Dom 20.03.2011
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INFORME ESPECIAL > LA ESTRATEGIA DE LOS GRANDES INDUSTRIALES Y LA INTERNA DE LA UIA

Toma de posición

La historia argentina presenta una particularidad desconcertante: durante décadas el Estado transfirió cuantiosos recursos públicos hacia un reducido grupo de grandes firmas a través de diversos mecanismos y, sin embargo, los resultados generales de esas políticas distaron mucho de ser favorables en términos de lograr el desarrollo nacional. En ese contexto, las crisis internas de la UIA no son ajenas a esa dinámica y al momento político y económico. En esta oportunidad, esa tensión se resolvió con la elección de José Ignacio de Mendiguren como futuro presidente de la UIA. Así se dirimió cuál será la estrategia a desplegar para ejercer presión sobre el Gobierno, en pos de promover intereses sectoriales en las discusiones paritarias y en el debate sobre la competitividad del sector industrial durante un año electoral.

› Por Marina Dossi *

¿Qué pasa con las corporaciones empresarias? ¿Cómo dirimen y gestionan su representación a partir de sus crisis internas? El reciente conflicto en la Unión Industrial Argentina, desencadenado con la renuncia de su presidente, Héctor Méndez, se vincula con estas cuestiones. No es la primera vez que la UIA atraviesa por momentos de turbulencias, plasmados entre sus lineamientos internos, los tradicionales Movimiento Industrial Argentino (MIA) y Movimiento Industrial Nacional (MIN), reconvertidos a partir de 2003 en las líneas Celeste y Blanca e Industriales, respectivamente.

Sintéticamente, el MIA se fundó en 1975. Se caracteriza por su carácter liberal y agroexportador, proclive a los procesos de apertura y liberalización de la economía, con una importante presencia en su seno de la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios.

El Movimiento Industrial Nacional surgió en 1982 fruto de la fusión del Movimiento de Unidad Industrial y el Movimiento Empresario del Interior, y se caracteriza por estar más vinculado con el mercado interno, con los empresarios pequeños y medianos y con los del interior del país.

Estos nuevos espacios de representación no sólo constituyeron un cambio de nombre sino que también implicaron el realineamiento de sectores que tradicionalmente pertenecieron al MIA o al MIN. Además, en Industriales se destaca la presencia de grupos económicos como Techint y Arcor, mientras que en Celeste y Blanca tienen mayor injerencia grupos como Fiat y Ledesma. Asimismo, la presencia de estos grupos es decisiva en los procesos de toma de decisión en cada una de las listas.

Desde los inicios de la década del ‘90 y hasta la actualidad, la UIA atravesó por tres quiebres importantes:

n El primero, en 1991, cuando se presentaron y enfrentaron dos listas para dirimir la elección de su presidente, impidiendo la presentación de una lista única, consensuada previamente por los integrantes de cada una de las listas en el Comité Ejecutivo, la mesa chica de la corporación empresaria.

  • El segundo, en 2003, produjo una ruptura con fuertes repercusiones que originó la reformulación de los agrupamientos tradicionales y la formación de los nuevos espacios de representación. Allí influyeron intereses económicos y preferencias políticas e ideológicas de los dirigentes industriales. Las nuevas listas se enfrentaron en elecciones quebrando el consenso en la dirigencia fabril y el pacto de lista única y alternancia de dirigentes entre las corrientes sellado en el año 1997. Este pacto implicaba que en las elecciones presidenciales realizadas cada dos años, las dos listas consensúan presentar una lista única, pero designando al presidente una vez cada una.

  • En el reciente conflicto se mantienen esos lineamientos, pero las presiones y discrepancias sobre qué intereses y sectores industriales dominan el proceso de toma de decisión en la entidad condujeron a la renuncia de Méndez y a una marcada puja de intereses entre los agrupamientos y en el seno de cada uno, destacándose la crisis en Industriales por ser la lista encargada de elegir el candidato a presidente, fruto del acuerdo de alternancia.

El rol dominante de Techint en Industriales y su voluntad de imponer un candidato propio hicieron temblar la cohesión de la lista y habilitar así la posibilidad de realizar elecciones reclamadas desde algunos sectores industriales. Sin embargo, se negociaron posiciones y se decidió finalmente la elección de José Ignacio de Mendiguren como candidato de Industriales, en simultáneo con el otorgamiento de puestos clave a los referentes de Techint y Arcor. Si bien desde el grupo Techint se prefería marcar un distanciamiento con el Gobierno, la elección de De Mendiguren implicó designar a un dirigente afín con las políticas gubernamentales y garante de una relación de equilibrio y cercanía con el Gobierno. Por otra parte, la aceptación de los integrantes de Celeste y Blanca hacia la candidatura de De Mendiguren terminó de sellar la unificación de la dirigencia de la UIA, y una década después erigió nuevamente al industrial como presidente de la entidad.

Por otra parte, las crisis internas de la UIA no son ajenas al contexto político y económico de nuestro país.

La primera se vinculó con la implementación de las reformas de corte neoliberal que implicaron un drástico cambio para el sector industrial en su conjunto, delimitando ganadores y perdedores que se replicaron en el seno de la UIA, potenciando sus heterogeneidades y fragmentaciones internas.

La segunda se produjo en un contexto de convulsión institucional y caos económico que culminó en el derrumbe de fines de 2001 y la brusca devaluación de 2002, que modificó drásticamente los precios relativos de la economía, generando nuevas posiciones y estrategias para los distintos sectores industriales, y por ende en las acciones desplegadas por su asociación representativa. Además, esta crisis tuvo la particularidad de producirse en simultáneo con las elecciones nacionales que enfrentaban a Carlos Menem y a Néstor Kirchner, representantes de dos modelos económicos opuestos.

Finalmente, la última crisis se desató también en un momento de tensiones en el plano político, dada la inminencia de los comicios electorales a nivel nacional. En lo económico existe una serie de circunstancias conflictivas para el sector industrial, tales como las discusiones paritarias y las distintas opiniones en la central fabril sobre la competitividad del sector industrial con un dólar estable y un proceso inflacionario.

En este marco, la decisión de los dirigentes industriales fue sostener la cohesión y el consenso en la corporación, evitando la fractura del pacto de alternancia reinstaurado en 2005, y a partir de la unidad dirimir cuál es la mejor estrategia a desplegar para ejercer presión sobre el gobierno, en pos de promover intereses sectoriales durante un año electoral, clave para la dirigencia empresaria, política y sindical

* Economista Idaes-UBA.

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