TENSIONES EN LA CADENA LáCTEA
› Por Esteban Guida *
Con la retracción del mercado mundial de la leche, los problemas internos del sector lácteo vuelven a ocupar la escena y a requerir un compromiso concreto de todas las partes con miras a definir una estrategia para la cadena de valor que resulte viable, equitativa y sostenible en el mediano y largo plazo.
El mercado mundial de productos lácteos está en un momento crítico: junto con un incremento de la producción, el precio internacional de la leche en polvo (principal producto exportado por la Argentina) registra una caída significativa que ya acumula más de un 40 por ciento en el último año. El fenómeno impacta fuertemente en el sector primario de la mayoría de los países productores, donde se registran caídas en el precio pagado por la leche cruda a salida de tambo, y sólo en algunos casos se han mantenido estables, pero en niveles inferiores a los de años anteriores.
En Argentina, la situación se repite: las industrias vuelcan sus excedentes al mercado interno y ajustan sus cuentas pagando relativamente menos por la materia prima, la leche cruda. En efecto, el precio de referencia (informado por las industrias) que pagan por este insumo clave es, en el mejor de los casos, apenas un 10 por ciento superior al de un año atrás; pero lo que vienen percibiendo algunos productores es aún menor, bajando los 3 pesos/litro con la amenaza latente de una menor demanda y condiciones de mercado que siempre les son adversas a los componentes más débiles de la cadena.
Para atenuar el impacto de esta situación, el gobierno nacional implementó el Régimen de Recomposición del Pequeño Productor Lechero (RRPP lechero) que otorgó un aporte no reintegrable de 0,30 pesos por litro a los pequeños productores tamberos de menos de 2900 litros diarios durante los meses de marzo, abril y mayo pasados, esfuerzo que le significó cerca de 500 millones de pesos al conjunto de los argentinos.
Sin embargo, internamente el conflicto sigue porque las industrias pagan menos por la leche cruda y amenazan con reducir la demanda. Si este precio no encuentra un límite a la baja revirtiendo su tendencia decreciente, un aporte no reintegrable al sector primario resultaría una especie de subsidio cruzado para sostener la competitividad de la industria lechera, ya que la transferencia final del esfuerzo económico que hace el conjunto de los argentinos termina quedando en manos de la industria, en vista de su capacidad para determinar el precio de compra de la materia prima.
En vista de ello, el Estado nacional, en el ámbito de la Secretaría de Comercio Interior, está promoviendo un diálogo técnico-político entre todos los actores de la cadena de valor para llegar a soluciones abarcadoras, incluso integrando a algunos actores que no suelen participar de este tipo de negociaciones, como son las grandes cadenas de supermercado. Se trata de poner blanco sobre negro e identificar el efecto real de la caída de los precios internacionales sobre el sector industrial, ya que son sólo siete las empresas que exportan más del 20 por ciento de su producción; de allí que la caída en el precio internacional de los productos lácteos, no afecta a todas las empresas por igual. Sin embargo, la ventaja de obtener la principal materia prima a un menor precio es igualmente aprovechada por toda la industria.
Detrás de estos temas coyunturales, está el debate acerca de los excedentes de la cadena de valor. Si el precio en góndola no desciende, pero la materia prima principal de los productos lácteos viene bajando en términos absolutos y relativos, vale preguntarse quién se lleva los mayores márgenes resultantes. En vista de que los argentinos consumen el 80 por ciento de la producción nacional de leche y que cerca del 70 por ciento de las ventas de productos alimenticios se realiza a través de las grandes cadenas de supermercados, debería considerarse su aporte y compromiso en una estrategia sustentable y equitativa que contemple el interés del conjunto; un tema que algunos expertos consideran utópico.
De toda la cadena de valor, el eslabón comercial parece estar al margen de la crisis del sector. Un indicador de esta cuestión es la diferencia entre el precio que se paga por un litro de leche en góndola y lo que recibe el productor. Por ejemplo en Uruguay, un litro de leche entera cuesta en promedio 0,70 dólares, lo que significa 2,3 veces de lo que se paga al productor por el litro de leche cruda, mientras que en Argentina, esta relación es de 5 veces, muy por arriba incluso de otros países: Chile (3,4 veces), Francia (2,9 veces), Estados Unidos (2,7 veces) o Brasil (2,5 veces).
Está claro que sin la intervención del Estado los eslabones más débiles de la cadena de valor terminan pagando los costos de las crisis, sean extranjeras o domésticas. Los esfuerzos para superar esta coyuntura son necesarios y significativos pero requieren asimismo que sean justa y equitativamente repartidos entre todos los actores que participan del sector.
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