El aporte de las pequeñas y medianas empresas al crecimiento económico de los últimos años ha sido insoslayable. Son las principales generadoras de empleo y su producción contribuye positivamente a la diversificación de la oferta de bienes y servicios. Atento al lugar cada vez más importante que deben comenzar a ocupar en la estructura productiva del país, en los últimos meses se han producido una serie de modificaciones normativas que reflejan el mayor espacio que lentamente empiezan a ocupar en el diseño de las políticas públicas.

Una vía fundamental para dinamizar la inversión pymes es favorecer su acceso al crédito a través del sistema financiero, que ha sido históricamente escaso, en parte por no calificar como prestatarias por la informalidad en que muchas se ven obligadas a operar. También debido a que el sistema financiero, que se rige según las señales del mercado, prefiere financiar el consumo, donde los márgenes de rentabilidad son mayores y la incertidumbre menor.

Para modificar esta tendencia se incorporó en la nueva Carta Orgánica del Banco Central, sancionada en marzo de este año, una nueva facultad a su directorio: “establecer políticas diferenciales orientadas a las pequeñas y medianas empresas y a las economías regionales”. La ejecución de este mandato no tardó en llegar, disponiéndose tres meses después que debían otorgarse a pymes el 50 por ciento de la Línea de Créditos para la Inversión Productiva (CIP).

El impacto sobre las pymes de la CIP puede medirse a partir de una nueva estadística que recientemente empezó a publicar el Banco Central. La misma permite identificar los préstamos que recibe el sector separadamente de los otorgados a grandes empresas, una información que hasta ahora no estaba disponible. La información permite percibir cambios notorios, en especial en el alargamiento de los plazos de los créditos a pymes. Entre julio y octubre los de documentos a sola firma de más de 90 días se duplicaron, pasando el promedio mensual de 336 a 800 días. A su vez, para la misma línea también hubo mejoras en las tasas de interés cobradas, que en igual período disminuyeron en más de un punto porcentual, ubicándose en 17,4 por ciento, una reducción mayor a la obtenida para la misma operatoria por el resto de las empresas.

Para promover el crédito a pymes se modificaron, además, los encajes bancarios. El Banco Central “premiará” a los bancos disminuyendo la proporción de dinero captado que tendrán que inmovilizar mientras más presten a pymes en función de los préstamos. Finalmente, a ello se agrega otra norma que reduce al capital mínimo exigido como proporción de la cartera de créditos. Actualmente, las pymes reciben cerca del 15 por ciento del total de préstamos otorgados, manteniéndose el porcentaje constante en los últimos meses. Los pasos que se están dando son importantes y se complementan con líneas específicas de créditos como la acordada recientemente entre el Ministerio de Industria con los bancos Nación y BICE. Además, se suma la reciente reforma al mercado de capitales, que tiene entre sus objetivos la promoción de los instrumentos de financiación para pymes.

Con la intención de profundizar este rumbo debería pensarse en la modificación de la Ley de Entidades Financieras de la dictadura que deja librado al mercado el accionar del sistema financiero, para que pase a ser un instrumento más al servicio del desarrollo económico y social, conteniendo objetivos específicos de fomento a las pymes. Además, podrían incorporarse políticas de Compre Pyme por parte de los diferentes organismos del Estado como una extensión del reciente programa de regulación de las compras del sector público. En la actualidad, a diferencia de lo ocurrido en los noventa, hay un Estado activo promoviendo políticas públicas que deberán perfeccionarse y llegar a mayor cantidad de empresas. Para darle continuidad al modelo, necesariamente las pymes tendrán que estar cada vez más presentes

* Economista de Surdesarrollo Coop. Grupo de estudios del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.

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