Domingo, 6 de enero de 2013 | Hoy
CONDICIONES HISTóRICAS Y SOCIALES Y LAS POLíTICAS ECONóMICAS
Por Andres Asiain y Lorena Putero
Un problema arraigado en los países de origen colonial es la poca confianza en sí mismos. La consideración del nativo como un ser inferior por parte del colonizador perdura en la conciencia nacional en un irresuelto dilema entre civilización y barbarie que es recreado, en la actualidad, como una presunta contradicción entre países serios y bananeros. El colonizador civilizado transmutado en país serio se erige como el ejemplo a seguir para dejar atrás las frustraciones nacionales. El progreso está al alcance de quien se comporte como aquellos que lo han alcanzado, de la misma manera que un mal estudiante puede enderezarse si se deja de hacer bromas e imita la seriedad del estudiante que suele obtener elevadas calificaciones.
Lo que no señalan los pregoneros de la seriedad es que los comportamientos de cada sociedad están condicionados por su nivel de desarrollo. Así como cualquier pedagogo sabe que un niño que tiene una situación familiar problemática y que no recibió los estímulos necesarios para consolidar una cultura de aprendizaje no logrará altas calificaciones por más que sea obligado a callarse y dejarse de hacer bromas. De la misma manera, un economista debería saber que un país del Tercer Mundo no alcanzará el desarrollo aplicando las mismas políticas que practican las potencias, simplemente porque no es una potencia. ¿De qué le sirve al nativo imitar a su colonizador si no posee un arcabuz? Elemento material que, en definitiva, determinó qué civilización era superior y cuál inferior.
El mito de los países serios pasa por alto las diferencias entre las naciones y pretende establecer que un mismo comportamiento es válido aquí o allá, en forma independiente de las circunstancias. Desaprueba la aplicación de controles cambiarios en Argentina señalando que esas medidas no se aplican en Estados Unidos o Brasil, sin señalar que a diferencia del primero, nuestro país no emite dólares (que son moneda internacional) y a diferencia del segundo, estábamos soportando una corrida cambiaria y no un ingreso de capitales especulativos. Se predica el libre comercio de manufacturas que practican las potencias, sin indicar que esa libertad entre países con desigual desarrollo industrial significa la quiebra de nuestro aparato industrial. Musita que nos es serio incumplir con los Tratados Bilaterales de Inversión cajoneando las resoluciones del Ciadi para dilatar el pago de multimillonarias sentencias a empresas extranjeras, sin indicar que la bilateralidad del tratado es un eufemismo, ya que las empresas argentinas casi no tienen inversiones en el exterior.
En realidad, el mito de los países serios es creado por diversos grupos de intereses para evitar que se tomen medidas que van en su desmedro. “En Chile no se restringen las importaciones”, dice el importador que quiere acelerar el ingreso de un producto que compite con la producción nacional. “En Europa no se expropian empresas”, señala el empresario petrolero expropiado. Lo que no se comenta es que en Chile la principal fuente de riqueza, el cobre, es estatal desde que fue expropiada por Salvador Allende, y que Europa protege con multimillonarios subsidios su agricultura porque no resiste el libre comercio con Sudamérica.
En todo caso, lo serio es analizar las condiciones históricas en que se toman las diversas políticas económicas y seleccionar cuál es la adecuada para nuestro país, en las condiciones actuales. Incluso, de no existir ejemplos a seguir, debe tenerse la suficiente inteligencia para generar nuevas soluciones. “Inventamos o perecemos”, decía Simón Rodríguez y su discípulo, un tal Simón Bolívar, optó por lo primero. Mal no le fue
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