EL BAúL DE MANUEL
› Por Manuel Fernández López
Pedro
Agrelo
El primer profesor de Economía designado en la UBA era una figura, cuanto
menos, singular. Fue el creador de la moneda nacional (la que vemos en la moneda
de un peso), cuyo proyecto acompañó de un escrito sobre los entes
monetarios. Era porteño y en su Autobiografía consignó:
“Nací en la ciudad de Buenos Aires el 28 de junio de 1776. Inclinado
al sacerdocio, comencé mis estudios en el colegio de San Carlos, y pasé
a Chuquisaca para completarlos en la universidad de San Francisco Javier, donde
me doctoré en ambos derechos. Desistí de la carrera eclesiástica
y obtuve título de abogado en la real audiencia. Pronto hice clientela,
y se me nombró subdelegado de la provincia de Tupiza, cargo que desempeñé
hasta fines de 1810. De regreso a Buenos Aires, a pesar de las intenciones que
abrigaba de no mezclarme en política acepté, el 18 de mayo de
1811, el puesto de redactor de la Gaceta de Buenos Aires, movido por el deseo
de servir a la causa de la emancipación americana. Fui Fiscal de cámara,
miembro de la Sociedad Patriótica, administrador de las rentas públicas.
Como diputado a la Asamblea General Constituyente tuve el honor de ser nombrado
su presidente el 1º de abril de 1813, y en el mes de mi presidencia me
cupo la suerte de redactar y firmar el decreto y ley sobre la nueva moneda,
después de haberlo yo mismo dispuesto, presentado y hecho adoptar por
moción mía especial, acompañando el diseño bajo
un nuevo tipo enteramente patriótico. Nombrado a principios de 1815 Director
general don Carlos Alvear, me designó su asesor y auditor general de
guerra. Caído Alvear en abril, fui preso como partidario de aquel mandatario.
Juzgado y procesado, se me condenó a ser internado al Alto Perú,
pero después se me dejó residir en San Nicolás de los Arroyos.
En mayo de 1816 el nuevo Director Antonio González Balcarce me permitió
regresar a Buenos Aires y emprendí la redacción de El Independiente,
periódico interesante sobre materias constitucionales. El último
número salió en 1817, siendo yo posteriormente deportado a Norte
América. A mi vuelta redacté, de 1818 a 1819, El Abogado Nacional,
y en 1821, me trasladé a Entre Ríos, donde redacté el Correo
Ministerial, órgano del gobernador Lucio Mansilla, y fui secretario de
la Convención allí reunida. En 1822 se me confió el ministerio
de gobierno, guerra y hacienda, y en el desempeño de ese cargo redacté
la constitución de Entre Ríos de 1822”.
Clemente
Pinoli
Otro caso raro entre los docentes de economía de la UBA fue el de Pinoli,
un abogado italiano. Luego de Caseros, el gobierno de Buenos Aires autorizó
a la UBA a llamar a concurso para proveer un profesor de Economía Política
y Derecho privado internacional. El 20 de marzo se comunicó el número
de postulantes y Pinoli quedó nombrado provisoriamente y juró
la Constitución Nacional. Pinoli tenía 35 años, nacido
en Cúneo, Piamonte (entonces Estados Sardos), abogado recibido en Turín.
Había sido juez de primera instancia en la provincia de Ivrea, Estados
Sardos. En Buenos Aires era “consultante legale del Consulado Sardo”.
En 1855 contribuyó aorganizar el Hospital Italiano (fundado en 1853),
del que fue prosecretario. Se reparó el aula y recuperaron ejemplares
de los Elementos de Mill depositados en el fuerte. Pinoli, empero, en 1857 pidió
que no se utilizase el texto de Mill, y en su lugar se adoptasen los Principi
dell’Economia sociale, de Antonio Scialoja. ¿Fue Scialoja profesor
de economía de Pinoli en Turín? Sabemos que Scialoja en setiembre
de 1849 fue encarcelado varios años, denunciado por participar en la
jornada revolucionaria del 15 de mayo de 1848. No es descartable una afinidad
de Pinoli y Scialoja, y que la prisión de éste explicase también
la emigración a Buenos Aires de un profesional tan destacado como Pinoli.
Al no ser viable el texto de Scialoja, ni deseado el de Mill, Pinoli emprendió
la redacción de un texto propio, un Curso de Economía Política
Ecléctica, que completó, sin darlo a imprenta. Fue el primer tratado
de la materia escrito por un profesor de la UBA. Con excepción de Malthus,
a quien citaba al tratar el principio de la población, sus fuentes eran
exclusivamente las grandes escuelas italianas: el mercantilismo (Serra), la
escuela napolitana (Genovesi), la escuela milanesa (Verri, Beccaria) y los modernos
(Romagnosi, Gioja, Rossi). Concluía: Indispensable es para el estado
actual de los pueblos la ciencia económica. Para los que ya prosperan,
para que mantengan y acrezcan su prosperidad. Para los que están en el
vestíbulo del progreso para que entren en la vía. Para que los
unos y los otros respeten las leyes comunes de la recíproca prosperidad.
Enseñó el cuatrienio 1854-7, y en el lapso en que pudo influir
en la elección de temas de tesis, seis estudiantes entre veintiuno culminaron
su carrera con tesis de Economía Política.
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