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Domingo, 12 de marzo de 2006

AGRO › FUERTE PULSEADA DEL GOBIERNO CON LOS PROTAGONISTAS DE LA GANADERíA

El perro no sólo ladra, también muerde

 Por Susana Díaz

Las cosas parecen haber cambiado. A diferencia de la amenaza de subir retenciones del pasado noviembre, la prohibición de exportar por 180 días –manteniendo las salidas por la Hilton y por algunos acuerdos bilaterales ya firmados– se hizo efectiva mediante la correspondiente resolución. Sin embargo, se dejó una puerta abierta. Fuentes de la Secretaría de Agricultura consultadas por Cash afirmaron que, si los precios de las carnes bajan, la medida podría flexibilizarse. Por ahora está claro que en la lucha por mantener controlado uno de los precios esenciales que construyen la inflación, el Gobierno decidió jugar más fuerte que “el mercado”. La prohibición de exportar, la más extrema de las medidas, es, siempre por ahora, un hecho. El perro ya no sólo ladra, también muerde.

Los primeros resultados fueron las cifras del viernes del Mercado de Liniers S.A.: entraron 25 mil vacunos y los precios cayeron entre un 15 y un 20 por ciento. La baja parece importante, pero no es más que el regreso a niveles similares a los de hace algunas semanas, antes de que se desate una “inexplicable” corrida alcista que motivó la reacción gubernamental. Claro que todavía resta un paso: la baja mayorista debe llegar también a los consumidores.

En noviembre pasado, la amenaza de más retenciones había alcanzado un éxito parcial. Consiguió la autorregulación empresaria y moderó los tradicionales aumentos estacionales de diciembre. Los muchos “expertos” de los mercados cárnicos abundaron en variadas explicaciones sobre las estacionalidades de la oferta y del consumo. La conclusión general llevaba a creer que el problema eran sólo el último mes del año y “las fiestas”. Luego, la oferta aumentaría y la demanda caería. La suma de los dos efectos se traduciría en menores precios. Hoy se sabe que los augurios no se cumplieron, pero, para presunta suerte de los consumidores, llegó el brote de aftosa en Corrientes. Una vez más las voces tonantes de la dirigencia agropecuaria –esa a la que nunca le faltan canales de comunicación– llegaron a sugerir hasta la existencia de una conspiración sanitaria kirchnerista. Igual que hoy, se habló de pérdidas millonarias y despidos masivos. Al mismo tiempo los analistas previeron, sin matices, el desplome de los precios internos. Cash fue el único medio que destacó entonces las dificultades para que la baja se haga efectiva. En esta misma columna se escribió que la restricción exportadora terminaría limitándose a la provincia de Corrientes. También que el punto clave del problema no había desaparecido con la aftosa: la oferta, con prescindencia de su tamaño, seguiría canalizándose a través de mercados oligopólicos. Poco antes, también en esta misma columna, se había revelado una investigación de Defensa de la Competencia sobre presuntos graves defectos de funcionamiento del Mercado de Liniers S.A. (ver nota de tapa del suplemento).

Mientras tanto, sea por ideología o ingenuidad, algunos analistas parecen creer que para comprender el funcionamiento de un mercado particular alcanza con la sola aplicación simplista de la ley de la oferta y la demanda, presuponiendo además la dudosa existencia de competencia perfecta. El problema es que la lógica hace agua en sus propios términos cuando se consideran dos datos: los precios internacionales de la carne han permanecido estables los últimos meses y la demanda interna está planchada e incluso en baja como reacción a los aumentos de precios. ¿Cómo explica la ley de la oferta y la demanda en competencia perfecta que los precios internos de algunos cortes subieron hasta el increíble 20 por ciento en las últimas semanas? Ajenos a los datos de la realidad, los representantes de los intereses sectoriales repiten impertérritos que cualquier intervención del Gobierno sólo conseguirá desalentar la producción, es decir eliminar el único factor que, desde esta óptica, podría inducir una baja de precios. La crítica al Gobierno se completa con “la falta de una política ganadera de largo plazo”. Los números del Mercado de Liniers S.A. de las últimas semanas llevan a creer que no es posible una política ganadera de largo plazo sin una política de precios de largo plazo.

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