Dom 13.07.2003
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ENFOQUE

“Acuerdo con enormes asimetrías”

Por Susana Merino
Miembro de ATTAC-Argentina y editora de El Grano de Arena.Agencia Latinoamericana de Información - ALAI.

Un reciente informe elaborado por la directora de la Comisión Económica de la Cepal, Inés Bustillo, y el secretario ejecutivo de dicho organismo, José Antonio Ocampo, referido al posible Acuerdo de Libre Comercio de las Américas, señala con inevitable acento diplomático algunos de los problemas que, de firmarse el mencionado acuerdo, enfrentarán los países del continente ante las “enormes asimetrías de tamaño y nivel de desarrollo entre los países participantes”.
En ese documento relacionan su éxito o fracaso, desde la óptica de los países intervinientes, referida específicamente sin duda a los del área latinoamericana, con la posibilidad de que dichos países “conserven márgenes de flexibilidad para fomentar el desarrollo productivo a fin de aumentar la competitividad y manejar la cuenta de capitales como instrumento de regulación macroeconómica”, agregando que para superar las mencionadas asimetrías sería necesario crear “fondos de cohesión o integración, así como el aumento de la movilidad internacional de mano de obra”.
Estados Unidos se halla empeñado desde 1994 en la construcción de ese Area de Libre Comercio que le permitiría acceder libremente, según algunos cálculos, a un mercado de 800 millones de personas y a países cuyo Producto Bruto Interno, aun en las condiciones actuales, rondaría los 11.000 millones de dólares.
El antecedente más conocido de esta iniciativa es el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que incluye a los Estados Unidos, México y Canadá. Anteriormente, Canadá y luego México habían sido beneficiados por el Sistema Generalizado de Preferencias, cuya característica más destacada era exigir a los países firmantes el cumplimiento de “obligaciones similares a las de los países desarrollados”, lo que desde el principio evidencia un absoluto desprecio por la genuina realidad de los países que se pretende incluir.
Sin embargo, pese a que la “zanahoria” del Tratado sea para los países latinoamericanos la promesa del acceso de su producción al también importante mercado estadounidense, lo cierto es que en los hechos las barreras aduaneras o paraarancelarias que vienen manteniendo los Estados Unidos para con el acero de Brasil, los limones y la miel de Argentina, las flores de Colombia, las uvas y el salmón de Chile y el petróleo crudo y el acero de Venezuela, no auguran nada positivo para las exportaciones de la región.
Por el contrario, los subsidios agrícolas del país del Norte, que se obstina en mantener, aparecen como el contraargumento más evidente de quelas ventajas circularán unidireccionalmente y con indudable orientación Norte.

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