Se acaba de reeditar el libro de Bruno Susani, economista argentino que vive en Francia, con un título en sí mismo sugerente: El peronismo de Perón a Kirchner. Una pasión argentina. A contramano de los análisis habituales que suelen estudiar el peronismo y comparar a sus dirigentes casi exclusivamente en función de los estilos políticos de liderazgo, Susani traza esas líneas de continuidad por senderos que atraviesan el contenido (y no solamente la forma) de las políticas económicas, sociales y culturales de ambos fenómenos.

De ese modo, aborda cuestiones centrales que permiten comprender a esta corriente política, tan protagónica en la historia argentina de posguerra, con un gran apoyo popular; una decidida participación del Estado; el impulso de la industrialización, la distribución y la ampliación de derechos para las mayorías; y una posición de relativa independencia en el escenario mundial. El autor rescata, a su vez, a los gobiernos kirchneristas como los que recuperaron las banderas y sentidos genuinos del primer peronismo (y en parte del de los inicios de los años 70), luego de toda una larga década de los noventa donde ese contenido fue tergiversado en función de una concepción neoliberal que no hizo más que ajustar el escenario nacional a las necesidades del capitalismo mundial globalizado.

Este libro es especialmente bienvenido porque, si el peronismo no es todavía claramente entendido en la Argentina como fenómeno político, menos lo es en Europa donde se publicó inicialmente. La visión eurocentrista de estos procesos políticos producidos sobre todo en América Latina, los ha estigmatizado por lo general con el rótulo de populismo. Susani demuestra la falsedad de esta caracterización que por lo general ha sido utilizada, no para un análisis objetivo sino para su denigración. Se emplea para criticar a gobiernos populares, no antidemocráticos porque aceptan los mecanismos políticos del sistema, pero que derrochan las riquezas del país para repartirlas en parte entre los que menos tienen.

Del mismo modo podemos hablar de “populismo neoliberal”, usando esa palabra ambigua con un sentido diferente. El “populismo neoliberal”, definido también por Rafael Correa, el presidente de Ecuador como “populismo del capital”, sería verdaderamente perverso: pretende proteger las riquezas de los ricos a través de su dominio del Estado (que siempre juega) para imponer a su modo la regla de Pareto, cuyo fundamento lo constituye la llamada teoría del derrame, donde los menos afortunados deben esperar que sus ingresos se incrementen por la propia acumulación del capital.

Uno de los elementos, que según Susani, hacen comparables a Perón y a Kirchner son las coyunturas singulares en las que ambos aparecieron. Tanto uno como otro lo hicieron en el contexto de una crisis total de legitimidad: el kirchnerismo surge como una resignificación del justicialismo dentro de la ruptura de su identidad partidaria, producto de la influencia neoliberal. La población subsumida en el desempleo y la pobreza o en la expropiación de sus ahorros por los bancos mostraba su absoluta disconformidad con una dirigencia política que había sido artífice y/o cómplice de las políticas que provocaron esa situación, incluyendo la responsabilidad que la cabía al gobierno del ex presidente Menem.

Al igual que en el 17 de octubre de 1945, que para Susani marca el inicio de la historia argentina moderna, en el 2001 la situación política estalló desde abajo. Pero esta vez, en lugar de la formación de un partido nuevo fue dentro de las propias estructuras del Partido Justicialista donde surgiría una opción. La comparación entre los dos procesos políticos y económicos es el nudo esencial del excelente libro de Bruno Susani.

* Profesor emérito de la UBA. Director de la Maestría en Historia Económica, FCE-UBA.