Dom 13.07.2003
cash

LA CRISIS Y SU IMPACTO EN LAS PEQUEñAS Y MEDIANAS EMPRESAS

“Trabajamos para el largo plazo”

En un contexto de la recesión más profunda de la historia, el secretario de Desarrollo Económico de la Ciudad, Eduardo Hecker, explica qué hizo y qué no pudo hacer. La situación de las Pymes.

Por Fernando Krakowiak

Desde el inicio de su gestión en el Gobierno de la Ciudad, Aníbal Ibarra manifestó su intención de impulsar el desarrollo de las pymes para ayudar a reconstituir el tejido productivo y el nivel de empleo. Eduardo Hecker fue el encargado de llevar adelante esa política desde la Secretaría de Desarrollo Económico. A casi tres años de haber asumido y a poco más de un mes para las elecciones comunales, Hecker reivindicó ante Cash el apoyo a las pymes como parte de un plan de largo plazo para recuperar la capacidad productiva a través de la innovación tecnológica y el diseño.
Cuando crearon la Secretaría de Desarrollo Económico incluyeron entre sus prioridades el fortalecimiento de las pymes, ¿qué resultados lograron luego de tres años de gestión?
–Nosotros empezamos la gestión en medio de una fuerte recesión. Vivimos casi todo el tiempo con una situación económica muy desfavorable. Sin embargo, encaramos una política que impulsó el desarrollo de las pymes con acciones concretas. Organizamos misiones comerciales para promover el comercio exterior, generamos alianzas entre diseñadores e industrias a través del Centro Metropolitano de Diseño, impulsamos el desarrollo tecnológico con subsidios a la modernización productiva, incentivamos la creación de nuevas empresas, otorgamos subsidios a tasa cero para microemprendimientos y cuando la situación presupuestaria mejoró pudimos volcar un paquete de apoyo financiero de 25 millones de pesos, entre créditos y subsidios, incluyendo 15 millones para capital de trabajo.
¿El apoyo a las pymes ayudó a impulsar el desarrollo económico de la Ciudad?
–Las políticas locales de desarrollo económico no van a tener en tiempos cortos el mismo efecto que políticas macroeconómicas como la variación del tipo de cambio. Nosotros decidimos, aun con la crisis, trabajar para el largo plazo. En este país nadie impulsa la innovación tecnológica ni cambios que se adecuen con las características del ámbito local. En la Argentina la cantidad de pymes asistidas técnica y financieramente llega al 12 por ciento en promedio y en la Ciudad de Buenos Aires estamos arriba del 30 por ciento. Eso tiende a modificar parámetros hacia delante.
Desde la oposición se afirma que con un Presupuesto de más de 3000 millones de pesos como el de la Ciudad la gestión de Aníbal Ibarra debería haber sido mejor.
–Hay que tener en cuenta que casi el 70 por ciento del Presupuesto se destina a salud y educación. La decisión de Ibarra fue mantener la política social al máximo de sus posibilidades durante la crisis. El sistema hospitalario público atendió a un tercio de la demanda de todo el país y el 50 por ciento del gasto en salud fue para no residentes. Es probable que haya habido un resentimiento de otras áreas de Gobierno en base a un presupuesto que sufrió una caída nominal de recursos fortísima desde fines de 2001 hasta la segunda mitad de 2002. Ahora bien, a medida que fuimos saliendo de la crisis la Ciudad comenzó a retomar tareas postergadas desde el 2001, como el asfalto de calles.
Las obras públicas se retomaron a pocos meses de las elecciones.
–Cualquiera puede sospechar que tiene que ver con la campaña, pero lo cierto es que durante el 2002 las empresas no estaban dispuestas a participar en licitaciones de obras públicas y la Ciudad tampoco estaba dispuesta a triplicar el precio ante la imposibilidad de indexar en un marco de fuerte incertidumbre. No hay que olvidarse que en abril de 2002 se pronosticaba un dólar de 10 pesos. Presupuestar una obra era muy complicado.
Apenas se produjo la devaluación la Secretaría implementó un sistema de precios testigos, pero los alimentos de la canasta básica fueron los que más subieron. ¿No se pudo hacer nada para evitarlo?
–Nosotros lanzamos el “Felipe” porteño porque había muchas dificultades con la provisión de harina y para poner un precio de referencia al pan. También desarrollamos las ferias itinerantes barriales a precios un 30 por ciento más baratos, lo cual generó muchas críticas de las grandes cadenas. Luego íbamos a abrir centros de abastecimientos más grandes para que sirvieran como alternativa y ancla de precios, pero no lo consideramos necesario porque finalmente los precios se estabilizaron.
Sin embargo, millones de personas siguen sin poder acceder a la canasta básica, ¿no cree que se debería impulsar una redistribución del ingreso para hacer caer la indigencia?
–La redistribución es muy importante por razones sociales y de progreso económico y el mecanismo más formidable de redistribución del ingreso es el empleo. En los ‘90 se perdió de vista la redistribución. La visión más reaccionaria se desentendió de los pobres y la versión progresista pretendió aliviar la pobreza repartiendo comida.

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