Dom 18.03.2012
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DIFERENTES RESPUESTAS DEL MERCADO A LOS CANJES DE DEUDA GRIEGO Y ARGENTINO

Doble estándar

Al día siguiente del canje de deuda de Grecia, la calificadora de riesgo Fitch le subió la nota. Argentina, mientras tanto, todavía sigue castigada por el mercado financiero internacional. Las maniobras de Goldman Sachs.

Grecia concretó su canje de deuda con una notable quita de capital al rescatar 232.500 millones de dólares en bonos a menos de la mitad de su valor. La operación fue considerada un éxito por los líderes de la Eurozona, por el elevado grado de adhesión (96 por ciento, el mismo porcentaje que alcanzó Argentina con sus dos canjes). Ese resultado le significó una revisión al alza en la calificación crediticia de su deuda. Esa mejora no se debió a que la economía griega se muestre más sólida y con una mejor capacidad de repago, sino porque su gobierno se sometió a las presiones para realizar un brutal ajuste, el mismo que el establishment financiero internacional impone y del cual se enriquece.

De hecho, las medidas de ajuste aplicadas en Grecia le cierra el camino de su recuperación. La alianza de grandes bancos, calificadoras y megainversores se exhibió esta semana: la agencia Fitch elevó la nota el mismo día en que se concretó el canje. Precisamente en esa jornada también se reveló con detalle el monto del beneficio económico y las características del fraude que le significó a Goldman Sachs maquillar las cuentas de Grecia para que completara los requisitos de ingreso en el euro.

Desde que ese país empezó a derrapar se reiteraron las comparaciones con la situación económica y social de la Argentina previa a la crisis de 2001. Más allá de las coincidencias en cuanto a sus respectivos desenlaces, existen matices en los tiempos en los que se aplicaron algunas decisiones. Si bien es cierto que ambos países debieron reestructurar su deuda, la diferencia radica en la posibilidad de capitalizar ese resultado. La quita que logró Grecia es tan importante como la que obtuvo el gobierno de Néstor Kirchner en 2005. Sin embargo, la Argentina llevó a cabo esa operación en un contexto de sustanciales ingresos de divisas, a partir de un tipo de cambio competitivo y una política de incentivo al consumo interno. En cambio, la economía griega sigue atada al euro y a las recetas ortodoxas que obstaculizan la salida de la crisis.

El canje de deuda argentino y el posterior cumplimiento de los vencimientos no se reflejaron en una mejora en la evaluación del mercado internacional. Tampoco la recuperación económica y los sólidos indicadores de crecimiento en los años siguientes. Por el contrario, la revisión al alza en la nota crediticia argentina demoró varios años. En cambio, no bien cerró Grecia su reestructuración, la agencia de ratings Fitch elevó la nota de default parcial (RD) a bono basura (B-), con perspectiva “estable”. Fitch asegura que al haberse completado el canje de los bonos se alejó el peligro del default. Grecia se encuentra en las mismas condiciones que antes del canje y si no logra aplicar una política fiscal y monetaria expansiva, no podrá cumplir con sus acreedores. La apuesta, según Fitch, es que reduzca su déficit con recortes presupuestarios.

La réplica a las quejas argentinas por no mejorar la nota de la deuda fue que no lograba ser un país confiable por no respetar las reglas del mercado, argumento que repiten a coro economistas de la city. Sin embargo, luego de cancelar su vínculo crediticio con el Fondo Monetario, la Argentina cumplió –y en muchos casos de manera anticipada– con su deuda. Como muestra del doble estándar, esta semana se conocieron detalles de las maniobras de Goldman Sachs con Grecia, que le reportó una ganancia de 800 millones de dólares, al dibujar los resultados fiscales para que ese país cumpliera con el Tratado de Maastricht para ingresar a la moneda común europea. Esto le terminó costando al sistema bancario europeo unos 7000 millones de euros. Este comportamiento se encuadraría en “no respetar las reglas de mercado”. Pero, en este caso, lo que importa es el poder de los grupos concentrados. El actual presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, fue vice de Goldman Sachs para Europa, entre 2002 y 2005, período en que el banco burló los controles de la Eurozona escondiendo el rojo de Grecia

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