COBERTURA SOCIAL Y EL PROGRESAR
› Por Diego Rubinzal
La creación del Programa de Respaldo a Estudiantes de la Argentina (Progresar) fue anunciado por la presidenta CFK el 22 de enero del corriente año. Está destinado a jóvenes de 18 a 24 años que cumplan determinadas condiciones (desempleados, trabajadores informales o que perciben un salario inferior al mínimo vital y móvil) y que decidan continuar sus estudios o capacitarse profesionalmente. El programa consiste en una prestación económica de 600 pesos mensuales.
La Anses informó que ya se inscribieron alrededor de 950.000 personas. La mayoría de los solicitantes del beneficio manifestó su intención de culminar los estudios (26 por ciento estudios universitarios, 24 estudios terciarios y oficios, 45 estudios secundarios y 5 estudios primarios).
El Progresar se sumó así a un conjunto de instrumentos (Plan de Seguridad Alimentaria, Plan Nacional Familias, el Programa Argentina Trabaja, el Plan de Abordaje Integral AHI, el Programa Jóvenes con Más y Mejor Trabajo, el Plan Nacional de Inclusión Previsional, la Asignación Universal por Hijo para Protección Social, Asignación Universal por Embarazo para Protección Social, y el programa Conectar Igualdad) que conforman una extendida red de contención social articulada durante la administración kirchnerista.
El anuncio del lanzamiento del Progresar fue realizado en el medio de una intensa corrida cambiaria. Ese día, la cotización del dólar aumentó 23 centavos, cerrando en 7,12 pesos para la venta. Era el mayor salto del valor de la moneda norteamericana en once años. En otras palabras, esa volatilidad del tipo de cambio no se observaba desde la devaluación de comienzos de 2002.
La falta de intervención del Banco Central en el mercado de cambios, durante ese día, había moderado la caída de reservas pero multiplicó la incertidumbre. La falta de mención en el discurso presidencial de esas cuestiones fue muy criticada por una dirigencia opositora, que denunciaba la existencia de un ajuste económico que recaía sobre los sectores populares.
Lo cierto es que el lanzamiento del Progresar era una contestación implícita del gobierno nacional a las presiones del “mercado”. La Presidenta emitía una señal poderosa de que descartaba un ajuste ortodoxo vía reducción del gasto público. Por otra parte, la inyección estimada de 10.000 millones de pesos anuales adicionales estaba destinaba a potenciar el consumo de los sectores más vulnerables. Cristina Fernández de Kirchner señaló que el programa beneficiaría “al 78 por ciento de jóvenes que carecen de empleo y están en los dos niveles de más bajos recursos... Esta medida nos va a permitir reducir el índice Gini, que mide el grado de desigualdad de una sociedad”.
En ese sentido, los economistas Demian Panigo, Pablo Gallo y Ana Paula Di Giovambattista dieron a conocer algunos avances de su estudio titulado “El impacto distributivo del Progresar en Argentina; una primera aproximación en base a microsimulaciones”. Los investigadores del Conicet sostienen que el plan Progresar tendrá un fuerte “impacto en la reducción de la desigualdad total del país”. Según los autores, la disminución de la desigualdad oscilará entre el 4,26 y el 16,01 por ciento para el conjunto de la población (total país). El porcentaje final dependerá del nivel de adhesión al plan del universo de jóvenes potencialmente comprendidos por el programa. Las estimaciones de los investigadores es que el Progresar “tiene más de un millón y medio de potenciales titulares de derecho, lo que representa un 51,1 por ciento del total de individuos de entre 18 a 24 años en la población urbana examinada”. Panigo, Gallo y Di Giovambattista señalan que la inequidad distributiva juvenil disminuirá entre 10,38 y 31,19 por ciento. Además, la reducción de la desigualdad será mayor en las regiones más pobres del país (NOA y NEA)
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