› Por Sebastián Premici
En la última reunión del Grupo de los 20 se puso en discusión el futuro de la producción agropecuaria. La posición de los países en desarrollo, entre los cuales estuvo la Argentina, fue que para evitar el daño colateral de la especulación financiera alrededor de los commodities, había que aumentar la producción de todos los bienes agropecuarios. En este sentido, la FAO (organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) estima que para cubrir las necesidades alimentarias del mundo debería incrementarse la producción en un 60 por ciento, dentro de los próximos 40 años. En el mundo es cada vez más común hablar de la soberanía alimentaria y la sustentabilidad a la hora de producir y trabajar la tierra. Esta perspectiva es la que muchas veces entra en colisión con el sistema capitalista, donde lo que prima es la maximización de beneficios y la apertura comercial, en detrimento del correcto uso de los recursos naturales y las necesidades de los pueblos.
En ese contexto, el Ministerio de Agricultura está terminando la presentación del Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial (PEA) 2010-2016, elaborado junto con más de 40 universidades de todo el país, donde se analizaron 24 complejos productivos. El trabajo, que será entregado en las próximas semanas a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, va más allá del período comprendido y elaboró un escenario posible a 2020, en consonancia con las proyecciones y reclamos de la FAO.
Con una posible fuerte demanda de China en los próximos años, ya que orientarán sus esfuerzos al mercado interno, Argentina prevé que en diez años podría alcanzar una producción granaria de 157 millones de toneladas, frente a las actuales 100 millones, mientras que la producción de carne estaría en condiciones de incrementarse en un 70 por ciento, al pasar de las aproximadamente 3,17 millones de toneladas –bovina, porcina, aviar, ovina– a 7,7 millones.
Cash adelanta las principales conclusiones y proyecciones del PEA 2020 para la producción de granos y carne. Según el Plan Fénix, de cumplirse los objetivos del Plan Estratégico, el país podría duplicar su PBI en los próximos diez años.
- Granos
Para realizar una proyección a 2020, el PEA elaboró un escenario que toma las actuales condiciones macroeconómicas, pero con una mejora en la adopción de tecnología por parte de los productores agropecuarios. Los incrementos en la producción estarán sustentados en el aumento de los rendimientos por hectárea, y una demanda creciente de alimentos a nivel mundial, como así también de energía (biocombustibles).
En este sentido, uno de los cultivos que presentarán una mayor suba en los próximos diez años será el maíz. Según los cálculos oficiales, podría pasar de las 22,6 millones de toneladas (cosecha 2009-2010) a casi 46 millones, un incremento del 106 por ciento. Como correlato, la superficie sembrada debería expandirse un 58 por ciento. Esta proyección puede explicarse por un mayor consumo interno, orientado a la generación de valor agregado a partir de la producción de carne porcina –el maíz es su principal alimento– y por la generación de biocombustibles.
Según las estimaciones de los economistas del Plan Fénix, la exportación de este tipo de energía podría incrementarse en un 300 por ciento, al pasar de los actuales 1300 a 5300 millones de dólares.
Por otro lado, la soja seguirá creciendo pero en menor porcentaje que el maíz. Para 2020 se prevé una producción de 70,9 millones de toneladas, un 34 por ciento más que las actuales 50 millones de toneladas. La oleaginosa tendrá un incremento de la superficie sembrada del 20 por ciento.
Y el trigo podría alcanzar una producción de 23,1 millones de toneladas, es decir un incremento del 57 por ciento en comparación con la campaña 2010-2011 (14,7 millones), mientras que la superficie sembrada aumentaría un 74 por ciento, al pasar de las actuales 4,3 millones de hectáreas a las previstas 7,5 millones.
En total, para 2020 se prevé una producción de granos de 157,4 millones de toneladas, de las cuales el 45 por ciento estaría destinada a la soja, un 29 por ciento al maíz, un 15 por ciento al trigo y un 3 por ciento al girasol y sorgo, entre otros. Esta producción representaría ingresos por exportaciones cercanos a los 34.000 millones de dólares.
Los cambios previstos para la superficie sembrada dan cuenta de la necesidad de reducir la dependencia a la soja, el commodity estrella, y privilegiar el maíz, con gran potencial para generar valor agregado.
- Carne
Las proyecciones para el sector de la carne quizá representen una de las mayores controversias, por las críticas crecientes sobre la pérdida del stock ganadero en los últimos años y las diferentes medidas adoptadas para favorecer el mercado interno, que cosecharon el rechazo de los integrantes de la Mesa de Enlace. El analista del INTA, Daniel Rearte, reconoció durante la última reunión de trabajo del PEA, realizada a fines de junio, que el país perdió 10 millones de cabezas de ganado en los últimos cuatro años. Hoy existen aproximadamente 50 millones de animales vacunos. Sin embargo, para Rearte el sector cárnico podría crecer en los próximos diez años en un 70 por ciento, más allá de esta pérdida del stock vacuno.
“Estamos en un momento de inflexión histórica de lo que es la ganadería nacional. El consumo por habitante está en los 56 kilos y probablemente lleguemos a 52 kilos en 2011. Este es el nivel que proyectábamos hace varios años, porque el objetivo es tener una cadena equilibrada en todo el sector de la carne. Lo que hay que recuperar es la producción. Cuando se aumentó a 58 millones de cabezas de ganado, no alcanzaba el pasto y las vacas no se preñaban. Entonces, tenemos que producir más con el actual stock”, explicó el técnico del INTA.
Por ejemplo, si se llevase el peso de faena a los 450 kilos –ahora está 100 kilos por debajo de ese registro–, y con una tasa de extracción del 28 por ciento, para 2020 podría alcanzarse una producción de 3,8 millones de toneladas de carne vacuna, de las cuales 2,4 millones serían para consumo interno y 1,3 millón para exportación. Así el stock ganadero sólo debería ajustarse en un 10 por ciento. Sin embargo, el técnico del INTA advirtió que cada región tendría que aplicar una política diferenciada para aumentar su producción.
La carne bovina es la que presenta una mayor tensión con las tierras aptas para la agricultura. Este fenómeno se observó especialmente con la soja. Sin embargo, para el INTA hay un nuevo proceso en marcha que convirtió nuevamente rentable a la ganadería en aquellas zonas donde se había privilegiado a la soja. “Con los precios actuales, la ganadería compite con la soja, donde ésta es marginal y con un suelo tradicionalmente ganadero. Por ejemplo, en Santiago del Estero, la oleaginosa rinde entre 14 y 15 quintales. Pero hoy producir carne en esa región es mucho más rentable que los 15 quintales de soja”, explicó Rearte.
Además de la carne vacuna, cuyos cortes de exportación son los más rentables, el sector porcino se presenta en el PEA como estratégico. Actualmente se importan casi 80 millones de dólares, la mayoría provenientes de Brasil. La producción actual de porcinos es de 276.000 toneladas. Según las previsiones del PEA, en diez años podrían alcanzarse unas 822.000 toneladas, es decir un incremento del 197 por ciento, de los cuales, 250.000 podrían exportarse. La mayor producción de la carne porcina y aviar contribuirá a equilibrar la balanza del sector cárnico, habilitando una mayor cantidad de toneladas para la exportación de carne vacuna. En total, para 2020 el INTA prevé una producción de carnes cercana a las 7,7 millones de toneladas. “Hoy no hay negocio de la ganadería que no sea rentable”, concluyó Rearte
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