Dom 18.05.2003
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FINANZAS › PEQUEÑA CORRIDA PARA CONDICIONAR AL NUEVO GOBIERNO

Un cross de (la) derecha

Desilusionados con el tercer lugar de López Murphy y desencantados por la huida de Menem, en la city movieron un poco el mercado cambiario para asustar a Kichner.

Por Claudio Zlotnik

Néstor Kirchner no tiene largas y frondosas patillas. Tampoco es un caudillo populista, y llegó a la primera magistratura sin mencionar promesas extraordinarias. Ni siquiera habló de salariazo, algo que sería lógico tras la fuerte suba de los precios que sucedió a la devaluación. Nada dijo de una revolución. Pero los grupos de poder ya salieron a condicionar su gestión. Como lo hicieron, con éxito, hace 14 años cuando aquel riojano carismático les hizo temer por sus intereses. Todavía no era claro que Carlos Menem jugaba en su mismo equipo. Acaso el discurso del presidente electo en el Hotel Panamericano, el jueves pasado, les haya servido como excusa. Lo cierto es que, más allá de lo que puedan decir públicamente, los financistas ya mostraron los dientes. No buscan otra cosa que marcar la cancha del futuro gobierno.
Después de varias semanas con el dólar en retroceso, frustradas las estrategias del Banco Central para mantenerlo en los 3 pesos, fueron los propios financistas los que “tendieron una mano” a la dupla Alfonso Prat Gay-Pedro Lacoste, número 1 y 2 del BC. Empresas y bancos líderes salieron a cubrirse dolarizando parte de sus patrimonios. Dando cuenta de que, así como apostaron en su momento por las tasas de interés, súbitamente podrían volver a cambiar de portafolio de inversiones.
Las últimas medidas de flexibilización cambiaria juegan a su favor, aunque todavía quedan restricciones. En el Palacio de Hacienda no olvidan que las entidades financieras cuentan con liquidez suficiente para alentar una corrida. En total son 16.700 millones de pesos que los bancos tienen depositados, y disponibles, en el Central. En Economía ya bautizaron a esa impresionante masa de dinero: “bomba de tiempo”. Si bien los funcionarios se cubren alegando que los controles se reimplementarían en el caso de una corrida contra el peso, nadie dudaría en que el regreso de las turbulencias mellaría las expectativas de la sociedad y las aspiraciones del nuevo gobierno.
Lejos de cualquier casualidad, más bien a tono con la presión de los grupos poderosos para tener éxito en sus demandas, en la city circularon informes de bancos de inversiones extranjeros advirtiendo sobre la debilidad con que nacerá la administración kirchneriana y las inminentes peleas entre el futuro jefe de Estado y Eduardo Duhalde, que atentarían sobre la gobernabilidad. Incluso hubo importantes operadores, desencantados porque ni Menem ni Ricardo López Murphy terminaron proclamados, que instalaron en el microcentro porteño la idea de que Kirchner también integrará el club de los presidentes que resignaron el poder antes de tiempo.
Rápidos de reflejos, los financistas saltaron al centro del ring no bien Menem tiró la toalla. Es el turno de observar la estrategia de Kirchner para esquivar el cross de derecha.

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