Dom 17.04.2005
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INTERNACIONALES › LA LUCHA DETRAS DEL PRESUPUESTO MILITAR DE 2006

El dilema de Rumsfeld

El presupuesto del Pentágono está en niveles record y no para de subir, pero el dinero no alcanza para todos los frentes que Estados Unidos tiene abiertos, y el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, enfrenta un dilema muy serio.

› Por Claudio Uriarte

Con un pedido record de 419.300 millones de dólares para el año próximo –y el oficialismo republicano en control de las dos cámaras del Congreso–, el presupuesto de defensa de Estados Unidos escasamente podría considerarse desnutrido, pero efectivamente lo está. El problema radica en que se están tratando de hacer demasiadas cosas al mismo tiempo: una guerra contrainsurgencia de segunda mitad del siglo XX –Irak– está siendo librada mientras altos planificadores militares están diseñando los dispositivos futuristas del escudo antimisiles, y se piensa en una quinta fuerza armada –la del espacio– y en unidades ligeras de desplazamiento terrestre, naval y aéreo ultrarrápido mientras todavía no se ha terminado de pagar la cuenta por enormidades diseñadas para la Guerra Fría como el portaaviones USS Ronald Reagan, pero que ahora se parecen bastante a elefantes blancos. La solución que se ha encontrado es bajar en un 20 por ciento (a alrededor de 10.500 millones) la porción del presupuesto dedicada a investigación básica, lo cual puede poner en cuestión la superioridad militar incuestionada de la superpotencia única y también –paradójicamente– retrasar los ritmos de desarrollo de la economía civil.

Donald Rumsfeld, el confrontacional secretario de Defensa, se encuentra, pues, en un dilema: o veta esa reducción cuando el presupuesto llegue a su escritorio o espera que el Congreso (si está de ánimo) lo haga. Y no es un dilema fácil para el jefe del Pentágono, que ya está acusado por docenas de generales, almirantes, senadores, representantes y grupos vinculados a la vieja industria militar de desplegar insuficientes efectivos y equipo en la guerra de Irak. “Rumsfeld quería una guerra barata, y eso es lo que tiene”, es un comentario usual en Washington ante la situación rayana en la anarquía que reina en zonas enteras del país bajo ocupación militar. Pero este esquema, que cuadra a la perfección con la preferencia por Rumsfeld de operaciones de blitzkrieg (guerra relámpago) y su devoción por las fuerzas de desplazamiento rápido, no podrá sostenerse si las fuerzas de seguridad iraquíes no son entrenadas y capacitadas suficientemente rápido. Habrá que aumentar soldados y costos y aquí intervienen los recortes de costos en un sector con relación directa a las armas futuristas soñadas por el secretario de Defensa. William Perry, ex secretario de Defensa, y John Detch, ex subsecretario, recuerdan en un artículo reciente que la busca de métodos básicos para reducir las interferencias de radares en los años ‘70, por ejemplo, dieron lugar a la tecnología “stealth”, de aeronaves indetectables o “invisibles”, mientras los avances en tecnología de sensores electrónicos posibilitan disponer de la enorme cantidad de información proveniente de satélites, así como los desarrollos informáticos permiten el suministro de esta información a comandantes militares casi en tiempo real. Esta combinación de inteligencia casi en tiempo real con municiones de precisión están en el centro de las actuales innovaciones en Washington. Por eso, el presupuesto de Defensa 2006 se parece a una serpiente que se muerde la cola.

El problema tiene implicancias para la economía civil porque el llamado “complejo militar-industrial” es en realidad una calle de dos manos: si es cierto que absorbe fondos que podrían dedicarse a gastos domésticos, también es cierto que los devuelve en términos de investigación e innovación tecnológica. Perry y Deustch también recuerdan que las inversiones de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada en los años ‘60 y ‘70 fue lo que dio origen a Internet, y que el formato de archivo JPEG para imágenes digitales está basado en software y progra- mas desarrollados por el Pentágono, mientras el sistema de posicionamiento global GPS basado en satélites se usa ahora en muchos teléfonos celulares y tiene el potencial de revolucionar el sistema norteamericano de control del tráfico aéreo.

Una lucha sorda está librándose dentro y fuera de los muros del Pentágono por la forma –y el alma– de las Fuerzas Armadas y la sociedadnorteamericanas del futuro. Y, en todo caso, parece claro que ésta no será “una guerra barata”.

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