Domingo, 3 de abril de 2016 | Hoy
FINANZAS › LA FUGA CONTINúA PESE A LA SUBA DE LA TASA DE INTERéS
El Banco Central no puede estabilizar las variables cambiarias y monetarias. La tasa de interés en el 38 por ciento anual con las Lebac impacta negativamente en la actividad económica sin frenar la corrida hacia el dólar.
Por Bruno Susani *
En una situación de relativa libertad del comercio internacional y de libre circulación de capitales, frente a la depreciación de la moneda producto de un déficit de la balanza comercial, el Banco Central puede defender el valor de su moneda respecto de las otras elevando la tasa de interés. Los capitales extranjeros acudirán al país para obtener un rendimiento superior al que obtendrían en su país de origen, comprarán la divisa del país y por lo tanto la tasa de cambio aumentará o, por lo menos, dejará de bajar. Esto producirá una adecuación de las otras variables económicas ya que el aumento de la tasa de interés disminuirá la inversión interna que con el tiempo reducirá el empleo global y por ende el poder de compra de los trabajadores. Esto último provocará, más tarde, una baja de las importaciones que disminuirá la presión sobre la tasa de cambio y permitirá disminuir, más tarde aún, la tasa de interés.
Keynes rechazó esta política que definió como una técnica peligrosa que sacrificaba el empleo en el altar de la arrogancia.
Esta relación entre la tasa de interés y la tasa de cambio es “en teoría” la que inspiró el director del BCRA, al elevar las tasas de interés de la Lebac ya que suponía, atraería dólares del exterior y permitiría limitar la amplitud de la devaluación. Pero como se ha podido observar no llegó ningún dólar, aunque la recesión provocada por el incremento de la tasas de interés produjo un caída de la producción, de la inversión y del empleo. La razón por la cual el incremento de la tasa de interés no atrajo los dólares es también clara: los potenciales inversores extranjeros conocen la tasa de cambio y la tasa de interés pero perciben su inversión en peligro ya que la magnitud de la devaluación futura debido a la persistencia de la inflación es imprevisible. Pero paradójicamente la relación entre la tasa interés y la tasa de cambio se verificó a pesar de todo pero no de la manera que se intuía.
La falta de oportunidades de inversión debido a la política de contracción de la demanda, del incremento de la tasa de interés y la incertidumbre frente a la evolución de la economía han creado un exceso de activos líquidos que detentan los sectores más acaudalados. Estos se refugian en el dólar y para frenar la devaluación el BCRA incrementa la tasa de interés a corto plazo como una forma de satisfacer el apetito de ganancias fáciles de los que ganan más. Vale decir que en lugar de hacerlos entrar, hay que impedir que los dólares salgan.
La explicación de esta “anomalía” es conocida en la teoría económica y se llama el “efecto Mundell-Tobin”. La idea es que si las tasas de interés nominales aumentan a un ritmo inferior al de la inflación entonces quienes poseen activos líquidos van a comprar activos duros, por ejemplo dólares o acciones en lugar de mantener sus activos monetarios. Frente a una baja esperada de la tasa interés real que resulta de una anticipación del aumento de la tasa de inflación nominal, se disminuyen los activos líquidos y la riqueza real, se reduce el consumo e incrementa el ahorro. En el caso argentino el destino del atesoramiento es la fuga hacia el dólar. Es precisamente lo que hizo el BCRA al poner las tasas el 38 por ciento a corto plazo. La traducción en cifras es que el BCRA admite que la tasa de inflación estará por encima a la predicada por el Ministro Prat Gay.
Las situaciones que la teoría ha analizado y que hemos detallado, permiten deducir algunas consecuencias interesantes. A) la relación entre la tasa de interés y la entrada de capitales no se verifica por el momento en Argentina. B) el BCRA tendrá que estabilizar la tasa de cambio como lo hace actualmente con una intervención significativa y enormemente costosa debido a la inflación de la oferta. C) las tensiones inflacionistas no surgen de una oferta monetaria excesiva como le señala la posición ortodoxa puesto que aquellas se hubieran fuertemente atenuado, con el fuerte incremento de las tasas de interés. D) los sectores acaudalados, el 10 por ciento de los que ganan saben que si la tasa de inflación persiste el rendimiento de los activos monetarios bajará. No habrá entrada de dólares, sino al contrario se fugarán.
* Doctor en Ciencias Económicas de la Universidad de Paris Autor “El peronismo. De Perón a Kirchner”, editorial de L’Harmattan Paris 2014. En castellano, editorial Universidad de Lanus 2015.
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