Dom 28.09.2003
cash

“Restablecer el...”

Por Cledis Candelaresi

Podría pensarse que Alberto Dumont es un economista con escasa vinculación con Néstor Kirchner y su ministro de Economía. No le desvela la concentración económica que genera el actual modelo exportador, ni le preocupa la importante presencia de empresas extranjeras en la economía. Tampoco cree que el inminente aumento de tarifas públicas sea un problema para los industriales y defiende el ALCA como una oportunidad de negocios. Pero Alberto Dumont construyó su sólida relación con Roberto Lavagna en Ginebra, cuando ambos trabajaban como representantes locales ante la Organización Mundial de Comercio y la Comunidad Económica Europea y ahora integra el gabinete económico desde un puesto clave para esa cartera, como es la Secretaría de Industria, Comercio, Pequeña y Mediana Empresa. Más que un plan para la industria, el Gobierno tiene identificados sus problemas, según admitió el funcionario en esta entrevista exclusiva con Cash.
¿Es posible promover en la Argentina una industria exportadora sin desalentar, al mismo tiempo, la que está orientada sólo al mercado interno?
–No son líneas incompatibles. Además, en la Argentina ha sido demasiado complejo establecer una industria exclusivamente orientada a la exportación. En general, lo que ocurre aquí es que una actividad se desarrolla primero para atender el mercado interno y, cuando gana competitividad, se lanza al mundo. Después, hay empresas que consiguen especializarse en ciertos rubros exportadores. Es el caso de Pescarmona, que empezó fabricando para el mercado local, pero después desarrolló un tipo de turbina de alta tecnología, básicamente para clientes extranjeros.
Pero, en este momento, parece que a los únicos sectores de la industria que les va bien es a los que están orientados a la exportación y no al mercado interno.
–No creo que sea así. Hoy los textiles producen más para el mercado interno que para exportar, y es uno de los sectores que más está creciendo.
El Centro de Estudios para la Producción (perteneciente a la propia Secretaría) destacó que los sectores exportadores más dinámicos son muy concentrados. Esto significa que la renta por vender al exterior con un dólar relativamente alto queda en pocas manos.
–Si uno mira los grandes números, obviamente es así. Usted encontrará que, por ejemplo, el sector siderúrgico tiene muy buena performance exportadora y es un sector de grandes empresas. Pero cuando observa en detalle quiénes están vendiendo al exterior, encuentra que las pymes están creciendo como exportadoras mucho más que las grandes, ya que se adaptaron mejor a la dinámica post crisis.
¿El proceso de sustitución de importaciones se está agotando?
–Eso es muy difícil saberlo. Lo que sí puedo decirle es que hay varios sectores que reemplazan importaciones y están cerca del techo de producción. Para que sigan creciendo debe haber más inversiones.
¿Y qué hace el Gobierno para estimular esas inversiones? ¿Busca capitales extranjeros?
–No hay que sobreestimar el peso relativo de la inversión extranjera. En el mejor momento de los años ‘90 representaba un 25 por ciento del stock total de la Argentina. El grueso siempre fue representado por el capital nacional. Y ahora el nuevo proceso de inversión también debería ser protagonizado por el capital nacional. Pero es difícil hablar de medidas concretas para alentar esto. El Gobierno, a lo sumo, puede tratar de facilitar la importación de bienes de capital o promover la reinversión de utilidades.
¿Después del default y la devaluación hay un efecto “mala imagen” que espanta a los potenciales inversores extranjeros?
–En el 2002, en lo peor de la crisis, hubo capitales extranjeros que se destinaron a la producción de vinos y de productos farmacéuticos. Y que un sector tan golpeado como el automotor haya comenzado a hacer exportaciones desde la Argentina, obviamente por orden de las casas matrices, da la pauta de que el país es bien visto desde el exterior. Pero no podemos diagnosticar que vaya a haber un ingreso masivo de capitales del exterior. Y, de llegar, ojalá no sea inversión de portafolio sino que se oriente a la actividad productiva, de empresas que se radiquen.
¿Se puede revertir el proceso de extranjerización que sufrió la industria local en los últimos años?
–Primero le aclaro que todavía hay muchas empresas en manos argentinas. Y le recuerdo que hace pocas semanas el grupo Werthein compró acciones de Telecom. Pero es muy poco lo que puede hacerse desde la política oficial para que los inversores argentinos vuelvan a tomar el control de las empresas. Eso está dado por las condiciones macro y, en definitiva la confianza que inspire la economía. Ambas cosas se están reestableciendo.
¿Qué pasará con la calidad de los productos argentinos ahora que hay menos competencia del importado?
–Hoy los regímenes de importación son mucho más liberales que los que existían hace más de diez años. El arancel promedio también bajó notablemente. Es imposible la protección absoluta. También me parece difícil que haya una industria con dos calidades: una para exportar y otra para vender al mercado interno. La automotriz es un ejemplo de ello. Está muy integrada a nivel Mercosur y casas matrices y eso hace difícil el atraso tecnológico. Vamos a seguir exportando autos a Brasil, a México, a Sudáfrica y hasta Mercedes-Benz argentinos a Alemania.
¿Pero qué pasa con una industria que sólo abastece a argentinos?
–Es imposible quedar totalmente librados de la competencia externa. El tipo de cambio con Brasil es prácticamente 1 a 1 y no tenemos aranceles con ellos. Algo parecido ocurre con Chile y con otros países con los que tenemos acuerdos de libre comercio. Es imposible una barrera infinita que proteja al productor argentino. Fíjese que uno de los sectores que más crece es el textil y ellos viven quejándose de la competencia de Brasil.
¿El ajuste de las tarifas públicas realmente preocupa a la industria o es una suba de costos ya contemplado que no desvela?
–Depende del tipo de industria. Para una productora de aluminio, por ejemplo, el impacto será mucho más importante que para otras.
¿Comparte el criterio de que hay que segmentar tarifas, aplicando aumentos mayores a las industrias que exportan, como proponen las distribuidoras de luz y de gas?
–No está en manos de esta Secretaría resolver sobre la cuestión. Pero le aseguro que no hay ninguna industria que me haya traído a mí el problema de las tarifas como una cuestión relevante para su actividad: ni las productoras para el mercado interno ni las exportadoras.

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