› Por Federico Kucher
“El desafío es que las empresas puedan alinear sus objetivos de rentabilidad con los objetivos sociales y de desarrollo de la comunidad”, afirmó Alessandra Minnicelli, directora de la Fundación Observatorio de RSE, en diálogo con Cash. Aseguró que la Argentina tiene posibilidades de incrementar el bienestar de la población a través de acciones de responsabilidad social empresaria. Indicó que la conservación de los recursos naturales, la universalización de los servicios públicos y la integración regional serán algunos puntos centrales para potenciar a partir de la colaboración entre las empresas y las políticas públicas. Esta semana, Minnicelli presidirá el Segundo Congreso de Responsabilidad Social, donde participarán figuras internacionales de la economía como los Premio Nobel Paul Krugman y Amartya Sen (ver aparte).
¿Cuál es la diferencia entre responsabilidad social y filantropía?
–En muchos casos se sigue pensando que la responsabilidad social empresaria es una acción filantrópica, una dádiva de las empresas para quedar bien con el entorno. Siempre pongo el ejemplo de una empresa automotriz que dona una ambulancia a un hospital en una localidad de la provincia de Buenos Aires. La acción no está mal y es bienvenida. Pero esa donación implica un gesto de una sola vez que le genera compromisos a la entidad pública que recibió la ambulancia, porque tiene que encargarse de cambiar los tubos de oxígeno o reparar el vehículo si se pinchan las gomas. Distinto es cuando el compromiso de la automotriz es encargarse de atender el sistema de ambulancias de la localidad. Eso es responsabilidad social y lo otro es filantropía. Lo central es comprometerse desde la ética con las cosas que tiene que ver con el interés público.
¿Cómo se relaciona la responsabilidad social con las iniciativas del Estado?
–Las acciones de responsabilidad social tienen que estar alineadas con los objetivos de la política pública en materia de desarrollo. Un ejemplo interesante es el de las empresas que dicen que van a asistir a un comedor comunitario. Mantener ese comedor no siempre es la mejor manera de colaborar, puesto que implica una falta de coordinación con iniciativas estatales como la Asignación Universal por Hijo, donde se busca que la gente recupere el espacio típico de comer en la mesa del hogar a través de la contención del grupo familiar. La clave es que las empresas no deberían realizar acciones que no tienen nada que ver con el núcleo de sus negocios. En las cosas que no conocés, no podés trabajar porque te falta competitividad para impactar positivamente.
¿Cómo debe definir una empresa su acción social?
–El elemento central para tomar decisiones acerca de cómo colaborar eficientemente con el entorno es conocer las políticas públicas activas que se desarrollan en cada localidad. Desde 2003 hasta la actualidad, el Estado generó una gran plataforma para identificar problemas, necesidades y medidas aplicadas para resolver las dificultades en las distintas regiones del país. Las empresas tienen que aprovechar este instrumento para pensar y diseñar acciones asociadas con su propia actividad que potencien las medidas que ya se vienen implementando desde el sector público. Esta convergencia de acciones implica encarar transformaciones reales con todos los actores de la sociedad avanzando en una misma dirección. El desafío es lograr el punto donde el Estado, la empresa, la sociedad, las organizaciones civiles, entre otros, trabajen en equilibrio para mejorar las condiciones de vida de la población. Las empresas tienen que internalizar la idea de que es posible alinear sus objetivos de rentabilidad con los objetivos sociales y de desarrollo de la comunidad.
¿Cuál es el motor de la responsabilidad social empresaria?
–Cuando empezamos a pensar desde la ética, desde valores que nos enaltecen como personas, es cuando surge en el Estado las políticas públicas que priorizan a la gente, al tiempo que en la sociedad surge el cooperativismo y en la empresa privada la idea de la responsabilidad social. Lo que no existe es un formato para cumplir. La responsabilidad social no es una obligación legal. La idea de hacerla una obligación perfecta en términos jurídicos (con conductas y sanciones) implicaría desvirtuar el aspecto ético de la responsabilidad social. Como lo marca el Premio Nobel Amartya Sen, tiene que ser una obligación imperfecta. Esto es lo que la vincula con el compromiso con el otro, con la ética, con los derechos sobre los recursos naturales, con la búsqueda de cumplir objetivos sociales y de desarrollo más allá de los de la rentabilidad de una organización. La universalización de los servicios públicos, los derechos humanos, la agenda de integración regional son elementos claves que el país puede potenciar a través de las acciones de responsabilidad social para incrementar el bienestar social de la población, áreas en las que el Estado hizo un fuerte esfuerzo en los últimos años. La esencia es que a las empresas les importe el impacto que tiene su actividad en la calidad de vida de la comunidad donde se desenvuelve.
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