LA EXPERIENCIA DE INTEGRACIóN ASIáTICA
Durante décadas, gran parte de Asia basó su política de crecimiento en las exportaciones. Ahora le ha sumado el fomento del consumo doméstico, además de impulsar el comercio entre los países de la región.
› Por Marcelo Justo
Desde Londres
En medio de la extensa crisis que estalló en 2008, Asia se ha convertido en un área de crecimiento sostenido. Sin embargo, esos países están ensayando nuevos caminos para mantener su dinamismo económico. “La actual crisis ha acelerado dos procesos clave en Asia. La regionalización de sus economías y el paso de un crecimiento basado en las exportaciones a otro dominado por el sector doméstico”, indicó Chris Dixon, director del departamento de Asia del Global Policy Institute de Londres.
¿La clave de la fórmula asiática de regionalización y consumo doméstico es el camino para neutralizar la crisis global?
–Esto es algo que se está intentando en distintas partes del mundo, pero en Asia responde a un proceso de larga data. Los diez países que conforman Asean, más Corea, China, Japón y Hong Kong, están coordinando estrategias en base a un modelo que primero se probó en Japón y que luego se dio en Corea, Taiwan, China y Vietnam. Estos son algunos de los países más emblemáticos de esa estrategia de desarrollo basada en el fuerte crecimiento de las exportaciones. Ahora se está buscando enfatizar el consumo doméstico.
¿Es una nueva fase?
–Sí, y tiene su punto de partida en la crisis financiera de 1997. Desde ese momento, la mayoría de los países empezó a moverse lentamente hacia la creación de una red de seguridad social y una redistribución del ingreso que sirvieran para superar las limitaciones del modelo exportador y saldar una fuerte deuda social y garantizar estabilidad política. Si se observan los índices de crecimiento de esos países desde 2007, queda claro que el consumo doméstico se ha mantenido y que los paquetes de estímulo fiscal se han concentrado en gran medida en reactivar este segmento de la economía.
¿Qué casos en particular?
–El chino es el más obvio, con la reforma del sistema de pensiones y salud. Uno de los problemas para el paso del sistema exportador al de consumo doméstico es que si la gente se ve obligada a ahorrar porque no tiene un sistema jubilatorio o acceso a la salud, hay una inevitable contracción del consumo. China lanzó un plan muy ambicioso con un notable nivel de inversión estatal y voluntad política para revertir esa situación. Los chinos avanzan con un sistema de experimentos pilotos en determinadas zonas que sirven de laboratorio antes de extenderlos a nivel nacional. El gran enigma es si ambas reformas, que se completarán en el curso de esta década, serán suficientes para modificar los hábitos de ahorro y consumo de los chinos, que tienen muy internalizada la conducta cautelosa para contrarrestar la falta de una red social.
¿Qué otro país emprendió ese camino?
–Malasia. Puso en marcha un plan de cinco años que tiene como eje el crecimiento del consumo doméstico. Es interesante que al mismo tiempo la otra cara de esta estrategia adoptada por los países asiáticos es el desarrollo del mercado regional. La proporción del comercio intrarregional ha pasado aproximadamente del 51 por ciento en 2001 a 59 por ciento a fines de 2010. Este es un proceso que va a produndizarse.
Desde la crisis financiera de 1997 se está hablando de la creación de una especie de Fondo Monetario regional. ¿Avanzó ese proyecto?
–En 2010 se puso en marcha un fondo que podría acercarse a esa idea, que está dando vueltas desde 1997. Es un fondo regional (CMIM) que suministre una liquidez para los miembros, respaldado por las reservas de las bancas centrales. Si se tiene en cuenta que China y Japón son miembros de ese fondo, con sus inmensas reservas, es obvio que recursos no faltan. Pero existen temas políticas y operativos que falta resolver. A nivel operativo es necesario tener un sistema de supervisión y alerta en funcionamiento. El problema político-diplomático es todavía más espinoso.
¿Por qué?
–Muchos países piensan que el fondo asiático sería una alternativa al FMI y que tienen que definirse entre uno y otro, lo que produce temor de ofender a Washington. A esto se suma la incertidumbre que crea poner en funcionamiento un nuevo mecanismo multilateral. Con la crisis actual, el FMI no ha tenido inconveniente en decir que ambas organizaciones pueden convivir sin problemas. Pero hay mucha geopolítica en juego.
En América latina hay también un proceso de creciente regionalización.
–Muchos opinan que lo que se llama la globalización es en realidad una nueva regionalización. En el contexto de la actual crisis, son obvias las posibilidades que hay en Sudamérica para una posible fusión del Mercosur y los países andinos. La lógica de esta regionalización en épocas de inestabilidad es clara. Lo mismo sucede con el paso a un modelo con más peso del consumo doméstico. Para América latina como para Asia es una cuestión económico-social de fuerte impacto político. El problema de esas estrategias es que cuando la integración es muy profunda y no existen las estructuras institucionales apropiadas, la correa de transmisión es muy rápida, como se vio con la crisis asiática de julio de 1997. La integración regional es muy buena cuando los mercados se expanden, pero puede ser riesgosa cuando hay un colapso de esos mercados
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