Un Brasil de entrecasa
› Por Julio Nudler
La deuda argentina es una amenaza cumplida. La brasileña, una amenaza latente. Pero no la única, sin aludir con esto a la mucho más módica de los turcos, ni a las viciadas carteras de la banca japonesa. Hay otra, casi tan grande como la que representa Brasil, que anida dentro mismo de Estados Unidos: se trata de un paquete de 236 mil millones de dólares adeudados por compañías privadas en créditos bancarios. La mayor parte de esos préstamos han sido clasificados como “substandard”, “dudosos” o “incobrables”. Este impresionante monto no incluye, desde luego, los problemas asociados a papeles comerciales –es decir, vías desintermediadas de financiación–, como los bonos por 61 mil millones que está reprogramando la Ford. Por otro lado, hay que tener en cuenta que los mencionados 236 mil millones son sólo parte de la complicación, ya que corresponden solamente al subconjunto de los créditos superiores a u$s 20 millones y otorgados por clubes de al menos tres bancos.
Entre esa montaña de mala deuda privada y los grandes clavos soberanos hay alguna similitud, aunque también notorias diferencias. La semejanza reside, ante todo, en el famoso leverage, o apalancamiento: vale decir, una estrecha base de activos concretos contra la cual se captó un endeudamiento desmesurado, fenómeno común durante las burbujas (como la vivida por Estados Unidos hasta el 2000). En definitiva, cuando las infladas expectativas sobre los negocios se pinchan, no hay cómo cobrar. Cuando se caen planes como el de la convertibilidad, tampoco.
Siempre queda el recurso, sin embargo, de postergar el problema, reperfilando el calendario de vencimientos. Este remedio no está sirviendo últimamente en el caso de las naciones endeudadas por culpa del famoso “riesgo país”: como ante la menor desconfianza se disparan abruptamente las sobretasas para cualquier refinanciación, el default, potencial o inmediato, se torna inevitable. El FMI puede interponerse en el proceso, como ha hecho con Brasil y Turquía, y hasta el año pasado con la Argentina, pero sigue sin haber ninguna solución de fondo.