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Domingo, 8 de marzo de 2015

LIBRO. LA ECONOMíA DE LAS DESIGUALDADES

Agenda para discutir

La reedición de un libro de Thomas Piketty, el economista de moda en el mundo, es otra investigación sobre el fenómeno de la desigualdad a partir de un inédito sustento empírico.

 Por Matías Kulfas *

La obra de Thomas Piketty está sacudiendo al mundo del análisis y el pensamiento económico y social. Sus estudios sobre el polémico y controversial fenómeno de la desigualdad, las características que adopta, las mutaciones que ha conocido durante el último siglo, los diferentes enfoques teóricos que lo estudian y sus limitaciones, así como sus propuestas para atacar este problema, han recibido una inusitada atención, expresada en elogios y críticas, y han dado lugar a un debate que promete trascender el ámbito académico.

Economistas de diversas corrientes ideológicas, incluidos ganadores del Premio Nobel, críticos de izquierda, medios de prensa conservadores y publicaciones especializadas coinciden en reconocer la enorme influencia de la obra de este joven economista francés nacido en 1971. El tradicional semanario británico The Economist lo llamó “un Marx moderno”.

La economía de las desigualdades es una de sus primeras obras. Editada por primera vez en 1997, es una invitación a adentrarse en los complejos mecanismos que genera la desigualdad, en sus múltiples facetas y en los alcances e insuficiencias de las teorías que se han propuesto explicarla y combatirla.

Piketty es consciente de lo delicado del tema que aborda. No por nada considera que la desigualdad y la redistribución están en el centro del conflicto político. Ahora bien, ¿por qué motivo adquiere tanta trascendencia una obra destinada a analizar un fenómeno histórico, cotidiano y hasta naturalizado?

Hay al menos tres aspectos que merecen señalarse a la hora de intentar una respuesta a este interrogante. El primero reside en el monumental trabajo empírico que ha realizado Piketty junto con otros investigadores de la Universidad de París. Ha permitido analizar la desigualdad en perspectiva histórica, desmenuzando sus características, factores determinantes y los diferentes hitos de avances y retrocesos tendenciales. Las desigualdades entre capitalistas y trabajadores en la apropiación del excedente, las diferencias históricas y entre países, las particularidades de la desigualdad dentro del mundo del trabajo y los efectos causados por las diversas reformas impositivas son cuestiones que aparecen en este libro y permiten otorgar sustento sólido a las hipótesis de trabajo.

Por supuesto, los economistas, al igual que los profesionales de otras disciplinas sociales, deben recurrir al análisis empírico tanto para dar apoyo a las teorías que procuran desarrollar y formalizar como para generar nuevas indagaciones.

Este tipo de estudios modifica el formato de las investigaciones económicas contemporáneas. Desde luego, no se trata de desmerecer los innumerables aportes realizados por la ciencia económica desde la obra pionera de Adam Smith, La riqueza de las naciones, de 1776. Lo que resulta evidente es que muchos de esos aportes se realizaron en condiciones muy diferentes de las actuales. En los análisis de Smith, Ricardo y Marx abundan las argumentaciones y construcciones teóricas que echaron los cimientos de la arquitectura de la ciencia económica, pero las alusiones empíricas se ven limitadas por la escasez de datos disponibles, de modo que muchas veces las formalizaciones numéricas se basan más sobre ejemplos hipotéticos que sobre series estadísticas.

Al importante trabajo de recopilación, análisis y publicación de estadísticas que respalda el marco teórico y conceptual propuesto por Piketty se suma un segundo aspecto que vale destacar. Este radica en cierta naturalidad y hasta desparpajo del autor para reseñar, citar y analizar las más diversas teorías económicas con las cuales elige confrontar y guiarse en su largo recorrido histórico. En ese sentido, Piketty avanza desprovisto de mochilas. No adhiere a ninguna escuela en particular, pero esto no le impide apelar o criticar a los más disímiles autores, desde el pensamiento clásico, los enfoques marginalistas, marxistas, keynesianos y los aportes más recientes. Lo hace con esa misma claridad conceptual que tanto impacto causó entre sus colegas.

Para Piketty el eje conceptual es la desigualdad, no las diferentes teorías y sus alcances e insuficiencias. Por supuesto, su planteo heterodoxo le ha valido numerosas críticas desde diferentes sectores académicos. Las controversias continuarán en los próximos años, pero el aporte está hecho: hay una nueva obra sobre la desigualdad que sintetiza el estado de la cuestión, realiza contribuciones decisivas y ofrece un inédito sustento empírico.

Hay un tercer factor de gran relevancia en este libro. Históricamente, el problema de la desigualdad se resumía o bien a esperar que el desarrollo económico y las fuerzas del mercado revirtieran los estadios iniciales de la desigualdad (tal como, de alguna manera, pronosticaba Simon Kuznets, el Premio Nobel de Economía de 1971, en su célebre curva en U invertida, según la cual la desigualdad tendía a crecer en las fases iniciales del desarrollo y comenzaba a revertirse una vez alcanzada cierta fase de progreso económico) o que la lucha de clases avanzara en la socialización de los medios de producción. Piketty demuestra que la desigualdad se ha intensificado en tiempos de la denominada globalización, durante las últimas tres décadas del siglo XX y comienzos del XXI. Y aporta evidencia de que esta tendencia tiene relación con las diferentes reformas impositivas que han aliviado las cargas tributarias que gravan a los sectores más ricos de la sociedad. El resultado de este hallazgo es una interesante agenda para discutir reformas impositivas que redistribuyan la riqueza.

Piketty observa que el ciclo contemporáneo de la desigualdad comienza con un nivel elevado, cuando el 10 por ciento más rico de la población posee el 59 por ciento de la riqueza, hacia 1770, y alcanza un máximo ubicado entre el 70 y el 80 por ciento a fines del siglo XIX. Los conflictos ocurridos en el período de entreguerras modificaron esa distribución y desconcentraron la riqueza, a lo cual el autor agrega los cambios impositivos acontecidos durante el siglo XX, que introdujeron una mayor presión tributaria sobre ganancias y patrimonios. Pero este mundo de Kuznets, apoyado en la premisa de que el desarrollo económico reduce la desigualdad, se modificó en las últimas décadas, y ya en 1970 era posible observar que el 50 por ciento de la riqueza estaba concentrado en los sectores más ricos. Como sostiene Piketty, “lejos de ser el fin de la historia, la ley de Kuznets es producto de una historia específica y reversible”.

A la hora de indagar en torno de la desigualdad más evidente, o madre de las desigualdades, la que surge de la relación capital/trabajo, este libro presenta una arista que contradice los principios básicos de la justicia social y lleva a introducir la cuestión de la redistribución: “¿Por qué los individuos que heredan un capital deberían disponer de unos ingresos vedados a los que sólo heredaron su fuerza de trabajo?”. Piketty también pone el acento sobre los diferentes obstáculos existentes para el acceso al capital y, nuevamente, presenta opciones desde la política impositiva. “¿Por qué privar a todos aquellos cuyo país o cuyos padres no fueron ricos en capital de la posibilidad de invertir en la medida de sus talentos?” Como señala Piketty, la fuga de capitales desde los países pobres termina por superar a los ingresos de inversiones de los países ricos, y el resultado final de ese proceso es la inexistencia práctica de esa movilidad de capital internacional (fenómeno visible con mayor claridad durante el último tercio del siglo pasado).

Lejos de pensar la desigualdad como un fenómeno natural que el propio desarrollo irá morigerando, se la concibe como un obstáculo para el desarrollo económico, en grado tal que su reducción debe ser un objetivo para promover el crecimiento de los países más pobres.

Los lectores de La economía de las desigualdades encontrarán las primeras indagaciones –ya actualizadas por el autor–, que demuestran su talento intelectual; también conocerán una sólida base empírica, una nueva síntesis sobre el estado de la cuestión y una agenda de políticas contra la desigualdad centradas en las herramientas impositivas. El lector no especializado o no habituado a este tipo de análisis se enfrentará a cierta complejidad, pero encontrará explicaciones accesibles que volverán ameno ese desafío. La recompensa es alta: un panorama minucioso, extenso y profundo de la historia de las desigualdades y de las diferentes modalidades que ha adoptado en la época contemporánea

* Licenciado en Economía (UBA) y magister en Economía Política (Flacso). Es profesor titular en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA y director del centro de investigaciones IDEAR Desarrollo.

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Thomas Piketty considera que la desigualdad y la redistribución están en el centro del conflicto político.
Imagen: AFP
 
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