Lun 20.08.2012
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FINANZAS › GOLDMAN SACHS, ABSUELTO POR LA CRISIS SUBPRIME DE 2008

Casino global

Las autoridades federales de Estados Unidos cerraron sin novedad la investigación sobre el rol de Goldman Sachs en la crisis que se desató en 2008. La banca, responsable de la debacle, no recibe castigo.

› Por Nestor Restivo

En un acto conjunto, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y el Premio Nobel Joseph Stiglitz volvieron a señalar las responsabilidades de la banca y el sector financiero más concentrado en la crisis global, mentaron el “capitalismo de casino” y los daños que provocaron y aún provocan a escala planetaria. En varios países de Sudamérica se da una pelea intensa, no contra la banca que aporta al desarrollo y al crecimiento –haciendo su negocio legítimo, que debe ser en servicio, y no a expensas de la economía–, sino contra la valorización financiera del capital y su tremenda capacidad destructiva a partir de la exacerbada codicia. Ahí están los gobiernos de Cristina, de Dilma Rousseff, de Rafael Correa, entre otros, intentando disciplinar a la banca (y a las elites empresarias en general) a favor de un rol más beneficioso para todos los agentes económicos, bajando tasas de interés, orientando el crédito.

Sin embargo, en ese mismo momento el Norte era otra vez testigo de la virtual inmunidad de que gozan grandes firmas de ese poder derivado, hace cuatro décadas, de la desregulación financiera operada en Washington e imitada en otros países centrales.

En Estados Unidos, las autoridades federales cerraron sin novedad la investigación sobre el rol de Goldman Sachs en la crisis que se desató en 2008 y de la cual justamente se cumplen cuatro años este agosto. No hay “base sólida” para un proceso criminal, se decidió, cuando el material que reunieron la Justicia y una comisión del Senado que lideró el demócrata Carl Lewin lucía una contundencia irrefutable.

El propio máximo directivo del banco, Lloyd Blankfein, era sospechado de perjurio y todo indicaba que él y algunos de sus hombres serían condenados, tras 18 meses de proceso con mails, confesiones, ex empleados arrepentidos y pruebas que para muchos constituían evidencia que ameritaba algún castigo a uno de los bancos que más apostó a las hipotecas subprime titularizadas y las regó por el mundo. Como se sabe, ello le generó rentas extraordinarias, pero llevó a la quiebra a millones de inversores, ahorristas y personas hipotecadas. La recesión, el desempleo, la crisis de Estados Unidos y Europa, con efecto multiplicador en el mundo, y su tendal de víctimas, fueron paridos en esa ruleta financiera.

En particular, Goldman Sachs usó el fondo Abacus para sus “activos tóxicos”, la chispa que encendió en 2008 una crisis que tiene de fondo otros componentes sistémicos en el capitalismo, pero que fueron potenciados por el desmadre instaurado en la etapa neoliberal. El caso Goldman Sachs cerró. El banco, eso sí, llegó a pagar una multa al regulador bursátil de Wall Street.

Una tardecita de 2005, treintañeros y felices ejecutivos de Goldman (Rajiv Kamilla), de Bear Stearns (Todd Kushman) y otros del Citibank y de JP Morgan-Chase se reunieron en lo de Grez Lippman, de Deutsche Bank, en Manhattan. Pidieron comida oriental (esa vez no ensuciaron la cocina del loft de Lippman, tan amplia que un chef italiano solía dar sus clases ahí) y, aburridos, pues se había pinchado la burbuja especulativa de las “punto com”, diseñaron la timba de las subprime.

Vale la pena recordar el mecanismo, en este cuarto cumpleaños de la crisis. Ofrecían créditos hipotecarios a clientes solventes tanto como a “Ninjas” (No Income, No Job, No Assets: o sea sin ingresos, ni trabajo, ni garantías; así los llamaban los brokers). El valor de las casas subía veloz y los bancos “titularizaban” las hipotecas en un fondo común y los vendían a otra entidad o cliente. Los títulos pasaban de mano, ganancia mediante de los bancos, y cuando las tasas de interés mutaban de fijas a móviles, los Ninjas no pudieron pagar más y empezaron a crujir las cadenas de pago, lo que al fin explotó.

Esos jóvenes ilustres siguieron en sus puestos, Lehman Brothers quebró, Bear fue absorbido por JP Morgan y Merrill Lynch por Bank of America. Otras instituciones también cayeron o se diluyeron en otras más grandes, o se nacionalizaron total o parcialmente con dinero del contribuyente... y millones de personas fueron a la calle. No sólo ninguno de sus banqueros fue preso, sino que Goldman siguió influyendo por varias vías: gente suya dirigió hasta hace poco el Departamento Europeo del FMI (el portugués Antonio Borges), está en la Agencia para la Deuda de Grecia (Petros Cristodoulos), e inclusive en la jefatura del Banco Central Europeo (el italiano Mario Draghi), entre otros lugares clave del poder financiero global. Desde ya, en el gobierno de Barack Obama hay staff vinculado a Goldman o a bancos similares: Larry Summers, Timothy Geithner, Rahm Emanuel, Gary Gensler, Mark Patterson, Stephen Friedman, Diana Farell, Neel Kashkari, Gary Gensler y varios más. Debe notarse que Goldman colaboró con la campaña anterior del presidente de Estados Unidos, y que ya está colaborando con la actual.

Cuando, esta semana, se cerró la investigación al banco norteamericano, Phil Angeledis, demócrata y ex tesorero de California que presidió la bipartidista Comisión Investigadora de la crisis, dijo a Newsweek: “Es desconcertante en el mejor de los casos, es tremendamente preocupante en el peor”. Dijo, a su vez, CFK: “Este no es un verdadero capitalismo. Es un capitalismo de casino, especulativo. El objetivo es salvar a los bancos y no a la sociedad. Es un suicidio colectivo”. También afirmó que “si los presidentes no toman las decisiones, las toman los bancos”. En el Norte sigue sucediendo así.

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