FINANZAS › EL AUMENTO DEL DóLAR PONE EN TENSIóN EL DISCURSO ANTIINFLACIONARIO DEL GOBIERNO
El mercado cambiario aún no está normalizado. Las cerealeras empezaron a apurar el ritmo de liquidaciones una vez que consiguieron la suba de la divisa. La tendencia alcista del dólar complica el esquema de metas de inflación.
› Por Tomás Lukin
El valor del dólar todavía no encuentra su techo: el viernes cerró a 14,96 pesos, un aumento del 52 por ciento desde la devaluación de mediados de diciembre. El salto cambiario y el desmantelamiento del esquema de regulaciones le permitieron al nuevo equipo económico aplacar las expectativas devaluatorias, pero no lograron normalizar el mercado. Convalidado por el Banco Central, que se abstiene de intervenir y profundiza la liberalización de la cuenta capital a pedido de distintos lobbies corporativos, la escalada del tipo de cambio continúa sin elementos que contribuyan a su estabilización. La trayectoria creciente en el valor del dólar, vector fundamental en la formación de precios del resto de los bienes de la economía, es incompatible con la implementación de un régimen de metas de inflación, la estrategia ortodoxa con la que el gobierno de Mauricio Macri pretende amortiguar las sostenidas subas registradas desde que asumió.
La aparente calma cambiaria que se dio a la “salida del cepo” sorprendió a propios y ajenos. El precio fijado por el mercado, 13,95 pesos, estuvo por debajo del esperado e incluso se desinfló durante las primeras jornadas. El aluvión de divisas prometido nunca llegó y después de la devaluación la cotización retomó la tendencia alcista sumando presiones a la estampida de precios que ya estaba siendo impulsada por la eliminación de las retenciones, la quita de subsidios y el desmantelamiento de los mecanismos de control de la Secretaria de Comercio.
Existen algunos elementos que dejan al descubierto que incluso con el nuevo salto cambiario de las últimas jornadas el mercado, sin intervención del BCRA, no se estabilizará. Por caso vale recordar la situación de las cerealeras. Como respuesta al beneficio que les generaban el salto cambiario y la eliminación o reducción de retenciones, el sector agroexportador se había comprometido a liquidar 400 millones de dólares diarios durante tres semanas. El ingreso de divisas de las grandes empresas sojeras y cerealeras se aceleró pero hasta la primera semana de febrero (siete semanas desde el anuncio) liquidaron 4535 millones de dólares, tres cuartas partes de los 6000 millones prometidos. Las empresas del sector consultadas por Cash coincidieron en un punto para justificar el retaceo: el precio todavía no era “atractivo”. A medida que la cotización subió aceleraron el ritmo de liquidación. Su comportamiento cambiario (puja por una mayor suba) da por tierra con el publicitado shock de confianza que generaría el nuevo gobierno y sus interlocutores entre esas compañías. Hasta el momento tampoco llegaron los dólares financieros (fracasó la colocación del Bonar 2020) ni las inversiones extranjeras. Solamente se reforzaron las reservas en 5000 millones de dólares mediante un crédito por un plazo de un año con bancos extranjeros que requirió entregarles en custodia durante ese período nuevos bonos de deuda por el doble del monto recibido. Tampoco retomó su vigorosidad –por cuestiones estacionales y el estancamiento económico– la demanda de dólares por parte de los importadores.
En ese escenario, la decisión del BCRA de validar los movimientos del tipo de cambio absteniéndose de intervenir en el mercado y su política de tasas de interés se presentan incompatibles con la declaración de las nuevas autoridades de instalar un régimen de metas de inflación. En un escenario recesivo con inflación, el compromiso por mantener a raya los precios se presenta promisorio. Pero, las herramientas con las que se pretende alcanzar ese objetivo implican costos en materia de estabilidad financiera, empleo e inclusión social, las otras tres metas que debe perseguir el Banco Central.
Las experiencias recientes de los países de la región, fundamentalmente el caso brasileño, indican que la lógica prevista en el manual de instrucciones para instalar ese diseño institucional no siempre exitoso siquiera para mantener a raya los precios amplifica la vulnerabilidad de los países y sabotea la posibilidad de profundizar los procesos de industrialización de esos países. En todo caso el “éxito” de las metas de inflación en Brasil, Chile, Perú y Colombia radicó no en su compromiso con las prescripciones teóricas de los regímenes de metas de inflación sino en la moderación fiscal, la apreciación cambiaria, la apertura comercial y la liberalización financiera, el combo tradicional para controlar precios a lo largo de los últimos cincuenta años.
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