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Domingo, 3 de abril de 2016

OPINIóN › LIBROS > LOS TRES KIRCHNERISMOS

Debe y haber

Cash adelanta el último libro de Matías Kulfas. Plantea un balance para enriquecer la comprensión del ciclo económico del kirchnerismo, extraer enseñanzas para profundizar o consolidar los logros e introducir las correcciones necesarias.

 Por Matías Kulfas *

A fines de 2015 concluyó un ciclo de gobierno que abarcó tres períodos presidenciales en los cuales se produjeron importantes transformaciones políticas, económicas y sociales. La consolidación del ciclo kirchnerista, iniciado por Néstor Kirchner (2003-2007) y continuado por Cristina Fernández de Kirchner (2007-2011 y 2011- 2015), puso fin a una etapa de inestabilidad política y social signada por la larga crisis de la Convertibilidad, y marcó cambios contundentes en la política económica. Se trató, asimismo, del ciclo más extenso desde la restauración democrática iniciada en diciembre de 1983. Durante estos años se registraron importantes logros en materia económica y social. También dificultades para introducir transformaciones perdurables en la estructura económica, vulnerabilidades y una mayor tendencia a la polarización en los enfoques de la política económica. Esta polarización produjo innumerables debates y multiplicidad de perspectivas, orientadas mayoritariamente hacia la reivindicación o la impugnación de las políticas del período, antes que focalizadas en un balance capaz de enriquecer la comprensión de los fenómenos acontecidos, de extraer enseñanzas para profundizar o consolidar los logros y de introducir las correcciones necesarias.

Cuando comenzaba a aproximarse el fin de este ciclo de gobiernos kirchneristas, surgieron de manera espontánea diferentes visiones acerca del balance del período. La propia Cristina Fernández de Kirchner fue quizá la primera en tomar la posta cuando anunció, a comienzos de 2012, que la Argentina estaba completando una “década ganada” en cuanto a logros económicos y sociales. Las respuestas no tardaron en llegar. Los sectores más críticos de inmediato caracterizaron esta etapa como una década perdida o desperdiciada. Aunque reconoce algunos logros económicos y sociales, este enfoque los atribuye a una coyuntura externa favorable a causa de los altos precios internacionales de los productos agrarios. En este sentido, el escenario se habría caracterizado por una importante holgura que debería haber sido aprovechada para generar mejores políticas económicas, como ocurrió, según diversos puntos de vista, en países vecinos como Perú, Chile o Brasil, entre otros.

El debate quedó atrapado en al menos dos conjuntos severos de restricciones que impiden acceder a un balance más acabado de lo acontecido en esta década. El primero se relaciona con el sesgo de la lógica, la autonomía y los logros de la política económica del período. La mirada que enfatiza los logros tiende a relativizar las dificultades existentes, que se manifestaron con mayor claridad durante el tercer período presidencial (el segundo de CFK), cuando el desempeño económico sufrió una clara desmejora, la economía tuvo un crecimiento muy bajo o prácticamente nulo, la creación de empleo privado disminuyó, la inversión se redujo considerablemente y las dificultades del sector externo terminaron por ocupar el centro de la escena.

Desde esta perspectiva, los problemas del tercer período kirchnerista se deberían casi exclusivamente al cambio en el contexto internacional, a la profundidad de la crisis en los países centrales y sus canales de transmisión a los periféricos, y a sectores internos que se opusieron de manera activa y abierta a las políticas gubernamentales. Por el contrario, quienes suscriben la hipótesis de la década perdida o desperdiciada sostienen que la política económica tuvo un excesivo sesgo cortoplacista y terminó acumulando severos desequilibrios económicos que ahogaron el crecimiento, y que una política de otro tipo habría tenido logros quizá menos espectaculares en algunos indicadores, pero más consistentes y sustentables en el tiempo, lo que habría favorecido, por ende, una mayor estabilidad en la inversión privada y en el crecimiento a largo plazo. Según este enfoque, el contexto internacional siempre resultó favorable (con excepción del período de crisis internacional entre fines de 2008 y fines de 2009), pero el gobierno no supo aprovechar los beneficios que ofrecía cada etapa.

El segundo problema que presenta este tipo de debate es la falta de una adecuada contextualización histórica. El análisis tiende a centrarse en el período en cuestión, como si los problemas nacionales hubieran comenzado en 2001 o 2002; por lo tanto, los resultados son miradas parciales que, o bien reafirman la hipótesis de que un nuevo proyecto político llegó para sacar al país de la crisis, o bien, por el contrario, que el gobierno desperdició la oportunidad que le había dado el mundo de recuperar el dinamismo.

Pensar que los problemas históricos de la Argentina que determinaron, por ejemplo, que la economía sufriera un proceso de estancamiento durante el último cuarto del siglo XX pueden solucionarse gracias a una buena coyuntura internacional o a los aprendizajes de la grave crisis de 2001 y 2002 parece un tanto ilusorio, cuando no ingenuo. Es importante entonces interpretar los avances, las limitaciones y las restricciones que se produjeron en esta etapa a la luz de las particularidades de la historia económica nacional, que estuvo signada por la imposibilidad de implementar un proyecto de crecimiento inclusivo y sostenido en el tiempo durante todo el siglo XX, en que predominaron los efectos disruptivos de la crisis y los cambios de regímenes económicos.

Los períodos kirchneristas no conforman una etapa homogénea. Hubo diferentes instancias y formas de abordaje de la política económica, momentos de mayor y menor grado de intervención activa en la economía y diferentes modalidades de resolución de conflictos.

Hilvanar una trayectoria coherente en la formulación e implementación de las políticas puede resultar una tarea forzada y, además, innecesaria. Pero sí es posible interpretar los cambios en la lógica de la política económica, que también explican las dificultades y alteraciones en la marcha de la economía, aunque no del rumbo económico buscado en general.

La idea de la existencia de tres kirchnerismos puede interpretarse de dos maneras. La primera, más evidente, está asociada a tres momentos o períodos presidenciales: el primero, con Néstor Kirchner; el segundo, con CFK, pero con un Kirchner que todavía controlaba importantes resortes de poder hasta su muerte en octubre de 2010; y el tercero, sólo con CFK al mando. Estos matices tienen consecuencias sobre determinados aspectos de la conducción política y sobre la marcha de la política económica. Sin ánimo de recurrir a comparaciones contra fácticas, es difícil imaginar que algunas decisiones con las que CFK avanzó en el último mandato (por ejemplo, buena parte del esquema de restricciones en el mercado de cambios, conocidas mediáticamente como “cepo cambiario”) hubieran podido tomarse durante el primero o el segundo, más allá de los cambios ocurridos en las condiciones generales. Esto conduce a postular que la idea de tres kirchnerismos no alude exclusivamente a tres momentos, sino también a tres diferentes estilos de gestión y abordajes de las nuevas dificultades y desafíos que se fueron presentando.

Por supuesto que el corto tiempo transcurrido entre los hechos y su análisis dificulta una mirada más integradora. Ese fue uno de los desafíos que asumí cuando me lo propuse, consciente de los riesgos que corría. Este trabajo procura interpretar los logros de esta etapa -que, adelantamos, los hubo y fueron altamente significativos en muchos casos- dentro del contexto histórico particular. También se señalarán las limitaciones, que por supuesto existieron y en numerosas ocasiones impidieron que los avances fueran más contundentes y sustentables. Y, una vez más, ubicaremos unos y otras dentro del cuadro histórico-estructural de la Argentina, entendido como la sumatoria y la conjunción de las limitaciones existentes tanto en la formulación de las políticas públicas como de las provenientes de los actores y las influencias del contexto internacional. En definitiva, se intenta aportar elementos para un balance menos sesgado que el que sugiere la polarización de los debates en los últimos años.

Uno de los mayores desaciertos de los períodos kirchneristas ha sido la introducción de una serie de cambios en la gestión del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), que terminaron afectando la consistencia y credibilidad de muchas de las estadísticas económicas y sociales más importantes. Si bien la situación del organismo previa a 2007 presentaba problemas, las modificaciones significaron un grave retroceso en la disponibilidad de fuentes estadísticas, lo que obligó a recurrir a diferentes instrumentos y al análisis de la información de manera segmentada para arribar a conclusiones con cierta base de consistencia. Cabe agregar que en esta etapa se generaron nuevas herramientas estadísticas de suma utilidad, entre otras, las que produce el Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial (OEDE) del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, que ha conformado una base de estudios del empleo formal y de la demografía empresaria de calidad única en América Latina, aspecto que, desde luego, no compensa ni disculpa el retroceso antes señalado. Este libro es, así, el resultado de reflexiones e investigaciones basadas en la interpretación de numerosas fuentes estadísticas, una incipiente bibliografía sobre el período -que con certeza irá creciendo en los próximos años-, la realización de entrevistas con actores clave en la definición de la política económica durante los diferentes períodos y la experiencia personal en diversos ámbitos de la gestión económica.

* Economista.

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Imagen: Télam
 
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