas por entidades como el BID, el Banco Mundial o la Cepal. Esa corriente de pensamiento se fundamentó en un conjunto de cuerpos teóricos representados en conceptos tales como clusters, distritos industriales, regiones inteligentes, medios innovadores, sistemas regionales de innovación. En todos esos conceptos se destaca la idea de que las regiones, previamente opacadas por la avasallante presencia del Estadonación, asumen una presencia estratégica.

La alternativa de los clusters como instrumento de desarrollo regional se encuentra muy difundida en la Argentina.

–A fines de los noventa, los clusters se consolidaron como el esquema conceptual más difundido de esas corrientes regionalistas. Esa presencia hegemónica ha ido conformando una línea inspiradora de políticas oficiales de desarrollo, no solamente en regiones y países centrales, sino también en escenarios periféricos como los latinoamericanos. Decir eso no implica negar la utilidad que pueden tener los enfoques conceptuales que acompañan los clusters. Lo importante es entender que el abordaje de los problemas latinoamericanos no se puede realizar seriamente a partir de una mera réplica de instrumentos analíticos y marcos teóricos originados en los países centrales.

Es decir, ese marco teórico no tiene en cuenta las especificidades locales.

–Por supuesto. Debemos recuperar una capacidad de análisis crítico que fue perdida hace ya unas cuantas décadas en toda Latinoamérica.

¿Cuáles serían las consecuencias prácticas de esos enfoques acríticos?

–Esos enfoques legitiman discursivamente la fragmentación territorial existente y socavan las posibilidades de promover políticas públicas a escala nacional. Por lo tanto, es un enfoque simplista que termina impidiendo la formulación de aquellas políticas públicas que serían las más apropiadas para tender hacia un desarrollo de tipo integral.

En su libro se hace un repaso de las “fallas de origen” de estos enfoques regionalistas.

–Existen cuatro fallas de origen: 1) El nuevo regionalismo opera con conceptos borrosos y muy genéricos que impiden el desarrollo de abordajes empíricos consistentes. 2) El análisis está totalmente descontextualizado. 3) Se brinda una visión ideal de clusters como nodos territorialmente delimitados que operan como estructuras cerradas. Es decir, se cultiva un “imaginario” de los clusters como “comunidades autosuficientes” y 4) la mirada del nuevo regionalismo descuida la evaluación de cómo esos agrupamientos productivos que impactan con la performance socioeconómica de las localidades en las que se desempeñan, es decir, en la calidad y forma de vida de la gente

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