EL BAúL DE MANUEL
Baúl I y II
› Por Manuel Fernández López
CASAS
Vilfredo Pareto caracterizó un óptimo social como aquel estado “en que no es posible redistribuir la riqueza de modo tal que algunos mejoren su situación sin que empeore la de los demás”. El caso de Pareto tendría algún realismo en un mundo de iguales o similares, donde cada cual poseyera un volumen de riqueza no muy distinto, y una unidad quitada a uno representase una pérdida de utilidad semejante a la ganancia de utilidad obtenida por el que recibiese la referida unidad. Pero en una sociedad desigualitaria las cosas no ocurren así. La utilidad ganada (o perdida) por recibir (reducir) una unidad de riqueza alguien muy rico –digamos un Rockefeller (cualquiera de ellos) o un Pérez Companc– es sensiblemente inferior a la utilidad ganada (o perdida) por alguien muy pobre, a raíz de recibir (o perder) una unidad de riqueza. Con $ 1 más, para quien tenía $ 0 es la vida misma: puede comer algo un día; mientras que un peso menos, a quien posee muchísimo no le representa una sensible pérdida de riqueza ni de utilidad. La utilidad adicional, o marginal, es mucho mayor para quienes no poseen nada o muy poco, que para quienes poseen mucho. Por tanto el bienestar de la sociedad aumenta al redistribuirse riqueza de los ricos a los pobres. Este es el fundamento de la simpatía que suscitan los actos de Robin Hood: al quitarle a los ricos y darle a los pobres, el mítico arquero mejoraba el bienestar colectivo. También es el fundamento de la receta keynesiana para aumentar la ocupación redistribuyendo ingresos, esto es, quitando a los ricos una parte –que sería destinada a ahorro (o no gasto, que no crea empleo)– para darla a los más pobres, que la destinarán a consumo (un gasto creador de empleo). Por esa misma causa, fomentar más consumo entre los pobres, aun a expensas de los ricos, gusta y no duele; y también es odiosa una redistribución regresiva, que les quita a quienes pasan hambre para que medren los opulentos. Por esa razón se condenaba el préstamo a interés en la Edad Media: el dinero se pedía para subsistir, en épocas de cosechas perdidas y hambrunas. Se veía inmoral acumular fortunas sobre la base del hambre ajena. Por lo mismo, la corrupción de algunos hombres públicos, otras veces tolerada, hoy es intolerable a causa de la pobreza e indigencia generales. Indicador infalible de esa corrupción “política” son las viviendas que poseen los funcionarios, y su fecha de compra.
MODELOS
Los sonidos de la naturaleza existen más allá del hombre. Una composición musical no puede existir sino por la creación humana. De igual modo, por un lado está la realidad social y por otro los modelos económicos. Para ver qué es un modelo tome una hoja, divídala en tres franjas verticales. Arriba de la primera (a la izquierda) escriba “realidad”; de la segunda, “operaciones”; y de la tercera, “modelos”. En la primera anote los precios que conozca de varios artículos (por ejemplo, precio del aceite marca X, mezcla 70 de girasol y 30 oliva, precio de aceite suelto y mezcla tal y tal, etc.) Todos los datos que pueda consignar, son observaciones empíricas. En la columna 2 trace una flecha horizontal, con punta hacia la derecha: indica el proceso de abstracción, por el que borramos el nombre de los ítem concretos y dejamos sólo la cualidad de ser precios. En la columna 3, escriba la letra “p”: es la expresión abstracta, o símbolo, de los diversos precios. Luego repita todo lo anterior, consignando en la columna 1 conductas empresarias concretas, pase a la abstracción (col. 2) y en columna 3 escriba una conducta representativa, por ejemplo, “las empresas maximizan sus ganancias”. El proceso se reitera cuanto sea necesario. Luego y en columna 3 distinga aquellos comportamientos que tomará por sentados: son los axiomas o supuestos del modelo, y debe ubicarlos en lo más alto de la columna 3. A continuación, debe adoptar alguna técnica para operar sobre los supuestosy obtener proposiciones derivadas o “teoremas”. Lo usual es adoptar alguna técnica matemática. Una proposición derivada de la consigna “maximizar la ganancia” es: “el costo marginal es igual al ingreso marginal”. Esa proposición no surge de la realidad, sino de la deducción a partir de los supuestos. Para comprobar si se verifica en la realidad, debe moverse de derecha a izquierda (trace una flecha con punta hacia la columna 3), para identificar, entre los datos empíricos, a los símbolos del teorema. Este último paso es la comprobación del modelo. Este último, pues, se integra con los elementos de la columna 3: supuestos, reglas de deducción, proposiciones derivadas y proposiciones observacionales. Los modelos son construcciones de laboratorio, y sustentan la economía pura o análisis económico. La introducción de datos empíricos en el modelo lo convierte en “teoría”, y a la economía pura en economía aplicada.