DESECONOMíAS
Campeones en crisis
› Por Julio Nudler
Tomando un conjunto de veinte países, tanto industriales como subdesarrollados, la Argentina es el que en los últimos treinta años ha sufrido mayor número de crisis cambiarias: ocho. Sus fechas: junio de 1970, junio de 1975, febrero de 1981, julio de 1982, septiembre de 1986, abril de 1989, febrero de 1990 y febrero de 2002. Esta es, al menos, la lista que enumera Graciela L. Kaminsky en un estudio sobre las diferentes clases de crisis cambiarias, realizado para el estadounidense National Bureau of Economic Research.
Chile sigue en segundo término, con siete episodios, pero también la enorme ventaja de que el más reciente de ellos ocurrió en septiembre de 1984. Tailandia, que también atravesó siete, sufrió la última sacudida en julio de 2000. Con la misma cantidad figura un país avanzado como Noruega, cuyos tres tumbos más cercanos sucedieron entre 1998 y 2000. Brasil sigue con seis percances en su mercado de divisas, cuya manifestación más próxima fue la devaluación de enero de 1999. Colombia, también con seis, atravesó la última contingencia en agosto de ese mismo año.
Kaminsky afirma haber descubierto con su análisis empírico que las crisis cambiarias son de seis variedades diferentes. Cuatro de ellas están vinculadas a fragilidades de la economía interna, por vulnerabilidades provenientes de un deterioro en la cuenta corriente, déficit fiscal, excesos financieros o una insostenible deuda externa. Pero las crisis pueden ser asimismo provocadas por condiciones adversas en los mercados mundiales, como una reversión en los flujos de capital. Eso sí: en las economías emergentes, las crisis son siempre causadas por vulnerabilidades múltiples. Quiere decir que no vale eso de culpar de todo a los “shocks exógenos”.
Según esta economista, la severidad de las crisis es muy despareja, medida en caída de la producción, pérdida de reservas, depreciación de la moneda y problemas de acceso al crédito. Parece que las más dañinas son las de origen monetario y financiero.