EL BAúL DE MANUEL
› Por Manuel Fernández López
Trece años han transcurrido ya desde la gesta emancipadora de Mayo, sin que los disensos interiores hayan permitido constituir un Estado moderno, atendido por administradores inteligentes. Una causa de ello es sin duda la general ignorancia del conocimiento del momento, la Economía política, de que adolecen nuestros jóvenes. Por desgracia, el estudio autodidacta de nada sirve en esta materia. En efecto, para adquirir los principios y rudimentos de esta materia sólo cabe acudir a libros europeos, y hoy ninguno de ellos se conforma a nuestra realidad, tan distinta a la europea. Mientras en Europa escasea la tierra arable, aquí sobreabunda, al punto de no tener precio alguno. Mientras allá abunda la población, al punto de estorbarse unos a otros, aquí ella escasea en todos los ramos de la producción. Mientras la renta de la tierra es nula, los salarios son exorbitantes. Pero si al mejor texto de Economía política de Inglaterra –el país más avanzado en este conocimiento– se vacía de sus datos europeos, y en su lugar se colocan datos de Buenos Aires, el saber económico deja de ser vago o abstracto y adquiere aplicabilidad al país. Esta es la misión que le toca a la Estadística, y que entre nosotros desempeña el patriota don Vicente López y Planes, director del Registro Estadístico. Nadie mejor que él, pues, para llenar a la ciencia económica con datos de la realidad. Y ¿qué lugar más a propósito para servir como punto de encuentro entre quienes poseen la ciencia y aquellos que anhelan adquirirla, que la recientemente creada Universidad de Buenos Aires, en La Manzana de las Luces? Allí el Departamento de Estudios Preparatorios ha dispuesto un aula para que todo aquel que aspire a cursar una carrera universitaria, sea en Medicina, Derecho o Ciencias Exactas, pueda previamente cursar dos años de Economía política, teórica y aplicada, que lo pondrá en condiciones de servir a nuestra patria como funcionario competente. El texto que se utilizará en el primer año del curso será Elementos de Economía Política, de James Mill, cuya traducción encara el contador de la provincia señor Santiago Wilde, que además de profesor de inglés es reconocido autor teatral, estimándose que la impresión se realizará a la brevedad en la imprenta de la Independencia. El segundo año se estudiará por el texto de economía aplicada que habrá de redactar el catedrático de la materia.
No basta querer enseñar economía para que ello ocurra. Rivadavia propuso en 1812 erigir un “establecimiento literario” en el que se enseñase la materia, con los recursos a recaudar en una suscripción, pero además sin sede, sin docente, sin textos. Eran demasiadas carencias. En 1815 viajó a Europa y se informó de las tendencias doctrinarias en Inglaterra y Francia. En 1821 creó la UBA y el Registro Estadístico, con V. López al frente, y casi en seguida incluyó como partida del Presupuesto universitario el sueldo del profesor. Asignada su enseñanza a V. López, el 8 de febrero de 1822, aquél rehusó ocupar el cargo, que sí aceptó el creador de la moneda nacional, Pedro José Agrelo, cuya designación data del 28 de noviembre de 1823, y así decía: “A despecho de los esfuerzos que el gobierno ha desplegado para generalizar en el país los conocimientos y el estudio de la economía política, se ha visto detenido en los pasos que ha dado para la apertura de la cátedra de dicha ciencia, establecida en el plan general de instrucción pública, por los obstáculos que presenta el estado del país y el de la ciencia misma. Mas crece la urgencia con que la situación de estos pueblos reclama la adquisición de tan importantes nociones y aún lo que importa más: el crearse la aplicación de la teoría de esta ciencia a la práctica correspondiente a países tan nuevos y que, por lo tanto, difieren en gran parte de los principios que rigen y que son adaptables a naciones en que la población ha subido al grado de embarazarse, en que la acumulación de capitales disminuye la entidad de sus productos, en donde las necesidades, la moral y habitudes formadas por tantos siglos y tantos sucesos tienden al aumento del trabajo, y en donde la industria y las luces proporcionan una concurrencia que viene a ser más fecunda que ellas mismas. En fuerza de esto, el gobierno ha acordado y decreta: Art. 1º Queda nombrado el dr. Pedro José Agrelo catedrático de Economía Política, con la asignación prefijada en el presupuesto general y que principiará a gozar desde el 1º de enero del año entrante. 2. La duración del curso será de dos años. En el primero se dictará la teoría de la ciencia, sirviendo de texto los Elementos de Economía Política por Mill, publicados últimamente en esta ciudad. En el segundo se dictará la aplicación a la economía doméstica y comercial, y a la estadística y administración de la hacienda pública”.
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