Por Claudio Zlotnik

Si se repasa cuál fue la agenda económica del Gobierno durante los últimos tres meses se descubrirá que primero fue la pulseada con el Fondo Monetario, luego la propuesta de reestructuración de la deuda en Dubai y, en la actualidad, la pelea con las privatizadas por las inversiones y las tarifas. No cabe duda de que cada uno de estos capítulos tiene una directa relación con el futuro de la Argentina tras la peor crisis de la historia. Pero lo que también revela esa situación es que el Gobierno envió a un segundo plano en sus prioridades al sistema financiero. En particular a lo que sucede con los créditos que, salvo en el caso de los de cortísimo plazo, siguen sin aparecer.
A pesar de los incentivos otorgados por el Banco Central, flexibilizando las exigencias a las entidades financieras, y a la enorme liquidez existente en el mercado, los bancos siguen sin prestar. En agosto pasado, y por primera vez en varios años, se había notado un repunte de los créditos. Pero esa mejora quedó, por ahora, como un hecho aislado. Agosto finalmente no fue un punto de inflexión en el mercado crediticio, tal como algunos funcionarios se habían ilusionado.
En aquel mes, la clave habían sido los préstamos de corto plazo, como las financiaciones con tarjetas y los personales. También se había notado un avance de los prendarios, para la adquisición de automóviles. Una mejora que se repitió el mes pasado –en parte gracias a la posibilidad de comprar vehículos con Boden 2012–, pero que volvió a retraerse en las primeras semanas de octubre. La misma tendencia negativa se mantiene con los créditos hipotecarios. Salvo en el caso de los bancos públicos Nación, Provincia y Ciudad, estas líneas ni siquiera integran el menú de oferta del resto de las entidades. El stock de préstamos para la vivienda retrocede alrededor de 200 millones de pesos mensuales ya que los deudores se apuran a cancelarlos para evitar una acumulación del CVS, que recién desaparecerá en abril próximo.
En medio del repunte en el consumo, los créditos personales son los únicos que mantienen la tendencia positiva. Se trata de líneas a un año de plazo en promedio, tomadas en general por los asalariados, a una tasa de entre 25 y 30 por ciento anual. Es en este único nicho donde los bancos se han lanzado a competir. Así y todo, en la primera quincena de octubre, la suba de estos préstamos resultó tibia: 31 millones de pesos, el 1,5 por ciento del total.
El camino a recorrer es largo. En lo que va del año, el total de préstamos al sector privado retrocedió en 4500 millones de pesos, el 14 por ciento del total. La recuperación económica recién se afianzará cuando se reanimen los créditos.