Domingo, 21 de abril de 2013 | Hoy
PRECIOS INTERNACIONALES DE LAS MATERIAS PRIMAS Y CRECIMIENTO ECONóMICO
Por Andres Asiain y Lorena Putero
El buen desempeño de la economía argentina en la última década no permite demasiadas controversias al respecto. Un importante aumento de la actividad económica que permitió reducir en 13 puntos la tasa de desempleo, la recuperación del poder de compra del salario y una brusca disminución de la pobreza. Esos indicadores de un mayor bienestar económico son difíciles de ocultar, por más espacio mediático que se le dedique al dólar y la inflación. Ante esa situación, quienes se oponen al Gobierno optaron por minimizar los logros económicos, diluyéndolos en la bonanza general de las economías latinoamericanas que se atribuye al viento de cola internacional generado por un elevado precio de las materias primas. De esa manera, se busca minimizar el papel que jugó la política económica para disminuir de ese modo los méritos que corresponden a quienes la llevaron adelante.
Para comenzar, vale analizar el papel que jugó el incremento de los precios internacionales de las materias primas en la economía nacional durante los últimos años. El impacto positivo que tuvo fue permitir un mayor ingreso de dólares por ventas externas, facilitando el financiamiento de las importaciones de productos industriales que acompañó la expansión de la producción, en simultáneo con la cancelación de la deuda externa heredada. En ese sentido, los dólares que aportó el viento de cola fueron fundamentales para financiar externamente el crecimiento de la actividad económica, sin necesidad de quedar condicionado a obtener créditos externos.
Pero el alza de las materias primas jugó en contra cuando se analiza su impacto distributivo. La enorme rentabilidad en los agronegocios encareció los alimentos, ya sea por el impacto directo que el maíz y el trigo tienen sobre productos como el pan, los fideos, la polenta, el pollo o el cerdo, como por el desplazamiento de la ganadería y los tambos impulsado por los arriendos fijados a valor soja. El mayor precio de los alimentos tensionó la cuerda entre salarios y competitividad, encontrándose en la raíz de las tensiones inflacionarias y cambiarias que ocupan gran parte del debate cotidiano. Ese “viento en contra” generado por el alza de las materias primas pocas veces es señalado.
Algunas comparaciones internacionales refutan la atribución a los precios internacionales de la totalidad del éxito económico argentino de los últimos años. Según datos de la Cepal, entre 2003 y 2012 el precio de las ventas externas en relación con el de las compras mejoró un 22 por ciento, mientras que para Brasil, Chile, Colombia y Perú el incremento de los términos de intercambio fue ampliamente superior: 33, 78, 59 y 60 por ciento, respectivamente. Sin embargo, el incremento de la producción argentina en el mismo período fue del 83 por ciento, muy superior a la expansión económica brasileña (41), chilena (49) y colombiana (52 por ciento), y levemente por encima del incremento de la economía del Perú (80 por ciento).
Paradójicamente, quienes imputan a los términos de intercambio el buen desempeño de la economía nacional atribuyen a las políticas económicas el mérito del crecimiento en aquellos países. Esa doble vara deja en evidencia la falta de objetividad de un análisis económico que esconde, en realidad, un posicionamiento conservador. El mito del viento de cola escamotea la posibilidad de un debate real sobre la situación económica
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