FRAUDES FINANCIEROS GLOBALES
› Por Carlos Weitz
Lisbeth Salander es la joven protagonista femenina de la trilogía literaria Millennium, creada por el novelista sueco Stieg Larsson. Salander es una heroína moderna que ha sido maltratada por el Estado sueco desde su infancia. Durante el relato es descripta como poseedora de una inteligencia extraordinaria que la ayuda a transformarse en una de los mejores hackers de su país. En el primer libro de la saga, la joven sueca enfrenta, entre otros, a un financista inescrupuloso a quien no sólo consigue desenmascarar ante la sociedad, sino que logra penetrar en sus cuentas bancarias y vaciarlas.
En el mundo real existe un pequeño ejército de hackers, con fines menos nobles que los de Salander, que navegan en Internet esquilmando cuentas de desprevenidos clientes bancarios. El pasado 7 de agosto, Vladislav A. Horohorin, un joven de 27 años residente en Moscú y conocido en Internet por su seudónimo BadB, fue atrapado por las autoridades francesas, acusado de efectuar fraudes financieros robando números de tarjetas de crédito a través de Internet para luego venderlas alrededor del planeta. Según los servicios de Inteligencia norteamericanos, BadB, que ha sido descripto como uno de los criminales online más sofisticados del mundo, integra una camada de jóvenes hackers rusos dedicados a introducirse en servidores ajenos utilizando como principales armas su inteligencia, audacia y falta de escrúpulos. Sus defensores sostienen que estos hackers se guían por un sistema de principios, como la diferenciación entre las víctimas de sus robos por nacionalidad y clase social, el respeto al trabajo realizado por los compañeros y el trato correcto en el lenguaje. BadB ha intentado justificar sus acciones –sin mucho éxito– apelando a cuestiones ideológicas tales como la defensa del socialismo, instando al proletariado internacional a seguir consignas que aparecen en su sitio como: “Esperamos que tú también luches contra el imperialismo de USA”.
Según señala esta semana The New York Times citando a expertos en seguridad, las fuerzas del orden rusas no han demostrado mucho entusiasmo en perseguir a estos talentosos cultores del fraude financiero a través de Internet, ya sea por incompetencia, por corrupción o por orgullo nacional. Sin embargo, “el imperialismo” no se ha quedado atrás ante estos arteros ataques y ha usado los mismos métodos de sus enemigos. Según relata el periódico norteamericano, en 2002 el FBI intentó capturar a un hacker ruso, Vasily Gorshkov, invitándolo a una entrevista para un empleo ficticio. Para ello, hackearon su computadora personal en Rusia en la búsqueda de información incriminatoria, hecho que motivó el enojo de las autoridades rusas.
Las agencias de investigación occidentales sostienen que programadores rusos han intentado desarrollar un código online que les permita penetrar cuentas bancarias en Occidente. En 2007 el gobierno sueco identificó un hacker ruso, cuyo simpático seudónimo era “Cadáver”, como el autor de un virus que se introducía en las computadoras personales de los clientes del banco sueco Nordea, logrando hacerse de 1 millón de dólares. Durante un tiempo estos programas se vendían abiertamente en un sitio ruso online cuya página de inicio mostraba una ilustración de Lenin con gesto rudo.
Más allá de las distintas anécdotas y de la utilización que hacen los servicios de Inteligencia de todo el mundo de Internet con fines inconfesables, desde hace más de una década los reguladores financieros han tratado de diseñar normas para combatir el fraude financiero a través de la red, entendiendo que la combinación de una mayor globalización financiera junto con la popularización de las operaciones financieras online constituyen un cocktail explosivo para el buen funcionamiento e integridad de los mercados
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