FEDERACIóN COOPERATIVA DE SOFTWARE LIBRE
El modelo de software libre y la organización cooperativa tienen muchos rasgos en común. Individuos, comunidades y empresas comparten en red el conocimiento que se acumula, mejorando sistemas con más velocidad y calidad.
› Por Esteban Magnani
Las cooperativas son generalmente vistas como una forma de asociar emprendedores cuyo rasgo distintivo es ser algo más democráticas que una empresa tradicional. Si bien esa primera mirada no es incorrecta, en realidad se queda corta a la hora de entender el horizonte al que apuntan. Hay cooperativas de varios niveles: las que conocemos simplemente como cooperativas; las federaciones que suelen agrupar a aquellas que tienen una afinidad productiva, territorial o ideológica; las que forman confederaciones o las asociaciones internacionales. Es decir que las unidades mínimas buscan reproducir los lazos de igualdad que las organizan internamente también hacia el exterior.
“Para mí el cooperativismo y el software libre (SL) tienen todo que ver”, explica a Cash Pablo Vannini, miembro de Gcoop, cooperativa que hace sistemas con este tipo de software. “Es que el modelo de SL es el del trabajo comunitario, en el que se comparten los resultados para que nos beneficiemos todos, en lugar de intentar apropiarnos cada uno de su pedacito para vendérselo a los demás todas las veces que podamos.” La diferencia con quienes no usan el SL es que gracias a esta lógica de trabajo en red de individuos, comunidades y empresas, el conocimiento se acumula y se mejora con más velocidad y calidad que lo que puede ofrecer una empresa aislada que no quiere compartir el conocimiento que genera.
Once cooperativas de todo el país que trabajan con tecnología decidieron nuclearse en la Federación Argentina de Cooperativas de Trabajo de Tecnología, Innovación y Conocimiento (Facttic) para compartir recursos. La idea que tienen es seguir sumando y que pueda ser un modelo para jóvenes programadores o ingenieros. “En Gcoop ya somos 12 y nos sabemos si queremos seguir creciendo porque se pierde el trato cotidiano, entonces a veces pasamos trabajo a otras cooperativas”, afirma Vannini.
Nicolás Pace integra la cooperativa Unixomo de Bahía Blanca, que trabaja desde hace seis meses con matrícula, aunque llevan dos años en actividad. “En el interior hay también comunidades de SL que están creciendo con otra lógica y hay trabajo para todos. A las pymes les ofrecemos servicios con SL similares a los que otros pueden ofrecer con software privativo, pero sin el costo de las licencias, entre otros beneficios. Por ese lado también podemos competir. Con los clientes más grandes es más difícil porque tal vez traen sistemas más antiguos que no quieren cambiar demasiado”, indica Pace.
El objetivo de la Federación es sumar actores que se especialicen, que promuevan el SL como herramienta y actúen como una red que pueda resolver todo tipo de encargos. De hecho, otra organización reciente que busca lo mismo, aunque no sólo desde el cooperativismo, es la Cámara Argentina de Empresas de Software Libre (Cadesol). La cámara se fundó el año pasado y tiene 18 empresas asociadas, dos de ellas cooperativas. Buscan convocar la atención de otras cámaras para difundir el SL o, incluso, explicarles todas las herramientas de ese tipo que utilizan y no saben (por ejemplo, para servidores) para que entiendan que muchas veces pagar por licencias no es la única forma de obtener productos de calidad.
“Lo más difícil es llegar a las empresas que tienen sistemas privativos muy consolidados o que se cuidan la espalda contratando servicios que tienen un nombre más conocido”, detalla el secretario de Cadesol, Bernardo González. “El problema que tienen ellos es que están atados a un solo proveedor, que es el que puede meterse en el código y saber qué está pasando si hay un problema.” De hecho, para González, que Twitter, Google o Facebook utilicen SL ha funcionado como marketing para demostrar que con esas herramientas se pueden construir sistemas muy complejos.
Para Vannini una diferencia importante para la difusión la puede hacer el Estado al contratar SL: “En España, a partir de una ley, aumentó la masa de gente trabajando con SL hasta el punto de hacerlo mucho más competitivo. En Rosario, por ejemplo, se hizo el sistema de gestión de la municipalidad con SL y eso dio trabajo, experiencia y prestigio a cooperativas que generan y comparten conocimiento”. El sistema desarrollado en Rosario se está implementando en otros municipios, por lo que el Estado se ahorra una inversión desde cero para producir algo que ya está hecho y sólo hay que adaptar.
También el aspecto cualitativo del cooperativismo encaja con el del SL: “Unirnos nos dio la posibilidad de mejorar las condiciones de trabajo, dividir el riesgo con varios proyectos simultáneos”, explica Vannini. Para sentenciar: “Además ponemos nuestras reglas: nos damos 15 días por paternidad, decidimos nuestros retiros, todos sabemos en lo que están los demás. Tal vez podríamos ganar más trabajando solos, pero no estaríamos mejor. Es que la prioridad en una cooperativa no es la ganancia, es el trabajo.”
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