PRECIOS INTERNACIONALES DE ALIMENTOS Y POLíTICA DE INGRESOS
› Por Diego Rubinzal
Los incrementos anunciados de las asignaciones familiares y la AUH suponen una inyección adicional a la economía de 5200 millones de pesos anuales. Las erogaciones estatales anuales, destinadas al pago de asignaciones, ascenderán entonces a 29.630 millones de pesos. Ese esfuerzo presupuestario colaborará en el sostenimiento del consumo doméstico. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner sostuvo que “hemos visto en años anteriores que frente al aumento de las asignaciones familiares comenzó un movimiento con los precios de los alimentos, las bebidas, la ropa y el calzado, que son los cuatro sectores de mayor consumo de los sectores más vulnerables”. En ese sentido, la mandataria interpeló a los empresarios manifestando que “habida cuenta de que han cerrado todos los convenios colectivos de trabajo no traten de hacer lo que siempre pasa”. Alejándose de la prédica ortodoxa que identifica a la inflación como un “exceso” de demanda, la Presidenta apuntó al papel de “los formadores de precios”.
El titular de Carrefour Argentina, Daniel Fernández, salió en defensa del supermercadismo señalando que “el comercio minorista es muy competitivo. Si los costos están estables no hay razones para aumentar los precios”.
El economista Andrés Asiain puso el foco sobre el impulso inflacionario derivado de los incrementos en los precios internacionales de las materias primas.
El integrante de la Cátedra Nacional de Economía Arturo Jauretche explica cómo las variaciones en el precio de alimentos y bebidas (rubro que impulsa la suba del índice general) acompañan la evolución tendencial de los precios de exportación de la soja, el trigo y el maíz. En el trabajo Precios internacionales, alimentos e inflación, Asiain precisa que “la vinculación entre el precio de exportación de los principales cultivos del sector agropecuario con el precio de los alimentos para el mercado interno se produce en parte porque esos mismos cultivos son insumos de gran parte de los alimentos destinados al mercados interno (especialmente el trigo y el maíz, que se utilizan para la elaboración de harina, fideos, polenta, engorde de pollos, entre otros). Adicionalmente, los cultivos de exportación compiten por la tierra frente a la ganadería y otras producciones regionales como el arroz o el algodón”.
Después, el alza en el precio de los alimentos es transmitida “al resto de la economía por el ajuste de los demás precios y servicios por parte de quienes buscan mantener sus ingresos sectoriales”. A su vez, la canalización de los excedentes agropecuarios hacia inversiones inmobiliarias en sectores suburbanos determina que producciones destinadas al mercado interno (hortalizas, frutas, verduras) vean incrementados los costos de los arriendos y/o sean desplazadas a lugares lejanos de los centros de consumo, con el consiguiente incremento en los costos de los fletes.
La pregunta que surge ante este escenario es ¿por qué otros países de la región, como Brasil, registran menores niveles inflacionarios? La respuesta es que la apreciación cambiaria brasileña neutralizó parcialmente el impacto inflacionario del alza internacional de los granos y oleaginosas. La contracara de esa política cambiaria fue una menor tasa de crecimiento económico y un impacto negativo sobre la producción industrial doméstica. Otra razón es que “ha fomentado la agricultura familiar en pequeña escala, que produce aproximadamente el 70 por ciento de los alimentos destinados al mercado interno y a la que se acaba de beneficiar con una línea crediticia de 9000 millones de dólares”.
“Desde esta perspectiva, las políticas sugeridas por algunos especialistas de intentar reducir la inflación en Argentina mediante la contención del gasto y de la expansión monetaria, o moderando el alza de las jubilaciones, las asignaciones y los salarios, no afectan el corazón del alza de los precios. Por el contrario, sólo podrían aminorar la inflación a costa de una fuerte caída de la actividad económica y de los ingresos de las mayorías al impedirles recuperar sus ingresos reales frente al encarecimiento de los alimentos. Una política de estabilización de precios que mantenga el crecimiento económico y la inclusión social debe estar orientada al sector agropecuario, estimulando la producción de alimentos para el mercado interno a precios económicos”, concluye Asiain
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