Dom 07.07.2013
cash

LA EVOLUCIóN DE LA ECONOMíA Y EL ROL DEL ESTADO

La mirada neoliberal

Sturzenegger señala que existen aumentos interanuales bastante significativos de la economía porque la comparación es con una base baja. Afirma entonces que en los últimos 8 o 9 meses la actividad sigue plana.

› Por  Federico Kucher

Federico Sturzenegger, titular del Banco Ciudad, dialogó con Cash sobre su nuevo libro Yo no me quiero ir. El economista afirmó que la inversión retrocede por efecto de la inseguridad jurídica, la exportación baja por el atraso cambiario y el consumo privado cae por el impuesto inflacionario. Sturzenegger también es candidato a diputado del PRO en la Ciudad de Buenos Aires.

¿A qué apunta este nuevo libro?

–Me parece que se puede plantear una manera diferente de desarrollo económico en Argentina. La idea de escribir el libro nació cuando leí Economía a contramano, de Alfredo Zaiat. El libro analiza cosas que pienso que no son correctas. Escribir todo un capítulo explicando que la emisión no genera inflación es una distorsión profesional. También existen debates, como el caso de Aerolíneas Argentinas. Entiendo que es un ejemplo clarísimo de transferencia de dinero de los pobres a los ricos. ¿Por qué se defiende eso desde un gobierno que se dice progresista? La respuesta es que se vende una cosa pero la realidad es otra.

En su libro critica la recuperación de Aerolíneas, pero también de AySA, YPF, los recursos de los jubilados. ¿Cuál debe ser el rol del Estado?

–El Estado no puede ser ineficiente y corrupto. Tiene que dar igualdad de oportunidades. También brindar bienes públicos de calidad: Justicia, educación, salud. Cuando quiere expandirse sobre esas cuestiones, lo tiene que hacer incentivando la innovación y la competencia. Pero existe un problema cuando el Estado, para preservar sus propias rentas, impide la innovación, la competencia y no garantiza las mismas condiciones para todos los individuos, como ocurre con Aerolíneas o YPF.

¿Eso no se aplica para el Banco Ciudad?

–El punto de referencia de nuestra gestión al frente del Banco Ciudad es ofrecer igualdad de oportunidades. No existen privilegios de los militantes políticos ni de los familiares. Existe una gran diferencia con las empresas públicas de la Nación.

En el libro dice que en 1990 y 2007 hubo un proceso de crecimiento económico “milagroso” para el país. ¿A qué atribuye esa expansión?

–El crecimiento desde los noventa hasta 2007 lo considero como un único bloque de análisis. Pero, para no ir tan atrás, desde la posconvertibilidad hubo un modelo económico que fue muy exitoso para la Argentina en creación de empleo y en desarrollo de inversión. Ese esquema contaba con un tipo de cambio competitivo, superávit fiscal, o sea, un fisco que no generaba riesgo para la economía, y baja tasa de inflación.

¿Qué piensa que pasó después?

–Cristina Fernández de Kirchner revirtió esos pilares. Este gobierno tiene una construcción del poder político a partir de la construcción de su poder económico. Eso generó el deterioro de la situación fiscal. Como parte del mismo proceso, hubo un desborde monetario (para financiar el incremento del gasto público) que provocó inflación. Y una política de atraso cambiario para tratar de contener esa inflación. Los precios no bajaron, pero se redujo la competitividad de la economía hasta que aparecieron problemas de actividad y empleo. El error es no entender que la inflación va con la emisión de moneda, no con el tipo de cambio.

¿Una devaluación traería efectos expansivos? ¿Eso no suena raro para cualquier economista?

–Existen dos posiciones. La primera es que el tipo de cambio competitivo es virtuoso. Con la devaluación de 2002 y hasta 2007, hubo un aumento del ahorro interno que permitió una expansión sustentable, gracias a que la inversión no se basaba en financiamiento externo. Me parece que se había armado consenso en la profesión de que ésa era la clave. El punto es que el tipo de cambio estimula la acumulación de capital y permite en última instancia el alza del salario real. La segunda lectura es la del Gobierno, cuando aplica una política de atraso cambiario con programas de competitividad. Me resulta inédito porque repite experiencias que fracasaron, como la de 2001 y la tablita cambiaria, generando falta de crecimiento.

En los últimos meses, actividades como construcción y producción de autos registraron una fuerte expansión. ¿No es una señal positiva?

–La economía registró una caída en abril-mayo-junio del año pasado y se acomodó en el segundo semestre. Entonces ahora evidencia aumentos interanuales bastante significativos, pero en los últimos 8 o 9 meses la actividad sigue plana. La inversión cae por la inseguridad jurídica. Las exportaciones caen por el atraso cambiario. Y el gasto privado (consumo) retrocede por el impuesto inflacionario. Más aún, la inflación seguirá subiendo, porque las expectativas de desequilibrio fiscal y de emisión son elevadas. No veo elementos sólidos para pensar en una recuperación.

¿Qué ocurre con el impulso que aporta el Estado?

–El Gobierno en los últimos dos años y medio viene intentando estimular la economía con más gasto público, pero no funciona. Ese gasto no impulsa la demanda agregada, porque los mismos recursos que aumentás por un lado los sacás al sector privado por otro. Un ejemplo es Pro.Cre.Ar (plan del Estado para darle dinamismo a la construcción de viviendas). La Anses gasta en ese programa pero ya no gasta en otro lado. Entonces no es que esa plata estaba parada y ahora la pone a trabajar

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