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Domingo, 21 de septiembre de 2003

INTERNACIONALES › CONSECUENCIAS DEL FRACASO DE LA CUMBRE DE CANCUN

El fin del discurso esquizofrénico

Las potencias mundiales no hacen concesiones en materia agrícola. Pero los países periféricos no piensan aflojar.

Por Susana Díaz

El fracaso de la reunión de la OMC en Cancún dejó en claro que las potencias mundiales no piensan hacer concesiones en materia agrícola. Fronteras afuera estos países defienden a rajatabla la vieja teoría ricardiana que afirma que los países deben especializarse en la producción de aquellos productos en los que tienen “ventajas comparativas”. La teoría, que también enseñan de segunda mano en sus universidades, resulta de suma utilidad cuando se quiere defender el libre comercio, pues especializarse en pocos productos presupone la existencia de una aceitada división internacional del trabajo y, como pregonaba otro economista clásico, el establecimiento de barreras atenta contra “la extensión de los mercados”.
Sin embargo, los países desarrollados lo son, no por aplicar estas doctrinas en sus propias economías, sino por haber sabido proteger el crecimiento de los sectores productivos que consideraban estratégicos. Se trata de una conducta histórica que hoy siguen sosteniendo. Los subsidios agrícolas y las barreras paraarancelarias no responden a un deseo perverso de afectar a las economías emergentes, sino a la simple razón de tener campesinos en sus campos y autosuficiencia alimentaria si las circunstancias lo demandan. Se trata de un esquema contra el cual un país que expulsa productores y concentra la propiedad agrícola, como la Argentina, tiene pocos argumentos éticos para confrontar. Pero la paradoja que hoy sacude a la OMC es otra. Sucede que los países en desarrollo aprendieron el discurso legitimador de la liberación comercial y ahora pretenden dirigirlo contra quienes lo enseñaron. La nueva crisis de legitimidad se traduce en los intentos desesperados de las potencias por “hablar de otra cosa”, como por ejemplo los “temas de Singapur”. Pero los países periféricos, simplemente, ya no están dispuestos a tolerar que la cuestión agrícola sea dejada de lado. La era del discurso esquizofrénico parece haber llegado a su fin.
Para América latina el fracaso de Cancún significa un importante freno a la aspiración estadounidense de crear el ALCA en 2005. Sucede que la discusión de fondo para el área hemisférica es la misma que se vivió en la fracasada “V Reunión Ministerial de la OMC”: la cuestión agrícola y la pretensión de una apertura unidireccional. Así lo expresó Roberto Rodríguez, el ministro de Agricultura de Brasil, uno de los países más díscolos a la hora de aceptar los argumentos liberalizadores. Las negociaciones en el ALCA sólo serán posibles, dijo, si Estados Unidos acepta “incluir nuevos acuerdos” para “eliminar los subsidios al agro”. Estados Unidos, en tanto, apostará a los acuerdos bilaterales. El secretario de Comercio, Robert Zoellick, sostuvo que “buscaremos acuerdos comerciales con los países que estén listos y dispuestos a aplicar reformas, no con los que viven con temor y que descarrilaron en las conversaciones de Cancún”.

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Agro / OMC

Para los países desarrollados los subsidios agrícolas y las barreras paraarancelarias no responden a un deseo perverso de afectar a las economías subdesarrolladas, sino a la simple razón de tener campesinos en sus campos y autosuficiencia alimentaria si las circunstancias lo demandan

Pero los países subdesarrollados aprendieron el discurso legitimador de la liberación comercial y ahora pretenden dirigirlo contra quienes lo enseñaron.

Para América latina el fracaso de Cancún significa un importante freno a la aspiración estadounidense de crear el ALCA en 2005.

 
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