AGRO › PRODUCCION Y VENTAS EXTERNAS DE VINOS EN EL MEJOR MOMENTO
El tinto fino es un buen negocio
› Por Susana Díaz
La producción de vino pasa por un buen momento. A la excelente calidad de los productos locales se suman precios relativos favorables. Los degustadores suelen afirmar que en ningún lugar del mundo se accede a varietales de altísima calidad a tan bajo costo en dólares como en el mercado local. A ello se agrega que la demanda, es decir el consumo se encuentra en expansión, tanto en la Argentina como en el mundo.
Sin embargo, en las últimas cuatro décadas la producción local se redujo de manera significativa. Pasó de 16,7 millones de hectolitros en 1961 a 13,2 en 2003, aunque estas cifras dicen poco. El vino, en sentido genérico, es un producto altamente heterogéneo. Imagine el lector los dos extremos, el resultado de un cepaje selecto, de cuidada elaboración y largo añejamiento y su opuesto de consumo popular que en su fraccionamiento prescinde de botella y corcho. Es claro que la definición de “fermentación alcohólica de la uva” engloba productos que resisten la agregación. Esta diferenciación es la clave para comprender las transformaciones de la industria local desde el pico productivo de 1989, cuando se produjeron alrededor de 24 millones de hectolitros. En el trayecto existió una fuerte reconversión productiva que llevó tanto a una producción más especializada como a una lenta reorientación hacia los mercados externos.
De acuerdo con la información reseñada por la Secretaría de Agricultura, considerando todas las calidades del producto, las exportaciones pasaron de 445.536 hectolitros en 1990 a 1.852.261 en el 2003. El aumento es aun más significativo si se lo considera en términos de las divisas generadas, que pasaron de alrededor de 15 millones de dólares en el primer año de la serie a 170 millones en el último. Así, mientras las cantidades exportadas crecieron en 316 por ciento, los ingresos en dólares se expandieron el 1010 por ciento.
El aumento del precio percibido por cada litro no podría explicarse sólo por la variación de los precios internacionales, sino que indica a priori un cambio en las calidades exportadas. Así, por ejemplo, en el último año el principal comprador en cantidades fue Sudáfrica, que representó el 16,5 por ciento de las exportaciones totales. Si en cambio el ranking se ordena por valor, las ventas a Sudáfrica sólo representaron el 2,5 por ciento. El primer lugar fue ocupado por Estados Unidos, con el 20,3 por ciento y el Reino Unido, con el 15,9 por ciento del total. En pocas palabras, los compradores internacionales son especializados y tan heterogéneos como puede serlo la producción.
De todas maneras, desde la perspectiva de la demanda, la disminución de las cantidades totales producidas convivió con una clara tendencia a la disminución del consumo de los llamados vinos de mesa a favor de los vinos finos. Así, la producción de los primeros tiende a disminuir y la de los segundos a crecer. Este proceso fue acompañado por un importante ingreso de capitales extranjeros, los que, salvo excepciones, ingresaron adquiriendo o fusionándose con firmas locales ya existentes. El objetivo de estos capitales fue aprovechar las inmejorables cualidades agroecológicas y tradición productiva locales para su valorización en los mercados internacionales.