La reprimarización de la economía local consolidada en los ‘90 tiene en el siglo XXI una forma apenas más compleja que la concepción tradicional de primarización. En la actual fase de desarrollo de la economía mundial, el grueso de los países exportadores primarios son en realidad, salvo los casos de subdesarrollo más extremo, exportadores de productos de las llamadas cadenas agroindustriales. El patrón de especialización del comercio exterior de economías como la argentina no incluye sólo materias primas, agropecuarias y de actividades extractivas sino especialmente las llamadas Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA). La Argentina no es en el siglo XXI un país exportador de productos primarios, sino de productos de base primaria.

Los autodenominados “hombres de campo” tienen clara conciencia de esa realidad, que se hizo efectiva incluso a nivel gremial mediante la creación del Foro de la Cadena Agroindustrial Argentina. Algunas cifras difundidas esta semana por el Indec pueden servir para reforzar esa autoconciencia. Se trata de los datos desplegados de la actividad industrial y de intercambio comercial (el EMI y el ICA, respectivamente). Para reconstruir la estructura económica de base primaria local se trata, entonces, de observar primero la composición de las exportaciones en lo que va de 2005, datos brindados por el ICA, para luego meterse “dentro” de los sectores que producen estas exportaciones a través del EMI, que explica la porción vendida de las MOA.

De acuerdo con los datos del ICA, el 23 por ciento de las exportaciones argentinas fueron, en los primeros ocho meses del año, Productos Primarios, mientras que un 31 por ciento fueron MOA. A ello se suma un 17 por ciento de actividades predominantemente extractivas. La cadena agroindustrial, que representa el 54 por ciento de las exportaciones, y cerca de dos tercios del producto, genera sin embargo sólo el 18 por ciento del empleo. Llama la atención que su principal e insistente reclamo sectorial sea la eliminación de las retenciones, que tienen una tasa del 20 por ciento para los primarios y del 5 para las MOA. ¿Qué productos representan el grueso de estas exportaciones “agroindustriales”? Cereales, oleaginosas, aceites y sus “residuos”, básicamente harinas y pellets de soja para consumo animal, carnes, lácteos y frutas.

¿Qué hay dentro de estos sectores? Según los datos del EMI difundidos el pasado lunes, las ramas que más influyeron sobre la inflación en lo que va del año, lácteos, carnes y aceites están experimentando un verdadero boom exportador e inversor. La producción de aceites y subproductos creció un 16,7 por ciento en concordancia con la cosecha record de 42,5 millones de toneladas (oleaginosas para la campaña 2004-2005, según la Secretaría de Agricultura). Aunque con caídas de precios en relación con el año pasado, cuando se alcanzaron valores record, las buenas perspectivas de cosecha de la próxima campaña y de evolución de la demanda mundial se tradujeron en inversiones para ampliar la capacidad de procesamiento de granos y la infraestructura de exportación.

En el caso de los lácteos la producción aumentó el 6,7 por ciento. Siempre en los primeros ocho meses del año, las exportaciones crecieron el 22 por ciento en volumen y el 35 por ciento en dólares. El 67 por ciento de estas ventas al exterior es de leche en polvo y otro 18 por ciento de quesos, segmentos en los que se concentraron, proporcionalmente, las nuevas inversiones.

Por último, la situación de las carnes muestra un estancamiento de la faena, una caída del 5 por ciento en el consumo interno, pero un aumento muy potente en las ventas externas, que crecieron el 30 por ciento en volumen y el 32 por ciento en dólares. Dadas estas cifras es posible que la caída del consumo interno de carne haya sido mayor al aparente. Con estos datos cabe preguntarse si las retenciones afectarán todas las exportaciones, o sólo reducirán el precio interno de los insumos de las cadenas agroindustriales exportadoras.