Dom 21.09.2003
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Es bueno volver a las fuentes

Por Claudio Scaletta

En El capital: razón histórica, sujeto revolucionario y conciencia, publicado recientemente por Ediciones Cooperativas, el economista Juan Iñigo Carrera indaga en las particularidades del capitalismo como modo de organización de la producción social. En este camino, parte de su evolución histórica estableciendo una unidad entre las determinaciones económicas y sujetos políticos. Según el autor, esta unidad “contrasta tanto con las concepciones voluntaristas y posibilistas como con los puntos de vista mecanicistas, estructuralistas y funcionalistas”.
El objeto de esta primera parte es analizar el modo en que el capitalismo transforma radicalmente la naturaleza del trabajo humano con el desarrollo de la maquinaria y la ciencia, en un proceso “donde la socialización creciente de la producción contrasta con su organización en unidades privadas”. En este contexto se hace foco en el desarrollo tecnológico y en los cambios provocados en la división internacional del trabajo, acentuando la diferenciación en las complejidades de los distintos procesos de trabajo y cómo las mismas se expresan en la diferenciación y reconstitución de los espacios nacionales. A la dicotomía desarrollo/subdesarrollo, pero también a las teorías del intercambio desigual y el imperialismo, el autor opone las “diferenciaciones económicas nacionales” como las distintas caras que presenta el desarrollo capitalista en la plenitud de su unidad internacional.
La cuestión del Estado y sus transformaciones desde el “benefactor” de las primeras décadas de la posguerra hasta el “neoliberal” de fines del siglo XX es resuelta por Iñigo Carrera mediante la presentación del aparato de Estado como el representante político general del capital social total. Este enfoque se orienta luego a un original análisis del caso particular de la ex Unión Soviética.
La obra también retoma la discusión durante mucho tiempo dejada de lado entre los economistas modernos, sobre los determinantes de los procesos cíclicos y las crisis de la economía mundial. Aporta, asimismo, importante evidencia empírica que lleva a la situación actual global y de la Argentina e incluye una llamativa relación entre fases económicas y procesos bélicos.
La última parte del libro está destinada a los lectores interesados en las discusiones metodológicas, tanto en el campo de las ciencias sociales como de las ciencias exactas. El autor pone en evidencia los límites de la representación conceptual, en un despliegue que va del positivismo lógico al posmodernismo, avanzando por el camino del método científico abierto por Marx.

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