CONGLOMERADOS URBANOS Y ORDENAMIENTO TERRITORIAL
› Por Diego Rubinzal
Uno de los proyectos inconclusos del alfonsinismo fue el traslado de la Capital Federal a las localidades de Viedma y Carmen de Patagones. El fundador del radicalismo, Leandro N. Alem, en tiempos pretéritos, había manifestado su negativa a que Buenos Aires fuera la capital del país. La concentración de actividades políticas, sociales y culturales en la ciudad metropolitana provocaría un indeseado desbalanceo de poder y hegemonía, profetizaba el líder radical. En su libro Memoria política. Transición a la democracia y derechos humanos, Raúl Alfonsín rememoraría que su iniciativa chocó contra “poderosas inercias y la indiferencia o resistencia de los intereses manifestados históricamente”.
La intención presidencial registraba antecedentes, ya que, entre 1958 y 1985, nueve proyectos propusieron el traslado de la Capital. Como se sabe, esos intentos resultaron infructuosos.
Las diferentes propuestas compartían la intención de atenuar las asimetrías y desequilibrios regionales. Las desigualdades territoriales datan de los tiempos de la organización nacional. El modelo agroexportador generó una intensa concentración poblacional y productiva en la región pampeana. La mayoría de los inmigrantes europeos se radicaron en esa zona porque ofrecía las mejores oportunidades laborales.
El modelo de Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI) acentuaría esa tendencia, ya que las principales industrias se radicaron en la zona pampeana. Así, las migraciones internas terminaron por minar la importancia demográfica y productiva de las zonas periféricas.
El neoliberalismo “mantuvo los rasgos fundamentales instalados desde el inicio de la economía primaria exportadora y consolidados durante el período de la industrialización inconclusa. Es decir, la concentración en la región pampeana y las diferencias en los niveles medios de ingreso entre las distintas regiones”, sostiene Aldo Ferrer en su clásico texto La economía argentina.
En la actualidad, un tercio de la población reside en el Area Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), que apenas comprende el 1,4 por mil de la superficie total del país. Las dificultades cotidianas que padecen los residentes del AMBA son ilustrativas de los inconvenientes derivados de esa aglomeración poblacional. El economista Leandro Mora Alfonsín sostiene en Ordenamiento territorial y desarrollo: una necesidad argentina que “la herencia neoliberal en el AMBA ha agravado externalidades negativas inherentes a la concentración poblacional que pueden implicar limitantes al desarrollo de las capacidades de los individuos para desarrollarse... Para lograr un desarrollo en sentido amplio, es necesario desconcentrar poblacionalmente el AMBA. Tienen que generarse una estructura y una política seria que garantice el desarrollo de todas las regiones, logrando que éstas sean atractivas para los habitantes del país, para que cada persona pueda decidir dónde, de qué manera y en qué actividad económica desarrollar su vida”.
En ese sentido, Mora Alfonsín entiende necesario promover la desconcentración poblacional y productiva mediante una adecuada estructura de incentivos. El eje de esa estrategia debería ser la promoción de eslabonamientos productivos compatibles con las potencialidades locales.
La reconstrucción ferroviaria podría ser una de las herramientas de desarrollo regional. “Un buen incentivo para lograr una integración regional equilibrada es extender las líneas férreas hacia aquellos lugares donde no llegan, para que esas regiones puedan participar del circuito comercial nacional e interregional, acceder a transporte barato para que los habitantes puedan trasladarse a diversas zonas donde trabajar, entre otras ventajas”, resalta Mora Alfonsín.
La reversión de la decadencia ferroviaria asoma como una tarea necesaria. Mientras tanto, el gobierno nacional avanza con su Plan Estratégico Territorial Bicentenario. Uno de sus objetivos es propender al desarrollo de las regiones más postergadas. El Plan postula la necesidad de que cada habitante del suelo argentino alcance el progreso económico y los proyectos personales, sin necesidad de abandonar su región de origen, en un marco de sustentabilidad ambiental
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