Lloverá y es un dato alentador para la economía local, agrodependiente en materia de generación de divisas. La noticia parece no brindar flancos para el análisis, pero tiene sus bemoles. En principio, todos deberían estar contentos con la previsión de mayor humedad en los campos, especialmente en aquellas regiones afectadas por “la seca”. Sin embargo, el arte de la meteorología también entró definitivamente en la lucha política entre corporaciones agrarias y Gobierno.

Por un lado se sucedieron comunicados de dos de las cuatro entidades que agrupan a una parte del agro pampeano contra la insensibilidad del Gobierno por la sequía. Insensibilidad que se expresaría en la presunta falta de voluntad gubernamental para seguir otorgando a mano suelta subsidios y perdones fiscales, dimensión en la que la intervención del Estado no se rechaza.

Por otro, esta semana el Ministerio de Agricultura difundió un informe técnico del INTA que destaca todo lo que llovió y lo mucho que lloverá en las zonas afectadas y en las no tanto. Hasta el más despistado puede ahora enterarse de que el “paulatino aumento de temperatura en el Pacífico ecuatorial” es cosa buena para la economía argentina, la que en los próximos meses se beneficiará del ciclo del agua a escala continental con el aumento de las lluvias a fines de la primavera y el verano, con potencial extensión al otoño. Si las proyecciones de las cotizaciones para el mediano plazo no ofrecen sobresaltos esto equivale a otra lluvia, esta vez de dólares, sobre los siempre “sufrientes y acosados” bolsillos del “campo”.

Si las divisas del agro acompañan la reactivación, los creativos analistas de la city ya no hablarán de “viento de cola” sino de “lluvia con todo”. A propósito, una de esas consultoras (Estudio Bein) se quejó esta semana en su informe periódico de haber sido acusada de “oficialista” por haber establecido, en un informe anterior, la relación “más lluvia-aumento de la cosecha-mayores ingresos-mejora de la macro”. Esta vez, la misma consultora le puso números al “efecto lluvia”: tras la caída de 2009, el Producto Interno Bruto crecería el 4,8 por ciento en 2010, de los que nada menos que 1,7 puntos porcentuales serás consecuencia directa e indirecta del aumento previsto de la cosecha de soja. En 2010, entonces, no todo “el campo”, sino exclusivamente la soja explicarán más de un tercio del crecimiento económico. Esto siempre y cuando nuevos conflictos políticos, como la movida esmerilante del campo que caracterizó 2008 y buena parte de 2009, no interfieran en la economía. Pero al parecer y, en base a la experiencia, ninguno de los bandos está dispuesto a comer vidrio. Las proyecciones actuales indican que las exportaciones sojeras pasarían de 14.300 a 23.600 millones de dólares, un 65 por ciento más que compensará con creces la caída de 3000 a 1800 millones que experimentarán las ventas externas de cereales y otras oleaginosas.

Como exaltados hay en todas partes es probable que la consultora sea ahora calificada de “procampo” por destacar el peso de la soja en el crecimiento de la economía y de oficialista, por no decir que el campo “no aguanta más”

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