DESECONOMíAS
Deseconomías
› Por Julio Nudler
Aunque se supone que el lucro es el motor de todo emprendimiento económico en un sistema capitalista, cualquiera conoce infinidad de iniciativas lanzadas sabiendo, de antemano, que sólo podrán arrojar pérdidas. Muchas personas se pasan la vida encontrando maneras de invertir ahorros y anhelos en empresas condenadas económicamente al fracaso. Es eso precisamente lo que buscan, y no cejan hasta hallarlo. Hacen cosas como montar obras de teatro, grabar discos, filmar películas, editar revistas, crear sitios en internet, realizar programas radiales o incluso en cable, y muchas otras, todas las cuales conducen a pérdidas que soportan hasta donde les alcancen sus recursos. Una vez fundidos, trabajan en lo que sea para juntar los pesos que necesitan para otra realización ruinosa. Quizá no haya mercado para lo que ofrecen, o no pueden pagarse una adecuada difusión, o ni siquiera piensan en nada digno de definirse como marketing.
¿Cómo llamar a estos devotos del quebranto? ¿Amateurs? Por alguna razón, aman lo que hacen, o necesitan hacerlo para sentirse bien, o quizá ansíen un motivo preciso para sufrir. No son casos marginales, patológicos. No son locos. O al menos suman miles y contribuyen como ninguna otra tribu a la vitalidad de la sociedad, aunque resulten despreciables para el cálculo del Producto. De alguna manera, integran la economía (o humanidad) no registrada. Su amateurismo es el que permite mantener en pie a la sociedad cuando la economía se queda sin fondos. Como ellos sólo saben perder, no hay que incluirlos en ningún presupuesto.
Cuando uno pregunta cómo sobrevive fulano, sabiendo que nadie le remunera sus servicios al gusto o al intelecto, recibe respuestas como “es muy gasolero” o “ése se arregla con nada”. Y uno lo ve trotando por los bordes de la economía con sus jadeantes no-productos, luchando por conseguir un espacio para su tenderete en esa feria soñada de la entrega de lo propio a los demás. Seguramente les espera un triste final, pero al menos se llevarán algún cuento para el viaje.