¿LAVAGNA TIENE UN PLAN O SE HACE CAMINO AL ANDAR?
Por derecha y por izquierda
El economista jefe de la Unión Industrial analiza las críticas al gobierno que “por izquierda y por derecha” hablan de la ausencia de un plan económico.
Por Miguel G. Peirano (*)
Existen motivos para ser optimistas respecto al futuro argentino. Se sinceran realidades y se establecen fundamentos acertados en las políticas aplicadas. Gran parte de la sociedad y quienes conducen al país ponen en evidencia las perversas políticas aplicadas en los ‘90.
Se reconoce que el supuesto modelo neoliberal no era más que el saqueo de los activos nacionales, la llamada modernidad escondía revertir décadas de desarrollo y justicia social, los gurúes económicos huelen a farsantes, la supuesta capacidad de Cavallo se ha transformado en la causante del desastre económico de la Argentina y las verdades consagradas por la ortodoxia neoliberal y la derecha política están desacreditadas internacionalmente y por la gran mayoría de nuestra sociedad.
Al mismo tiempo, transitamos un rumbo económico que determina debates y cuestionamientos sobre sus resultados futuros. A mi entender existe un plan económico y social con lineamientos muy consistentes, con logros presentes y potenciales ya demostrables. Pero en este debate surgen críticas de distinto tipo y procedencia.
Es este sentido es determinante distinguir entre lo que podemos denominar críticas “por izquierda” y aquellas que surgen de la ortodoxia económica.
Las críticas a la supuesta ausencia de plan por parte del “coro de economistas” que alabaron las políticas de Menem-Cavallo-De la Rúa reflejan el espíritu de quienes ven afectados intereses sectoriales. Así los voceros de parte del sistema financiero, sectores privatizados y acreedores externos, intentan torcer el actual rumbo económico.
Nada aportan estas críticas, sólo lobbies sectoriales e intento de deteriorar la gestión económica y la política global del actual gobierno, que recrea reglas de juego favorables para la sociedad en detrimento de intereses puntuales.
Hace pocos días en una reiterada muestra de desatino hemos escuchado a economistas que salieron a alertar sobre los graves perjuicios que le ocasionaría a la Argentina un eventual default, consecuencia de no cancelar deuda con el FMI en el primer día del vencimiento (previo al acuerdo).
En pocas horas, la Argentina cerró el acuerdo en términos favorables para el país y hasta el propio presidente de Estados Unidos reconoció la capacidad negociadora del gobierno.
¿Podemos creer que buscan el debate de ideas quienes son operadores de sectores económicos, avalaron todas las inconsistencias de los ‘90, fracasaron en todos sus pronósticos y a meses del default, auguraban estabilidad económica por años? Es demasiado burdo el fracaso y el rol de este sector de economistas.
Muy distinta es la intención y el aporte de aquellas críticas realizadas por quienes han sido críticos de las políticas de los ‘90 y que simplificadamente se caracterizan como de “izquierda”. Estas apuntan a cuestiones tales como la distribución del ingreso o la necesidad de ir más allá, por ejemplo, de lo comprometido con el FMI para asegurar mayor equidad.
Son planteos que, compartidos o no, provienen de profesionales con capacidad técnica y coherencia histórica. Y aunque no se compartan integralmente es importante, al menos, incorporar su espíritu o profundizar planteos parciales en cada uno de los temas analizados.
De todos modos, frente a estas críticas “por izquierda”, creo que es necesario considerar que si bien es clara la diferencia conceptual, de instrumentos y prioridades entre una etapa de recuperación económica del nivel de actividad y empleo (como la que estamos terminando de atravesar), y otra de crecimiento económico de largo plazo, no es menos claro que necesariamente una precede a la otra. Un programa económico es algo dinámico y debe asegurar la consistencia entre ambas etapas, y a medida que se ganan grados de libertad, se pueden profundizar las políticas activas y de distribución. En la construcción de un nuevo modelo económico y social existirán, entonces, distintas etapas.
Por este motivo, es necesario distinguir con “quienes” y “por qué” se debate y unificar el campo nacional y progresista, aún cuando haya diferencias relevantes sobre cómo instrumentar las mejores políticas.
Estos son los debates que enriquecen al país y el pensamiento económico. Estamos frente al desafío de construir un capitalismo transparente, con sentido social. Pero es fundamental que desde todas las instancias tengamos memoria para saber quién es quién en la historia Argentina. Sólo así podemos construir sobre bases seguras y exitosas.
(*) Jefe de Economía de la Unión Industrial Argentina.