Dom 20.06.2010
cash

“Hay un movimiento....”

› Por Natalia Aruguete

“A diferencia de lo sucedido en los años ’90, cuando se multiplicaron las crisis en los mercados emergentes, la debacle actual impacta en el corazón financiero mundial. Los países en desarrollo muestran una recuperación sustancial y más rápida que los Estados Unidos y Europa”, señala Carlos Marichal, historiador especializado en economía. Autor del reciente libro Nueva historia de las grandes crisis financieras, Marichal es un reconocido investigador mexicano, doctor por la Universidad de Harvard y profesor visitante en las universidades de Stanford, Carlos III, Complutense de Madrid y Autónoma de Barcelona. En su paso por Buenos Aires, concedió una entrevista a Cash.

¿Por qué los actores clave de esta crisis no la anticiparon?

–Paul Krugman, cuando escribió El retorno de la economía de la depresión en 1999, anticipó este colapso financiero. En ese momento no fue un éxito porque todos estaban obsesionados con el auge de Wall Street, el mayor de toda la historia. Ocho años más tarde, con el Premio Nobel debajo del brazo y en medio de la crisis, volvió a lanzar el libro con mucho éxito.

Pero el análisis hacía foco en los países periféricos.

–Cierto, la previsión era que las crisis vendrían de la periferia. No pudieron prever las fuertes debilidades de los mercados financieros más importantes del mundo: Nueva York y Londres.

¿La crisis “punto com” de 2001 no fue un aviso de la debacle de 2008?

–Esa crisis generó un gran temor. Al caer todas las cotizaciones de las empresas tecnológicas, la Reserva Federal redujo inmediatamente la tasa de interés de casi 6 por ciento a más o menos el uno por ciento. La más baja de la historia. Esto permitió que la Bolsa rebotara a pesar de haber sufrido la peor caída desde el año ’29. Además, había un auge del mercado inmobiliario, que no sufrió caídas con la crisis “punto com” sino que siguió un camino ascendente. En ese momento, los países en desarrollo, que habían sufrido graves crisis, estaban en proceso de recuperación mientras los países del centro experimentaban un auge enorme.

¿En qué medida la crisis de 2001 influyó en el desenlace de 2008?

–Entre 2002 y 2006 se formaron dos burbujas enormes en forma simultánea, una inmobiliaria y otra bursátil, en los Estados Unidos, Inglaterra y España. Según las series históricas, las burbujas bursátiles que hubo entre 1990 y 2001 y entre 2003 y 2006 no tienen precedentes. El mercado de capitales en Nueva York creció de manera extraordinaria en ese período. En 1990, el total de operaciones de ese país superaba los tres billones de dólares. Tokio tenía una cifra cercana. Francia, Alemania, poco menos. En 2005, Tokio seguía en 3 billones mientras que Nueva York estaba en 14,5 billones. El mercado de capitales de Estados Unidos era y es no sólo el más grande del mundo, sino el más grande de todos los otros mercados juntos. A eso no le prestaron mucha atención.

¿Por qué?

–Porque en la época moderna, los bancos centrales no prestan demasiada atención, en cuanto a su capacidad de acción, a los valores bursátiles o inmobiliarios. No es propiamente su campo de regulación. Tienen como mandato, norma y regla el vigilar a los bancos, vigilar la situación monetaria y utilizar el índice de precios como indicador de la inflación. Lo que procuran es mantener estabilidad de precios y aventar un crecimiento económico más o menos estable y sostenido. Alan Greenspan sostenía que desde la Reserva Federal no podía influir de manera importante sobre la Bolsa. Muchos autores dicen que, en realidad, Greenspan tendía a que el mercado se recuperase y volviera a su auge.

¿Cree que fueron adecuados los rescates implementados por los gobiernos y los bancos centrales?

–Si no se hubieran hecho esos rescates, el sistema financiero se habría hundido, no ya a nivel nacional sino mundial. Los historiadores económicos que comparan la crisis de 1929 con la de 2008 demuestran que, en la primera etapa, esta última fue peor en la caída de los valores bursátiles, del comercio internacional e, incluso, de la producción industrial. Cuando quebró Lehman Brothers, el 15 de febrero de 2008, se tenía la sensación –y lo confesaron el presidente del banco de la Reserva Federal de Nueva York, Tim Geithner, el secretario del Tesoro, Henry Paulson, y el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke– de un desplome total del sistema financiero. Al mismo tiempo debe enfatizarse que en ningún país en desarrollo hubo crisis bancarias.

Sin embargo, los países en desarrollo sufrieron las consecuencias de esta crisis.

–En esos países, inicialmente la crisis tuvo un impacto en la baja de los precios en la Bolsa y sobre su comercio. Sin embargo, la recuperación en ambas esferas fue sustancial y mucho más rápida que en los Estados Unidos y Europa. Pero depende de qué grupos de países elegimos.

¿Por ejemplo?

–En China, la recuperación fue notoria, similar a la de India. Sudamérica logró una recuperación rápida. Al punto de que, en algunos casos, es difícil hablar de una gran recesión. Las tasas de desempleo inicialmente aumentaron, pero luego se redujeron y hoy en la Argentina o Brasil se está logrando un aumento sustancial del empleo.

¿Dónde se ubica Grecia en este contexto?

–Al comienzo, los países del Mediterráneo sufrieron menos la crisis, en parte, por el escudo del euro. Si no hubieran tenido el euro como moneda, habrían sufrido ataques especulativos muy fuertes en 2008. En épocas de crisis, las firmas financieras atacan las monedas que consideran más débiles.

¿Entonces cómo se explica la crisis en Grecia o España?

–Hay ataques especulativos en contra de la deuda de estos países. Hay un movimiento natural, aunque también perverso, de los bancos y las empresas financieras. Muchos de ellos son bancos de Estados Unidos, Inglaterra y Alemania, que fueron rescatados y operan muy activamente en los mercados monetarios, y que apostaron a la baja del euro, considerando que iban a ganar dinero con eso. Es un mecanismo perverso porque especulan contra una de las monedas de reserva fundamental a nivel internacional, sin que haya motivos del todo razonables para ello. Sin duda el euro estaba sobrevaluado y las deudas públicas en Grecia, España, Italia y Portugal son importantes. Pero la deuda de España es mucho menor, en términos relativos, que la de Inglaterra o, incluso, que la de Alemania.

¿Qué época se abre en el escenario financiero?

–Las grandes crisis marcan cambios en la arquitectura financiera internacional. La primera gran crisis mundial de 1873 impulsó el establecimiento del patrón oro, esto tuvo efectos positivos. Después de la crisis de 1929 se abandonó el patrón oro, hubo una mayor rivalidad entre naciones y menor cooperación económica y monetaria internacional. Eso llevó a la inestabilidad de los años ’30, acentuada por las rivalidades militares. Al final de la Segunda Guerra Mundial se estableció el sistema de Bretton Woods.

¿La Segunda Guerra Mundial es comparable con crisis financieras como la de 1873 o la de 1929?

–La Segunda Guerra Mundial tuvo las mismas consecuencias o peores que las de una crisis financiera. Los países vencedores decidieron establecer un nuevo sistema que pudiera garantizar estabilidad. Y se logró establecer una serie de acuerdos, bajo el diseño Bretton Woods, que permitieron un crecimiento sostenido y pocas crisis.

¿Por qué hubo pocas crisis en los treinta años que siguieron a la Segunda Guerra?

–Había regulaciones muy fuertes. A nivel de la economía internacional, los movimientos de capitales estaban bastante regulados y había control por parte del gobierno y la banca central, que estaban más sincronizadas en el manejo de las tasas de interés. En el ’71 se empezaron a liberalizar los movimientos de capitales. Se llegó a un endeudamiento muy fuerte en los países latinoamericanos. En los ’80 el proceso se desbocó.

¿Por qué?

–Por el Big-Bang en Londres, que implicó liberalizar el mercado de manera muy notable, pero también de la aplicación de tecnología nueva. La electrónica influyó en la globalización: permitió realizar más operaciones, en mayor escala, en menos tiempo y 24 horas al día. Desde mediados de los ’90 se crearon instrumentos de inversión de alto riesgo. Fue uno de los factores que generaron las condiciones de la crisis actual. Hoy se está repensando la regulación de los mercados financieros.

¿En qué niveles?

–Hay discusiones en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos para regular la banca y a fin de mes debe aprobarse la ley. Será una ley reformista, que impondrá límites hasta cierto punto; por ahora no sabemos cuál será su alcance. En Alemania y Hungría hay una norma sobre las ganancias de los bancos. Al mismo tiempo, en los bancos centrales se está discutiendo el grado de regulación que se aplicará en cada país.

Dada la dimensión que alcanzó la especulación financiera, ¿es posible aplicar una regulación efectiva en este sector?

–Los que más crecieron son los bancos globales. Los fondos de inversión y la banca privada se vieron muy debilitados por la crisis. En Estados Unidos se está dando un proceso de consolidación de la banca. Esas entidades son más grandes y seguirán creciendo. Son bancos globales que operan en muchos mercados y se oponen a una legislación que los regule. Y, en este contexto, es muy difícil poner en marcha una legislación internacional. Mucho depende del grado de coordinación que haya entre las naciones. Esta nueva regulación la tienen que establecer básicamente los bancos centrales. Actualmente, hay una tensión entre los bancos centrales y los grandes bancos comerciales.

Diferentes países de Sudamérica participan de un debate conjunto sobre una nueva arquitectura financiera regional.

–La economía mexicana está más vinculada con la norteamericana. Es problemática su incorporación dentro de la reforma del sistema monetario en Sudamérica. Creo que la propuesta más interesante es la de coordinación monetaria, en la que los bancos centrales participen de manera más activa en mantener y permitir el establecimiento de un instrumento basado en una canasta de monedas.

¿Cuáles serían los beneficios de tal coordinación?

–Se reduciría el grado de volatilidad monetaria, se aseguraría una cooperación para que cada país ayude al otro en situaciones de crisis y permitiría poco a poco establecer un cierto balance entre las monedas. También Asia se propuso un mayor grado de cooperación monetaria regional

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