› Por Javier Lewkowicz
Desde noviembre los productos de la canasta básica aumentaron en torno al 35 por ciento. El dato es de público conocimiento y diversos relevamientos lo han comprobado, comenzando por la usina económica liberal FIEL. A partir de una investigación propia, Cash muestra la suba de precios que se verificó en ese período de los productos puntuales que conforman los tickets de compra diarios. Así, queda en evidencia que, por ejemplo, el agua de 1,5 litros subió un 31 por ciento, las galletitas un 35 por ciento, productos de limpieza por arriba del 30 por ciento, los fideos un 30 por ciento y la sal gruesa, un 28 por ciento. Esos incrementos se verificaron sobre el final del año pasado y los dos primeros meses de 2016. La estabilidad del dólar enfrió las subas en marzo y abril, aunque durante las últimas dos semanas las empresas volvieron a actualizar las listas de precios, con el argumento del impacto en los costos del tarifazo energético y por la suba de los combustibles. Incluso con estos valores, el problema en sí mismo no es la inflación sino el recorte del poder adquisitivo del salario.
La inflación el año pasado estaba entre agosto-octubre en el orden del 1,8 y el 1,5 por ciento mensual. Eran valores altos en relación a la región pero controlados y relativamente previsibles. Es más, el Gobierno ahora busca con ansiedad volver a valores inflacionarios de esa magnitud. Con el preanuncio del actual ministro de Hacienda y Finanzas de que levantaría las restricciones cambiarias y el dólar se iría de 9,60 pesos a un valor mucho más alto, comenzaron las movidas especulativas que llevaron la inflación de noviembre a 2,9 por ciento. En diciembre, la brusca suba del dólar superior al 40 por ciento junto a la quita de retenciones al campo hicieron que la inflación subiera otro escalón, hasta un 3,8 por ciento.
En enero los precios avanzaron 2,8 por ciento, por otra devaluación del peso, el efecto rezago del mes anterior junto a la suba de la nafta. La inflación de febrero se elevó hasta el 3,7 por ciento, explicado en un 80 por ciento por el tarifazo en el servicio de energía eléctrica. Los precios siguieron acelerándose en marzo, con un alza aproximada del 4,8 por ciento a partir del aumento de las cuotas de los colegios privados, las prepaqas, el rubro vivienda, por el remanente de la tarifa eléctrica e indumentaria. Por último, en abril la inflación tocó un valor del 7,2 por ciento, la mayor suba mensual desde abril de 2002, en plena salida de la convertibilidad. El 70 por ciento del alza de precios durante el mes pasado se explicó por el ajuste en las tarifas de gas y agua de red, superior al 300 por ciento, y en colectivos y trenes, con incrementos de hasta el 100 por ciento.
¿Qué pasó durante ese período con los productos puntuales que forman parte de las compras diarias? Cash comparó una serie de precios actuales del supermercado Coto con los que regían a principios de noviembre en el mismo establecimiento.
Entre las bebidas, la botella de agua Nestle de 1,5 litros pasó de 10,4 a 13,59 pesos, una suba del 31 por ciento; mientras que el agua Glaciar del mismo tamaño, de 11,2 a 14,69 pesos, el mismo incremento que su competidora. La H20 Citrus de 1,5 litros pasó de 18,4 a 21,85, un alza del 19 por ciento; y la Coca-Cola Zero de igual tamaño, de 25 a 29,99 pesos, con un avance del 20 por ciento. Por debajo de esos productos quedaron los sobrecitos de jugos Clight (de 3,99 a 4,55 pesos, un 14 por ciento), y la Coca-Cola común, que subió un 18 por ciento (de 17,4 a 20,60 pesos) gracias a que forma parte del acuerdo de Precios Cuidados.
Por el lado de los alimentos, los fideos guiseros Matarazzo subieron de 16,49 a 21,39 pesos, un 30 por ciento, por arriba de los tallarines Don Vicente, que escalaron de 26,49 a 29,99 pesos, un 13 por ciento. Las Rapiditas Clásicas de Bimbo avanzaron de 40,95 a 52,45, un 28 por ciento; mientras que el paquete de sal gruesa Dos Anclas, de 10,99 a 14,05 pesos, un 28 por ciento. El kilo de suprema de pollo sin piel subió de 75,90 a 99,90 pesos (32 por ciento), el paquete de galletitas Frutigran, de 18,79 a 25,2 pesos (34 por ciento) y el pack de dos postres Ser de 200 gramos, de 16,85 a 25,09 pesos, un 49 por ciento.
Entre los artículos de limpieza, el limpiador líquido Poett de 4 litros pasó de 59,09 a 17,49 pesos (21 por ciento), el lavavajillas Magistral, de 28,49 a 38,55 pesos (35 por ciento) y el limpiador líquido Blem, de 18,29 a 24,29 pesos, un 33 por ciento. El apresto Klaro avanzó de 10,49 a 13,05 pesos (24 por ciento) y el talco Veritas, de 16,65 a 23,55 pesos, el equivalente a un 41 por ciento.
El relevamiento de precios que lleva a cabo Héctor Polino, representante de Consumidores Libres, también aporta información sobre el proceso inflacionario. Polino realiza el seguimiento de precios en los supermercados Coto y Plaza Vea en los centros de abastecimiento de los barrios de La Boca, Caballito, Liniers y Pompeya. Según ese relevamiento, el kilo de pollo desde octubre pasó de 23 a 36 pesos (56 por ciento); la docena de huevos, de 21 a 28 pesos (33 por ciento); el kilo de merluza, de 70 a 99 pesos (41 por ciento); la harina La Favorita, de 11 a 13,80 pesos (25 por ciento); la polenta Mágica de 750 gramos, de 11,30 a 16 pesos (42 por ciento); la manteca Sancor de 200 gramos, de 19 a 23 pesos (21 por ciento) y la mermelada La Campagnola, de 26,50 a 31 pesos (17 por ciento).
Durante el período bajo análisis, el Gobierno redujo el peso del programa Precios Cuidados, que ofrece cierto paraguas de contención al menos en las grandes cadenas de supermercados. El acuerdo pasó de 512 a 314 productos en enero aunque en la última actualización se amplió hasta los 400 artículos. En el medio, algunos productos importantes en el consumo popular dieron un salto de precio. Por ejemplo, el sachet de leche descremada La Serenísima según la última lista de Precios Cuidados estaba en diciembre del año pasado en 10 pesos y ahora cuesta 16,50 pesos, un incremento superior al 60 por ciento. Por su lado, varios cortes de carne salieron del acuerdo y ahora volvieron a ingresar. El resultado es el siguiente: en relación a diciembre el kilo de roast beef en Precios Cuidados subió de 50,90 a 87,90 pesos (74 por ciento), de tapa de asado (60 por ciento) y la picada común de 38,25 a 46,90 pesos (23 por ciento). No fueron reincorporados a la lista ni el pollo ni el pescado. En esta última renovación salieron del acuerdo todos los aceites. Entonces, el aceite Cañuelas de 1,5 litros que estaba en Precios Cuidados pasó de 17,40 a 22,55 pesos, una suba del 30 por ciento; al igual que el aceite Cocinero, que avanzó de 17,74 a 22,99 pesos. Los productos que se mantuvieron en el acuerdo subieron desde octubre entre un 10 y un 20 por ciento. El panorama en las frutas y las verduras es mucho más desparejo porque responde en gran medida a factores vinculados a la estacionalidad.
Los especialistas en consumo masivo advierten que en los sectores donde hay alta concentración de mercado y el consumidor cuenta con pocas chances de dejar de consumir ante subas de precios (típicamente los productos básicos), las empresas buscan recomponer su margen de ganancia medido en dólares, para lo cual necesitan acomodar los precios a la suba de la moneda norteamericana, que desde octubre acumula un 50 por ciento.
Sin embargo, las firmas chocan también con la fuerte caída de la demanda. A raíz del deterioro del salario, las ventas en los supermercados cayeron un 7 por ciento en el año y el consumo de productos menos imprescindibles, como por ejemplo la ropa o los electrodomésticos, muestra bajas de entre 15 y 30 por ciento. Aun así, estas últimas semanas en el sector comercial se vio otra ronda de aumentos de los artículos de consumo básico, bajo el argumento del impacto de las subas tarifarias, principalmente por la luz y el gas, y por el alza de la nafta.
Empresas como Colgate-Palmolive (cepillos de dientes, dentífricos, jabones y shampoo) y Clorox (que tiene las marcas Ayudín, Poett, Trenet y Mortimer, entre otras), informaron subas de entre el 10 y el 15 por ciento. Quilmes subió los precios un 5 por ciento. También los ajustaron empresas como Matarazzo, Molto, Arcor, los chocolates y los quesos. Según las estimaciones de las consultoras privadas, para mayo la inflación tendrá un piso del 3 por ciento. Es decir que la inflación sólo en los primeros cinco meses del año estará alrededor del 25 por ciento y desde noviembre la suba de precios rondará el 35 por ciento.
“En mayo calculamos cerca de 1,5 punto porcentual entre el arrastre de la suba de tarifas y los aumentos de naftas y cigarrillos. Además, la medición de precios nos dio bastante alta la primera semana, con alimentos en la zona de 2 por ciento. En junio todavía hay aumentos como las prepagas y en julio el subte. Con el dólar tranquilo o cayendo y con ingreso de capitales, tanto por el lado de la soja y para aprovechar la tasa de interés, y si no median nuevos aumentos tarifarios, es probable que la segunda mitad del año haya una desaceleración importante de la inflación. Sería entonces probable que el año termine con una inflación del 1,5-1,8 por ciento mensual, aunque con una suba total del año del 40 por ciento”, indicó a Cash Marina Dal Poggetto, directora ejecutiva del Estudio Bein.
Incluso en el contexto descripto, la inflación es una variable que no es definitoria sino secundaria en relación a la evolución del poder adquisitivo y el empleo. Si la inflación, por alta que fuera, es más baja que los salarios y las jubilaciones, existe una recomposición de ingresos, y viceversa. Según los cálculos de Dal Poggetto, el año pasado terminó con una suba del salario real para los trabajadores registrados de unos 5 puntos. Este año la caída sería de 6 puntos, teniendo en cuenta paritarias en la zona del 32/33 por ciento y la inflación en el 38/40 por ciento. En el caso de los gremios menos organizados, los trabajadores no registrados y desocupados, la pérdida de poder adquisitivo será mayor.
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