Ya sé que esto que voy a decir es posiblemente una repetición de cientos de cartas, y aun esta disculpa lo es también, y no es que esté tratando de parafrasear a Jorge Luis Borges o a Julio Cortázar acerca de la continuidad de los espejos o lo simétrico de los sueños. Una y otra vez, las imágenes de los chicos desnutridos de Tucumán invaden pantallas y portadas, pero: ¿dónde estaban cuando este desastre se gestaba? Nadie se convierte en desnutrido de la noche a la mañana, nadie muere de hambre por saltearse un desayuno. Este proceso de demolición nacional lleva más de una década y todos sabemos a dónde apuntar. El hambre de hoy está, de manera ineludible, condenando a toda una generación, no sólo a una muerte probable y tal vez misericordiosa, sino a una vida plagada de carencias, que van mucho más allá de lo material. Y este es el reflejo en el espejo: Roberto Lavagna dice ante el FMI que la Argentina produce alimentos suficientes para todo el mundo.
Alfredo Giachino
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