Dom 31.10.2010
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Como Franklin D. Roosevelt

› Por Mark Weisbrot *

La muerte repentina de Néstor Kirchner hoy representa una gran pérdida, no sólo para la Argentina, sino para la región y el mundo. Kirchner asumió sus funciones como presidente de la Nación en mayo de 2003, cuando Argentina estaba en su etapa inicial de recuperación de una recesión terrible. El papel que jugó en el rescate de la economía argentina se puede comparar al papel que tuvo Franklin D. Roosevelt durante la Gran Depresión de los Estados Unidos. Como Roosevelt, Kirchner tuvo que defenderse no solamente de intereses poderosos y adinerados, sino que también de la mayoría de la profesión de economía, que estaba insistiendo que sus políticas llevarían a un desastre. Pero se demostró que ellos estaban equivocados y que Kirchner tenía razón.

La recesión en Argentina de 1998-2002 se puede comparar con la Gran Depresión de los Estados Unidos en términos de desempleo, que llegó a un máximo de 21 por ciento, y pérdida de producción (20 por ciento del PIB). En diciembre de 2001 y enero de 2002, el país experimentó una devaluación masiva, un incumplimiento de pago de tamaño histórico-mundial de 95 mil millones de dólares, y el colapso del sistema financiero.

Aunque algunas de las políticas heterodoxas que fundamentalmente aseguraron la rápida recuperación fueron iniciadas el año anterior a que Kirchner asumiera sus funciones, él tuvo que llevar hasta el fin las políticas para lograr que Argentina fuera la economía con el crecimiento más rápido en la región. Un gran desafío vino del Fondo Monetario Internacional. Este había jugado un papel importantísimo en causar el colapso de la economía, apoyando –entre otras políticas equivocadas– una tasa de cambio sobrevaluada, con un endeudamiento y una tasa de interés creciente. Pero cuando la economía de Argentina inevitablemente colapsó, el FMI no ofreció ayuda, solamente una serie de condiciones que iban a impedir la recuperación. El FMI estaba tratando de conseguir mejores condiciones de pago para los tenedores de la deuda. Kirchner se negó a aceptarlas, y el FMI se negó a refinanciar la deuda.

En septiembre del 2003, la batalla llegó a la cúspide cuando Kirchner incumplió temporalmente con el pago al Fondo en vez de aceptar sus condiciones. Fue un paso extraordinariamente valiente. Ningún país de ingreso medio había incumplido su pago al Fondo, solamente un grupo de estados fracasados o de parias como Irak o el Congo. Nadie sabía por completo qué podría ocurrir. Sin embargo, el Fondo se echó para atrás y extendió los préstamos.

Argentina siguió creciendo por un promedio de más de 8 por ciento anualmente hasta el 2008, sacando a más de 11 millones de personas de la pobreza en un país de 40 millones. Las políticas del gobierno de Kirchner incluyen el objetivo del Banco Central de lograr un tipo de cambio real estable y competitivo, y el ejercicio de mano dura contra los acreedores en default. Las políticas funcionaron.

El exitoso enfrentamiento de Kirchner con el FMI llegó en un momento en que el Fondo estaba perdiendo rápidamente su influencia en el mundo, después de sus fracasos durante la crisis económica asiática que precedió al colapso de Argentina. Le demostró al mundo que un país podría desafiar al FMI y aun sobrevivir para contar la historia, y así contribuyó a la consiguiente pérdida de influencia del FMI en América latina y entre los países de ingreso medio en general. Ya que el FMI en ese momento era la avenida más importante de influencia de Washington dentro de los países de ingreso bajo y medio, eso contribuyó al retroceso de la influencia estadounidense.

Y Kirchner jugó un papel importante en la consolidación de esa independencia, trabajando con otros gobiernos de izquierda, incluyendo a Brasil, Venezuela, Ecuador y Bolivia. A través de instituciones como Unasur (la Unión de Naciones Suramericanas), Mercosur y numerosos acuerdos comerciales América del Sur fue capaz de cambiar drásticamente su trayectoria.

Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner han hecho una contribución enorme en ayudar a que Argentina y la región se muevan en una dirección progresista. Aunque esos esfuerzos generalmente no le han ganado mucho favor en Washington y en círculos internacionales de negocios, la historia lo va a recordar no sólo como un buen presidente, sino como un héroe de la independencia latinoamericana

*Center for Economic and Policy Research, en Washington.

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