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Domingo, 30 de marzo de 2003

AGRO › RESULTADO DEL CENSO NACIONAL AGROPECUARIO

La tierra es de unos pocos

Por Susana Díaz

Los datos conocidos esta semana del Censo Nacional Agropecuario no sorprendieron a nadie. Salvo alguna información regional que deberá ser analizada más detenidamente por los especialistas, las cifras confirmaron que en el campo argentino hay cada vez menos gente, que el tamaño promedio de las explotaciones subió y que los dueños de la tierra son cada vez menos. Los datos del 2002 reflejan para el total del país una caída en la cantidad de explotaciones agropecuarias del 24,5 por ciento en los últimos 14 años. Al mismo tiempo, el tamaño promedio de las explotaciones se incrementó un 28 por ciento hasta cerca de las 580 hectáreas.
En este punto debe considerarse que las cifras censales no reflejan muchas relaciones de propiedad “ocultas”, como por ejemplo, los complejos entrecruzamientos accionarios entre las empresas que controlan los establecimientos agropecuarios. Según estimaciones privadas, alrededor de 2000 firmas tienen el control de cerca de 20 millones de hectáreas de las 25 millones en las que se realizan cultivos anuales. En otras palabras, 2000 empresas administran el 80 por ciento de la producción agropecuaria local. Y esto sin considerar el rol que en esta distribución juega el capital financiero, otra trama intrincada en la que se mezcla el producido por 14 millones de hectáreas hipotecadas y el rol cumplido por los fondos de inversión agraria. Según las voces más críticas, estos fondos serían los responsables tanto de la sobreexplotación de los suelos como de los procesos de concentración de la propiedad. Y por supuesto, de la fuerte tendencia al monocultivo sojero. Las nuevas tecnologías, tanto de siembra como de productos, significarían barreras de entrada para los productores más pequeños, quienes al ser excluidos de su adopción pierden competitividad.
Otro problema que confirmaron los datos censales fue el nuevo perfil de la argentina como productora sojera en detrimento de los cereales, y también de la diversidad de los cultivos. La soja no sólo reemplazó a otros cultivos en la zona pampeana, sino que también se expandió a otras regiones.
Por último, el Censo 2002 refleja cabalmente la destrucción de las economías regionales. Situación que resulta evidente en el fuerte retroceso de los llamados cultivos industriales, como la yerba, caña de azúcar y algodón, entre otros. En muchos casos estos cultivos fueron reemplazados por soja.

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