El oro volvió a ser el centro de atención de los inversores. La cotización alcanzó por primera vez en su historia los 1101,50 dólares por onza troy. El alza de esta semana tuvo su explicación en que la Reserve Bank de la India anunció la compra de 200 toneladas de oro al Fondo Monetario Internacional, y una cantidad similar sería comprada por el gobierno chino. La suba acumulada en el año es de 23 por ciento, pero más que esa ganancia lo que atrae a los inversores es su carácter de activo–refugio. Así está por cerrar su noveno año de crecimiento ininterrumpido. La tendencia alcista de este commodity está vinculada con el gigantesco déficit presupuestario de la economía estadounidense y la especulación acerca de un escenario donde el dólar pierda su hegemonía como reserva mundial.

Los interrogantes que todavía existen respecto de la fragilidad de las economías desarrollados impulsa a que, a pesar del alza del oro, los bancos centrales de emergentes decidan acumular lingotes para diversificar sus carteras. Una noticia que reforzó esa idea fue el anuncio de esta semana de que el Tesoro estadounidense emitió deuda por un volumen record de 81 mil millones de dólares. Los analistas privados estimaban una ampliación del pasivo de apenas 2 mil millones de dólares. En esa licitación, más de la mitad fue para captar dinero fresco y el resto para refinanciar vencimientos. Por su parte, el Fondo ratificó su intención de vender cerca de una octava parte de sus inventarios en oro, equivalente a 403 toneladas. El gobierno indio absorbió 200 toneladas. El candidato más firme a seguir sus pasos es China y no se descarta que Singapur, Taipei y Malasia hagan lo mismo. India desembolsó 6700 millones de dólares en una transacción que se extendió por más de diez días. Se trata de la mayor compra oficial de oro en casi setenta años. Actualmente el Banco Central de China lidera la tenencia del metal amarillo, con 1054 toneladas, seguido por Rusia, con 540, Taiwán (424), India (358) y Venezuela (356).

La decisión de posicionarse en oro está relacionada con momentos de incertidumbre global, de inflación o de crisis. En 2008, cuando estallaron los mercados internacionales por el crac de las hipotecas de alto riesgo en los Estados Unidos, el oro se mantuvo firme. En medio del vendaval, subió de 834,31 a 882,05 dólares la onza, según la consultora Portfolio Personal. Un informe del Citi pronostica, en tanto, que el oro tiene aún “potencial de suba” y estima un techo para el corto plazo en 1300 dólares. Ese pronóstico se basa en tres razones: la incertidumbre respecto de los niveles de inflación en los Estados Unidos, las dudas existentes sobre el dólar y el tiempo que pueda llevar la recuperación de la actividad mundial.

El economista Nouriel Roubini, que predijo la actual crisis, señala ahora que “el ojo de la tormenta” se encuentra en el dólar y su rol futuro como moneda de reserva. El profesor de la Universidad de Nueva York alertó sobre la abultada deuda que acumula la principal potencia mundial, no sólo pública sino también privada: “Estados Unidos se encuentra en estos momentos ante la mayor necesidad de financiamiento de su historia”. Los rescates financieros y los estímulos fiscales de la administración Obama dispararon su déficit presupuestario. China y Japón, principales acreedores de Estados Unidos, ya afirmaron que no están dispuestos a financiar este nivel de deuda indefinidamente y comenzaron a diversificar sus reservas.