Dom 03.01.2010
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El hombre...

› Por Fernando Krakowiak

Héctor Otheguy es desde hace dieciocho años gerente general de Invap, una empresa estatal rionegrina especializada en el desarrollo nuclear y aeroespacial. En los últimos años, esta firma se destacó por haber exportado reactores a Perú, Egipto, Australia y Argelia, algo inusual para un país acostumbrado a vender carne y cereales. Además, está fabricando radares y satélites. De este modo, refuta con hechos a quienes califican al Estado de ineficiente y promueven un recorte permanente de sus funciones. En diálogo con Página/12, Otheguy reivindicó la creciente inversión pública en ciencia y tecnología y la decisión oficial de apostar por la energía nuclear, sobreponiéndose a los temores que genera en la población. Además, confirmó que ya está en marcha el proyecto para crear el primer reactor nuclear con tecnología nacional para producir energía eléctrica.

¿Qué ventajas supone la incorporación de la energía nuclear a la matriz energética?

–Por un lado, contribuye a una mayor diversificación para que el país no esté sujeto a las fluctuaciones de una sola fuente de energía. Otra ventaja es que no genera gases de efecto invernadero, porque hoy uno de los principales dramas de la humanidad es el calentamiento global. Un tercer punto a destacar es que la potencia máxima de una central nuclear es aportada en forma constante durante todo el año. Además, económicamente es competitiva en comparación con otras fuentes.

Es competitiva porque subió mucho el precio del petróleo.

–La suba del precio de los hidrocarburos mejoró la competitividad de la energía nuclear, pero incluso con los valores actuales, que son más bajos que los registrados hace algunos meses, sigue siendo competitiva y nadie cree que el petróleo vaya a seguir bajando. Además, la energía nuclear supone una inversión inicial alta, pero los costos de combustible, operación y mantenimiento son bajos y permanecen bastante constantes porque la incidencia del precio del uranio en el costo final es baja.

¿Es la mejor opción a mediano y largo plazo para enfrentar el crecimiento de la demanda de energía eléctrica?

–Debe ocupar un lugar importante, pero no es la única solución. Las energías renovables también cumplen un rol. Acaba de cerrarse una licitación para generar más de 1000 megavatios de origen renovable y la mitad de ellos serán eólicos. La energía solar también está comenzando a ser más competitiva. Pero no son energías para ser consideradas de base. La energía nuclear va a ocupar un lugar central por la experiencia acumulada que tiene el país.

¿Qué porcentaje de la demanda interna abastece actualmente la energía nuclear?

–En la actualidad está alrededor del 7 por ciento y cuando entre a funcionar Atucha II se va a superar el 10 por ciento. A nivel mundial, su participación promedio está cerca del 20 por ciento. En Estados Unidos, el país que tiene más centrales nucleares del mundo, llega al 20 por ciento, y en Francia al 80 por ciento, pero otros países no tienen nada.

El Gobierno aseguró que una vez que se concluya Atucha II se comenzará a construir Atucha III y el reactor nuclear Carem, el primero con tecnología nacional para producir energía eléctrica.

–Argentina es un país nuclear, domina la tecnología y la idea es que no sólo se la use para consumo interno, sino también para exportar. Por eso se tomó la decisión estratégica de desarrollar un generador nuclear con tecnología propia, adecuado a las necesidades del mercado. Estamos hablando de 200 o 300 megavatios. Un tamaño adecuado para países que quieren iniciar su programa nuclear o incrementarlo gradualmente

Pero el Carem que se está desarrollando va a ser de 25 megavatios.

–Ese es un prototipo inicial que está desarrollando la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), pero con la información que se genera con ese generador de 25 megavatios, más la experiencia acumulada, ya se está comenzando con los pasos iniciales del diseño del reactor de 200 o 300 megavatios que en definitiva es el que tiene más sentido económico.

¿Qué otros avances están previstos?

–El plan nuclear argentino que está llevando adelante la CNEA tiene cuatro pilares fundamentales. Uno es la terminación de Atucha II, que está en plena marcha y en 2011 comenzaría a operar, y la construcción de una cuarta central que sería Atucha III. Otro pilar es el desarrollo del reactor nuclear Carem con tecnología nacional. Un tercer objetivo es reactivar las tecnologías de enriquecimiento de uranio, porque la mayor parte de los reactores del mundo funcionan con uranio enriquecido, y el cuarto es todo lo vinculado con aplicaciones en medicina nuclear. Como consecuencia de todas esas acciones está la posibilidad de exportar. Por ejemplo, con Invap hemos logrado un lugar de privilegio entre las empresas que exportan centros de investigación nuclear.

¿Hay mano de obra calificada para concretar los proyectos? Muchos técnicos están en edad de jubilarse y los que vienen detrás son muy jóvenes, porque en los ‘90 se había desestimado el desarrollo nuclear.

–La decisión de reactivar la actividad nuclear se tomó justo a tiempo. Si se hubiera esperado unos años más hubiese sido dramático. Los que tienen experiencia todavía están activos. Algunos han tomado la jubilación, pero siguen aportando porque tienen ganas de que se continúen esos proyectos. Se están logrando mantener las capacidades.

¿No hay riesgo de que los más jóvenes sean tentados para emigrar?

–Es una gran amenaza porque a nivel mundial hay una escasez de recursos humanos especializados, pero estamos tranquilos porque al haber avances en el plan nuclear la gente se queda aunque haya sueldos mejores afuera.

¿No hubo fuga de cerebros en los últimos años?

–Prácticamente no, porque hay muchos proyectos. Hay perspectivas muy interesantes y la gente no se va.

¿Argentina puede afrontar todos los procesos relacionados con el ciclo nuclear o depende de tecnología extranjera?

–A diferencia de otras industrias donde se han comprado procesos industriales, en el caso nuclear la estrategia argentina consistió en impulsar desarrollos propios que incluso permitieron incursionar en otras áreas, como la fabricación de satélites y radares. Por ejemplo, Invap después de haber trabajado en el tema nuclear durante más de veinte años, vio la posibilidad de aplicar esos conocimientos en el área espacial.

¿Por ejemplo?

–Somos la única empresa en Latinoamérica que puede fabricar satélites. Nos ocupamos de todo, excepto de la puesta en órbita. En el caso de los radares, ya fabricamos siete que están colocados y para fines de 2011 todo el país va a estar radarizado para el control del tráfico aéreo con radares nacionales. Es una tecnología que se desarrolló íntegramente en la Argentina y se pudo hacer porque el gobierno nacional confió en la materia gris nacional y apostó con hechos concretos. Nuestra expectativa es que esto se prolongue más allá de quien esté a cargo del Gobierno. Queremos que sea una política de Estado.

¿El Estado está en condiciones de financiar el programa nuclear o debe aliarse con el sector privado?

–El Estado ha hecho una inversión grande a través de la CNEA, que ha permitido avanzar y tiene que seguir invirtiendo en desarrollos de frontera porque eso no lo puede hacer una empresa privada. Ni en Argentina ni en ningún otro país del mundo. Todas las investigaciones de punta en tecnologías complejas las pagan los gobiernos. Eso va a tener que seguir siendo así.

Pero hay algunos proyectos, como la construcción del reactor Carem, que se vienen demorando hace varios años, ¿hay recursos suficientes para hacerlo?

–Este Gobierno demostró en los hechos que apuesta por la materia gris. Creó un Ministerio de Ciencia y Tecnología, mejoró los sueldos de los científicos, incorporó gente joven a la CNEA y al Conicet y puso dinero para hacer los proyectos. Hay veces en que uno ve que se habla mucho y se hace poco. En este caso es al revés, se hizo mucho y se comunicó poco.

¿Y por qué se demora el Carem?

–En la década del 90 no hubo una política adecuada. Recién en el 2000 se aprobó una ley que asignaba los fondos para el desarrollo del Carem, pero después vino la crisis. Ahora el proyecto resurgió y todavía está la ventana de oportunidad para hacerlo. La idea es que el desarrollo básico lo haga el Estado. El proyecto va a demorar cinco años. Ahora han sometido el informe preliminar de seguridad a la autoridad regulatoria nuclear. Se espera que el año que viene empiece la obra civil.

Invap fabricó un reactor nuclear que funciona en Pilcaniyeu, ¿qué diferencia hay entre ese reactor y el Carem?

–El reactor que está en Bariloche es de potencia cero, no genera electricidad. Es una herramienta de validación de los conceptos y de la tecnología que se está utilizando para hacer el prototipo del Carem. Si nos largáramos a hacer el prototipo basados nada más que en cálculos correríamos el riesgo de invertir mucho dinero en algo que por ahí no funciona. Esto permite garantizar el funcionamiento con una inversión menor. Lo mismo ocurre con la fabricación de los satélites. Cuando se fabrica un satélite, el que vuela es el satélite propiamente dicho, pero previo a eso se hacen tres satélites más, no completos. Uno para probar el modelo térmico, otro para ver si la estructura va a soportar el momento de despegue, y otro para testear la ingeniería electrónica. Se termina casi con cuatro satélites para hacer uno que vuele. El mismo proceso se puede ver en lo nuclear.

¿Y qué diferencia hay entre el proyecto del Carem y el reactor que vendieron a Australia?

–El Carem es un reactor cuyo objetivo fundamental, acoplado a una central, es producir vapor para mover una turbina y generar electricidad. Como los reactores de Embalse y Atucha, pero más chico y nacional, porque Embalse es de tecnología canadiense y Atucha de origen alemán. Los reactores de investigación, como el que se instaló en Australia, no sólo no producen electricidad, sino que consumen, y el calor que genera la reacción nuclear hay que extraerlo con bombas y torres de enfriamiento. El calor es un estorbo porque son para producir radioisótopos, hacer análisis químicos y dar tratamiento médico a ciertos tipos de cáncer, mientras que en el Carem el objetivo es tener mucho calor para generar electricidad

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