Dom 11.08.2013
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RETIRO VOLUNTARIO DEL MERCADO LABORAL

Trabajador desalentado

› Por Diego Rubinzal

Las dicotómicas lecturas que dividen al oficialismo y a la oposición están atravesadas por el eje “década ganada” versus “década desaprovechada”. La fortaleza del kirchnerismo está asentada en la notable mejoría de todos los indicadores económico-sociales. La generación de más de cinco millones de puestos de trabajo, con la consecuente disminución de la tasa de desempleo, es uno de ejemplos. Los avances obtenidos no se ven empalidecidos por los múltiples desafíos pendientes en materia laboral (15,9 por ciento de la población desocupada o subempleada, 32 por ciento de empleados no registrados). Las persistentes deficiencias del mercado laboral incluyen ciertas cuestiones invisibilizadas, como es el caso de los denominados trabajadores desalentados. Esa categoría es definida por algunos autores como “desocupados ocultos en la inactividad”.

Los trabajadores desalentados serían aquellos individuos inactivos que, habiendo abandonado la búsqueda de empleo, están disponibles para trabajar. Las causas de ese retiro involuntario del mercado laboral incluyen desde cuestiones de género, ausencia de calificaciones o experiencia, presencia de discapacidades, hasta razones etarias.

El “efecto desaliento” es medido por algunos institutos estadísticos oficiales. Por ejemplo, la oficina censal norteamericana pregunta a las personas inactivas si “desean un trabajo regular”. Ante una respuesta afirmativa, la United States Census Bureau consulta acerca de las razones por las cuales no buscan empleo. Los encuestados disponen de cinco opciones: a) creen que no existen ofertas laborales; b) no pueden encontrar empleo; c) carecen de entrenamiento o credenciales educativas; d) los empleadores los consideran demasiado jóvenes o demasiado viejos, y e) otro tipo de discriminación.

Esa información termina siendo un valioso insumo para la elaboración de políticas públicas.

Los datos recopilados por el Indec impiden una medición exacta de la magnitud del desaliento laboral en la Argentina.

En ese sentido, los investigadores Fernando Groisman y María Eugenia Scofienza sostienen en Una aproximación al desaliento laboral en la Argentina que “dado que la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) no pregunta si ‘desea un trabajo regular’ –ya que la forma de saber si son desalentados es que de alguna manera expresen interés en trabajar–, la medición del desaliento no resulta sencilla. La dificultad de cuantificar y analizar el factor ‘deseo’ limita la posibilidad de elaborar estudios en torno del fenómeno y esto puede explicar el porqué de la escasa literatura en torno de la temática para el caso argentino”.

Sin embargo, el Indec releva aquellos individuos que –no habiendo trabajado en la semana de referencia– manifiestan su disposición a hacerlo de manera inmediata. Ese universo osciló, de 2004 a 2012, entre el 0,4 y el 0,6 por ciento de la población mayor de 10 años. La incidencia que hubiese tenido este grupo sobre la tasa de desocupación –si hubieran realizado una búsqueda infructuosa de empleo– sería del 6 por ciento en 2004, 7 por ciento en 2008 y 8 por ciento en 2012.

Groisman y Scofienza entienden que el universo de trabajadores desalentados debería incluir a la población inactiva en edades centrales –de 18 a 59 años– con exclusión de jubilados/pensionados y estudiantes.

Ese colectivo también se mantuvo con pocas variaciones en el período analizado.

La relativa estabilidad de la participación de trabajadores desalentados, en un escenario de brusca disminución de la desocupación, revela “cierta peculiaridad de este grupo que lo emparentaría con situaciones de exclusión laboral más persistentes y, por lo mismo, menos sensibles al ciclo económico”, manifiestan Groisman y Scofienza. “Ello refuerza la visión de que los desalentados constituyen un grupo que debe ser tenido en cuenta en el diseño de políticas de protección social. Ello implica una perspectiva que privilegia medidas de contención al avance de las desigualdades. En efecto, la falta de empleo refuerza las desigualdades y las separaciones sociales”, concluyen Groisman y Scofienza

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